Devocional para el 28 de mayo

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Versículo base: «Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma» (3 Juan 1:2, NBLA)

La prosperidad que realmente importa

¿De qué se trata realmente la prosperidad? ¿Promete Dios que todos aquellos que creen en él serán prosperados? ¿Qué pasa cuando aun después de recibir a Cristo todavía experimentamos las vicisitudes de la vida? Este es quizás uno de los pasajes más maltratados del Nuevo Testamento. Fuera de su contexto se presenta como si fuera una promesa de riqueza material indefectible, pero visto en detalle nos deja ver una belleza que a menudo pasamos por alto.

Entendiendo el pasaje

La tercera carta de Juan está dirigida específicamente a Gayo, un creyente fiel que se destacaba por su hospitalidad y generosidad hacia los hermanos que viajaban predicando el evangelio. En una época donde no existían hoteles cristianos ni una red de apoyo establecida, hombres como Gayo eran fundamentales para la extensión del Reino. Juan conocía bien el carácter de este hombre y por eso podía desear sin reservas que prosperara materialmente en la misma medida en que prosperaba espiritualmente.

El contraste en la carta es evidente cuando Juan menciona a Diótrefes, quien buscaba el protagonismo, rechazaba la autoridad apostólica y se negaba a recibir a los hermanos itinerantes. Mientras Gayo usaba sus recursos para servir, Diótrefes los usaba para controlr. La diferencia no estaba en lo que tenían, sino en cómo lo usaban. Juan podía desear la prosperidad de Gayo precisamente porque conocía su corazón: un alma próspera que había aprendido a usar todo para la gloria de Dios. Esta no es una fórmula mágica de prosperidad, es el deseo de un pastor por un hermano maduro que sabía administrar las bendiciones de Dios.

Tres verdades bíblicas

  1. La prosperidad material siempre tiene un propósito Dios es soberano en cómo reparte sus dones, tanto al pobre como al rico, a ambos los hizo el Señor, pero aquellos que prosperan en el Señor siempre lo hacen con el propósito de que su prosperidad se convierta en un medio para expandir el Reino. Cómo no iba a desear Juan la prosperidad de alguien cuyo único interés era invertir y desgastarse en la obra de Dios. Algunas personas cuando piden riquezas lo hacen mal porque las piden solo para gastar en sus deleites, esta no es la prosperidad de Dios.
  2. La prosperidad en un alma inmadura es peligrosa Nuestra alma necesita anclarse al evangelio. Necesitas desear prosperidad del alma antes que prosperidad material, de lo contrario lo que pudiera ser una bendición termina por convertirse en una carga. Eso es problemático. Nuestra meta no es hacer tesoros aquí sino en los cielos, buscamos las cosas de arriba, el Reino de los cielos y su justicia y todas las demás cosas serán añadidas.
  3. La verdadera prosperidad se mide por la fidelidad, no por la cantidad Gayo no necesariamente era el hombre más rico de su ciudad, pero era próspero en lo que realmente importa: en generosidad, en amor fraternal, en fidelidad a la verdad. Su prosperidad espiritual se reflejaba en cómo trataba a otros, cómo administraba lo que tenía, y cómo vivía su fe. Puedes tener poco y ser próspero si usas ese poco para la gloria de Dios. Puedes tener mucho y ser pobre si solo vives para ti mismo. La verdadera prosperidad no está en el tamaño de tu cuenta bancaria sino en el tamaño de tu corazón para servir.

Reflexión y oración

La prosperidad de Dios no es un cheque en blanco para nuestros caprichos. Es la bendición que viene sobre vidas que han aprendido a prosperar primero en el alma. Cuando nuestro corazón está alineado con los propósitos de Dios, podemos confiar en que él nos dará exactamente lo que necesitamos para cumplir su voluntad. La prosperidad verdadera no se mide en lo que acumulamos sino en lo que invertimos en la eternidad.

Señor, perdóname por las veces que he deseado prosperidad solo para mi comodidad y no para tu Reino. Ayúdame a prosperar primero en mi alma, en amor, en generosidad, en fidelidad. Que puedas confiar en mí con tus bendiciones sabiendo que las usaré para servir a otros y extender tu Reino. No me des más de lo que pueda manejar sin apartarme de ti, ni menos de lo que necesito para cumplir tu propósito. Hazme próspero en lo que realmente importa: en una vida que te honre y bendiga a otros.

*Lecturas del plan para hoy:

Deuteronomio 1, Salmos 81-82, Isaías 29, 3 Juan 1

*Este devocional está basado en el plan de lecturas de Robert Murray M'Cheyne

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Jacobis Aldana, pastor Iglesia Bíblica Soberana Gracia

Sobre el autor de este devocional diario

Este devocional es escrito y narrado por el pastor Jacobis Aldana. Es licenciado en Artes Teológicas del Miami International Seminary (Mints) y cursa una Maestría en Divinidades en Midwestern Baptist Theological Seminary; ha servido en el ministerio pastoral desde 2011, está casado con Keila Lara y es padre de Santiago y Jacobo.