Devocional para el 30 de marzo

Versículo base: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” (Filipenses 4:13, NBLA)

El contentamiento en Cristo: lo que realmente significa poder hacerlo todo

Si hiciéramos una encuesta sobre el versículo bíblico más citado fuera de contexto, Filipenses 4:13 seguramente encabezaría la lista. Lo vemos estampado en camisetas de atletas, tatuado en brazos de celebridades, y citado como mantra motivacional por quienes buscan alcanzar sus metas personales. “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” se ha convertido en el equivalente cristiano de un eslogan de Nike: un impulso espiritual para lograr cualquier cosa que nos propongamos. Pero cuando analizamos el contexto, descubrimos que estamos perdiendo el verdadero tesoro que Pablo nos ofrece.

Entendiendo el pasaje

Para comprender Filipenses 4:13, debemos situarlo en su marco adecuado. Pablo escribe esta carta desde la prisión a una iglesia que le ha enviado ayuda económica. En los versículos inmediatamente anteriores (4:11-12), expresa: “No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme cualquiera que sea mi situación. Sé vivir en pobreza, y sé vivir en prosperidad; en todo y por todo he aprendido el secreto, tanto a estar saciado como a tener hambre, tanto a tener abundancia como a padecer necesidad.”

El apóstol no está hablando de una fórmula mágica para superar cualquier obstáculo o conseguir cualquier meta personal. Está revelando el secreto del contentamiento cristiano en medio de circunstancias cambiantes. La palabra griega original que se traduce como “todo lo puedo” (πάντα ἰσχύω – panta ischuo) en este contexto significa más bien “tengo fuerza para todo”, refiriéndose específicamente a las situaciones mencionadas anteriormente: abundancia y escasez, hambre y saciedad.

Pablo había experimentado extremos en su vida: desde ser un respetado fariseo con educación privilegiada hasta ser un prisionero despreciado. Había conocido la abundancia y la extrema necesidad. Y en medio de esos altibajos, había descubierto una fuente de fortaleza en Cristo que le permitía permanecer contento, independientemente de sus circunstancias externas.

Tres verdades bíblicas

  1. El contentamiento es una disciplina aprendida, no un sentimiento natural Pablo dice claramente: “he aprendido a contentarme”. El contentamiento no es una emoción espontánea ni depende de circunstancias favorables. Es una disciplina espiritual que se cultiva con tiempo y práctica. En nuestra cultura de gratificación instantánea, donde la publicidad constantemente nos hace sentir insatisfechos, necesitamos entrenar nuestra mente para el contentamiento. Observa hoy tus pensamientos: ¿cuántos de ellos giran alrededor de lo que no tienes pero deseas? El primer paso para el contentamiento es reconocer esta insatisfacción crónica y decidir conscientemente enfocarte en lo que ya tienes.
  2. Nuestra seguridad debe estar en Cristo, no en las circunstancias La razón por la que Pablo podía estar contento en cualquier circunstancia es que su identidad y valor no dependían de ellas. “En Cristo” es la clave de este versículo. La fuerza que Pablo menciona viene de esta unión con Cristo, quien ejemplificó el contentamiento perfecto. Jesús, “siendo rico, por amor a vosotros se hizo pobre, para que vosotros por su pobreza fueseis enriquecidos” (2 Cor 8:9). Cuando anclas tu identidad en Cristo en lugar de en tus posesiones, logros o status, puedes enfrentar tanto la abundancia como la escasez sin que estos extremos te desvíen espiritualmente.
  3. El evangelio nos libera de la tiranía de las comparaciones Una de las grandes amenazas al contentamiento es la comparación social. Pablo había aprendido a evaluar su vida a la luz del evangelio, no comparándose con otros. Cristo, quien era igual a Dios, no consideró su posición como algo a qué aferrarse, sino que se humilló a sí mismo (Fil 2:6-8). Este ejemplo nos enseña a liberarnos del círculo vicioso de las comparaciones. En la era de las redes sociales, donde constantemente vemos las vidas editadas de otros, necesitamos practicar deliberadamente la gratitud por lo que Dios nos ha dado en lugar de anhelar la vida aparente de otros.

Reflexión y oración

La verdadera fortaleza que Cristo nos da no es para conquistar el mundo según nuestros deseos, sino para vivir contentos en cualquier circunstancia que Él permita en nuestras vidas. El secreto del contentamiento no está en tener más, sino en necesitar menos; no en cambiar nuestras circunstancias, sino en permitir que Cristo cambie nuestros corazones. El evangelio nos muestra a un Salvador que encontró su plenitud en hacer la voluntad del Padre, no en acumular posesiones o reconocimiento.

Señor Jesús, perdóname por las veces que he malinterpretado tu Palabra, buscando en ella solo lo que quería escuchar. Reconozco que a menudo busco en ti un medio para mis fines, en lugar de encontrar en ti mi fin supremo. Enséñame la disciplina del contentamiento que Pablo aprendió. Ayúdame a encontrar mi seguridad e identidad en ti, no en mis circunstancias cambiantes. Dame la sabiduría para reconocer la diferencia entre mis deseos y mis necesidades. Y sobre todo, llena mi corazón con la verdad de que tú eres suficiente, que en ti tengo todo lo que realmente importa. En tu nombre oro, amén.

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*Lecturas del plan para hoy:

Levítico 1, Juan 20, Proverbios 17, Filipenses 4

*Este devocional está basado en el plan de lecturas de Robert Murray M'Cheyne

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Jacobis Aldana, pastor Iglesia Bíblica Soberana Gracia

Sobre el autor de este devocional diario

Este devocional es escrito y narrado por el pastor Jacobis Aldana. Es licenciado en Artes Teológicas del Miami International Seminary (Mints) y cursa una Maestría en Divinidades en Midwestern Baptist Theological Seminary; ha servido en el ministerio pastoral desde 2011, está casado con Keila Lara y es padre de Santiago y Jacobo.