Devocional para el 4 de abril

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Versículo base: “Y ustedes llegaron a ser imitadores de nosotros y del Señor, habiendo recibido la palabra, en medio de mucha tribulación, con el gozo del Espíritu Santo.” (1 Tesalonicenses 1:6, NBLA)

Las marcas visibles de los escogidos de Dios

Cuando era estudiante de universidad me pasó algo que todavía recuerdo con mucha gracia: Vivía en una ciudad lejos de mi casa paterna y debía arreglármelas a veces para poder tener lo necesario, así que un día, mientras caminaba por una de las convulsionadas calles del centro de esa ciudad, me ofrecieron un aparato muy llamativo, se suponía que era un iPod, un reproductor de música muy costoso, yo nunca había visto uno, pero la persona que me lo vendía no tuvo que hacer mucho esfuerzo para llevarse mi dinero a darme a cambio ese lujo. La sorpresa vino al encenderlo y disfrutarlo, una copia barata, y muy mala, ni siquiera recuerdo si llegó a la semana antes de que se dañara.

Desde entonces, me hice una persona extremadamente cuidadosa en reconocer señales de su algo es genuino o no, sobre todo si es tecnología. En definitiva, no importa cuando se parezcan lo falso y lo genuino, siempre habrá señales inequívocas de lo que es duradero.

De eso habla Pablo aquí, de cómo él daba gloria a Dios por la genuinidad de la fe de los hermanos de Tesalónica y lo que debe caracterizar o identificar a todo verdadero creyente.

Entendiendo el pasaje

La primera carta a los Tesalonicenses es quizá uno de los primeros escritos del Nuevo Testamento, fechada alrededor del año 51 d.C. Pablo la escribió poco después de fundar esta iglesia durante su segundo viaje misionero, cuando por la persecución de los judíos tuvo que salir precipitadamente de la ciudad. Esta joven comunidad de creyentes, formada por judíos y principalmente gentiles convertidos del paganismo, enfrentaba intensa persecución, lo que provocó en Pablo una profunda preocupación por su bienestar espiritual.

En este primer capítulo, Pablo expresa su gratitud a Dios por la evidente transformación de los tesalonicenses. No se trata de un cumplido superficial, sino del reconocimiento de las evidencias concretas de que Dios los había escogido. El apóstol señala que el evangelio no llegó a ellos “solo con palabras” sino con poder y con el Espíritu Santo. El término “poder”  indica una fuerza  que produce convicción profunda y cambio real. Esta es la primera señal inequívoca de los verdaderos escogidos: una transformación auténtica que va más allá de meras palabras o afirmaciones doctrinales.

Tres verdades bíblicas

  1. El verdadero creyente recibe el evangelio con poder, no solo con palabras Cuando el evangelio toca tu vida, no es simplemente información nueva o un conjunto de creencias que adoptas intelectualmente. El poder transformador del Espíritu Santo produce convicción de pecado, arrepentimiento genuino y un cambio radical en tus prioridades. Hoy debes preguntarte: ¿Ha transformado el evangelio realmente mi vida, o solo he añadido algunas prácticas religiosas a mi rutina habitual? La obra del Espíritu en el corazón del escogido es como la diferencia entre recibir instrucciones sobre cómo nadar y realmente ser rescatado del ahogamiento.
  2. El gozo en medio de la tribulación es marca distintiva de los hijos de Dios Los tesalonicenses recibieron la palabra “en medio de mucha tribulación, con el gozo del Espíritu Santo”. Esto no significa que disfrutaran del sufrimiento, sino que experimentaron un gozo sobrenatural que coexistía con sus dificultades. Este gozo no depende de las circunstancias favorables. En tu trabajo, cuando enfrentas críticas por tus convicciones, cuando tu familia no entiende tu fe, o cuando la enfermedad toca tu puerta, ¿puedes identificar este gozo como una realidad en tu vida? No es optimismo natural ni negación del dolor, sino la certeza de que Cristo es suficiente aun en los momentos más oscuros.
  3. Los elegidos de Dios se convierten en ejemplos para otros creyentes Pablo afirma que los tesalonicenses “llegaron a ser ejemplo para todos los creyentes de Macedonia y de Acaya”. Cristo nos redimió para que seamos imitadores suyos primero, y luego modelos para otros. No puedes dar lo que no tienes. Si has experimentado genuinamente el poder del evangelio, esto se reflejará naturalmente en tu conducta diaria, en tus relaciones familiares, en tu ética laboral, en tu generosidad y en tu disposición a compartir el mensaje de salvación. La obra redentora de Cristo no solo nos salva del castigo del pecado, sino que nos transforma en testigos vivientes de esa redención para quienes nos rodean.

Reflexión y oración

El cristianismo auténtico nunca es una mera etiqueta o afirmación teológica; es una vida transformada por el poder del evangelio que produce frutos visibles. Nuestras palabras pueden engañar temporalmente a otros, pero nuestras vidas eventualmente revelarán si hemos sido verdaderamente tocados por el poder transformador de Cristo.

Señor, examina mi corazón hoy y muéstrame si mi fe es auténtica o simplemente nominal. Perdóname por las veces que he fingido una espiritualidad que no poseo. Gracias porque en tu misericordia puedes restaurarme y transformarme genuinamente. Te pido que tu Espíritu Santo produzca en mí ese gozo sobrenatural en medio de cualquier tribulación, y que mi vida se convierta en un ejemplo que señale a otros hacia ti. Que mi fe no sea solo de palabras, sino de poder. Amén.

*Lecturas del plan para hoy:

Levítico 7, Salmos 7-8, Proverbios 22, 1 Tesalonicenses 1

*Este devocional está basado en el plan de lecturas de Robert Murray M'Cheyne

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Jacobis Aldana, pastor Iglesia Bíblica Soberana Gracia

Sobre el autor de este devocional diario

Este devocional es escrito y narrado por el pastor Jacobis Aldana. Es licenciado en Artes Teológicas del Miami International Seminary (Mints) y cursa una Maestría en Divinidades en Midwestern Baptist Theological Seminary; ha servido en el ministerio pastoral desde 2011, está casado con Keila Lara y es padre de Santiago y Jacobo.