Devocional para el 5 de agosto

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Versículo base: «En aquellos días, cuando no había rey en Israel, había un levita que moraba como forastero en la parte más remota de la región montañosa de Efraín, el cual tomó para sí una concubina de Belén de Judá» (Jueces 19:1, NBLA)

Cuando la moral se desploma

Hemos recorrido ya un camino doloroso por este museo de la degradación. En el primer cuadro vimos cómo fabricaron dioses a la medida, en el segundo contemplamos cómo los líderes se vendieron al mejor postor. Pero ahora llegamos a una sala aún más sombría de este museo de la desgracia, donde las luces se vuelven más tenues y lúgubres para describirnos la profundidad de la depravación de una sociedad sin Dios y sin ley.

El tercer y cuarto cuadro de nuestro recorrido nos mostrarán el colapso total de los valores fundamentales, empezando por la institución más básica de cualquier sociedad: el matrimonio. Y lo que sigue después nos llevará a profundidades de maldad que parecen sacadas de Sodoma y Gomorra. Como si esto fuera poco, el espiral de degradación es cada vez mayor y a medida que avanzamos por estas salas del museo, las escenas se vuelven más devastadoras.

Entendiendo el pasaje

El capítulo 19 arranca, una vez más, con esas palabras que ya se han vuelto familiares: “En aquellos días, cuando no había rey en Israel.” Es como el letrero de advertencia en la entrada de cada nueva sala de este museo: prepárate para ver lo que pasa cuando una sociedad queda abandonada a su propio criterio.

El protagonista de esta nueva escena es otro levita. Pero si el anterior nos había escandalizado por venderse como sacerdote de ídolos, este nos escandalizará por algo aún peor: su concepto degradado del matrimonio. Este hombre no tiene esposa; tiene una concubina. Y esa concubina le fue infiel por adulterio y se fue a vivir a la casa de su padre, como si nada hubiera pasado. Lo que debería terminar según la ley en un juicio contra el pecado de adulterio toma un rumbo, por demás, desconcertante. El levita va tras ella para “hablarle cariñosamente” y traerla de vuelta.

Ahora bien, aun si hubiera sido su esposa legítima y le hubiera dado carta de divorcio por alguna causa menor, no le era lícito volver por ella según la ley de Dios. Pero esta no era ni siquiera su esposa, el pecado fue de muerte según la ley, y él está regresando por ella, ¡siendo él un levita! Esto demuestra el concepto degradado que esta sociedad tenía del matrimonio. El placer primaba sobre la necesidad de reflejar al Dios de pactos.

Tres verdades bíblicas

  1. El matrimonio solo puede ser tomado en serio si la Palabra de Dios es tomada en serio Lo que vemos en este levita es una completa trivialización del matrimonio. Para él no era una institución sagrada que refleja la relación entre Cristo y la iglesia; era simplemente un arreglo de conveniencia para satisfacer sus deseos. El matrimonio se había reducido a un contrato emocional que se podía romper y reparar según las circunstancias. Ahora bien, no es extraño para nosotros ver sociedades cada vez más lejos de Dios y cada vez más alejadas de las ideas que el matrimonio comunica. En estas sociedades, el matrimonio es visto como una institución arcaica e innecesaria porque comunica valores que tienen sentido solo a la luz de lo que Dios demanda.
  2. Cuando perdemos el norte moral, la degradación no tiene límites Después de una estancia prolongada en casa del suegro, el levita y su concubina salen buscando refugio para pasar la noche. Llegan a Gabaa, una ciudad de Benjamín, pensando que estarían más seguros entre israelitas que entre extranjeros. Pero lo que pasa esa noche supera toda imaginación: los hombres de la ciudad rodean la casa exigiendo que saquen al hombre “para conocerlo”, que no es otra cosa que tener relaciones homosexuales con él. Como si se tratara de Sodoma y Gomorra, esta ciudad israelita había dado rienda suelta a su lujuria y desenfreno hasta los límites más abominables. Pero no pudiendo tomar al hombre, tomaron a la concubina, abusaron de ella toda la noche hasta que murió en la puerta de la casa.
  3. La barbarie es el destino de las sociedades que se alejan de la Palabra de Dios Lo más perturbador no es solo lo que pasó esa noche, sino la respuesta del levita. Tomó a la mujer muerta, la partió en doce pedazos con un cuchillo y mandó un pedazo a cada tribu de Israel. Era un grito simbólico: el cuerpo ha sido desmembrado, este pueblo ha llegado al colmo de su maldad. Eso era Israel: una mujer adulterada, violada, muerta y cortada en pedazos. Cuando como creyentes nos oponemos a los pecados sexuales, no es porque sea un discurso de odio; es porque es la expresión de que no se está tomando en serio a Dios y las consecuencias van a ser inminentes. Cuando ya ni siquiera las leyes más elementales, en este caso, las leyes biológicas o naturales, no son respetadas, entonces no queda más que esperar en cuanto al respeto a ninguna otra ley y menos la moral. Por eso es que Dios condena tan enérgicamente estos pecados y sus consecuencias son tan devastadoras.

Reflexión y oración

El colapso moral de una sociedad comienza cuando se abandona el diseño de Dios para las relaciones humanas. Lo que debería ser sagrado se vuelve trivial, lo que debería protegerse se destruye, lo que debería honrarse se profana. El levita había perdido todo concepto de santidad, Gabaa había perdido todo rastro de humanidad, Israel había perdido toda esperanza de orden.

Señor, ayúdanos a valorar el matrimonio como tú lo diseñaste: santo, permanente, reflejo de tu amor por la iglesia. Guárdanos de trivializar lo que tú has establecido como sagrado. Protege a nuestra sociedad de la degradación moral que viene cuando te damos la espalda. Haz que seamos sal de la tierra y luz del mundo en medio de una generación perversa. Que nuestro compromiso con tu verdad no sea una obsesión fanática, sino el ánimo por levantar tu Palabra como faro que guíe cuando las olas de la tormenta golpeen de noche. Amén.

*Lecturas del plan para hoy:

Jueces 19, Hechos 23, Jeremías 33, Salmos 3-4

*Este devocional está basado en el plan de lecturas de Robert Murray M'Cheyne

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Jacobis Aldana, pastor Iglesia Bíblica Soberana Gracia

Sobre el autor de este devocional diario

Este devocional es escrito y narrado por el pastor Jacobis Aldana. Es licenciado en Artes Teológicas del Miami International Seminary (Mints) y cursa una Maestría en Divinidades en Midwestern Baptist Theological Seminary; ha servido en el ministerio pastoral desde 2011, está casado con Keila Lara y es padre de Santiago y Jacobo.