Devocional para el 7 de agosto

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Versículo base: «Y dijeron: ‘¿Por qué ha sucedido esto en Israel, que falte hoy una tribu en Israel?’» (Jueces 21:3, NBLA)

Cuando tratamos de arreglar lo que destruimos

Por siete días hemos caminado por los pasillos sombríos de este museo de la decadencia. Hemos contemplado cuadros que retratan la degradación progresiva de un individuo y una sociedad que se alejó de Dios: la autodestrucción de Sansón, la fabricación de dioses a la medida, el colapso del liderazgo, la degradación del matrimonio, la depravación moral más abyecta, y la guerra civil entre hermanos. Ahora, en esta última sala del museo, encontramos el cuadro más irónico de todos: hombres tratando desesperadamente de reparar lo que ellos mismos destruyeron.

Entendiendo el pasaje

Este último cuadro nos muestra una escena patética: Israel llorando por Benjamín. Después de casi exterminar a toda la tribu, ahora se lamentaban preguntándose cómo había pasado esto. Es como el incendiario que llora por el edificio que quemó, como el asesino que lamenta la muerte de su víctima. Habían matado a casi todos los benjaminitas, pero ahora se preocupaban porque “faltaba una tribu en Israel.”

La solución que idearon fue tan retorcida como su problema. Como habían jurado no dar sus hijas a los benjaminitas, decidieron masacrar a los habitantes de Jabes-galaad por no haber participado en la guerra civil, y tomar a cuatrocientas vírgenes para dárselas a los seiscientos hombres que quedaban. Pero eso no era suficiente. Entonces permitieron que los benjaminitas secuestraran a las jóvenes que danzaban en las fiestas anuales de Silo. Su “solución” involucró dos masacres adicionales y el secuestro masivo de mujeres.

Esta es la lógica perversa del pecado: crear nuevos males para solucionar los males anteriores. Cada “remedio” que aplicaban era peor que la enfermedad original. Era como tratar de apagar un incendio con gasolina, como curar una herida infectándola más. en efecto, cuando los hombres tratan de arreglar las consecuencias del pecado sin arrepentirse del pecado mismo, el resultado es más pecado.

Tres verdades bíblicas

  1. El arrepentimiento falso se enfoca en las consecuencias, no en las causas Israel estaba triste por los resultados de su guerra civil, pero no había arrepentimiento genuino por lo que los había llevado allí. No se arrepintieron de su idolatría, no se arrepintieron de su relativismo moral, no se arrepintieron de haber abandonado a Dios. Solo se arrepintieron de haber perdido una tribu. Es como el borracho que lamenta la resaca pero no deja de beber, como el mentiroso que lamenta ser descubierto pero no deja de mentir. El verdadero arrepentimiento va a la raíz del problema, no solo a sus síntomas. Pregúntate: ¿te duele el pecado mismo o solo sus consecuencias?
  2. Los remedios humanos al pecado siempre producen más pecado Cada solución que Israel propuso creaba nuevos problemas morales. Para conseguir esposas para los benjaminitas, justificaron el genocidio y el secuestro. Era la misma lógica que habían usado toda su vida: usar el mal para supuestamente lograr el bien. Nosotros hacemos lo mismo cuando mentimos para “proteger” a alguien, cuando robamos para “ayudar” a la familia, cuando destruimos reputaciones para “defender” la verdad. Pero el pecado nunca puede ser la solución al pecado. Solo añade más capas de maldad al problema original.
  3. Solo la gracia puede restaurar lo que el pecado destruye La ironía más grande de esta historia es que Dios restauraría a Benjamín a pesar de todos los esfuerzos inadecuados de Israel. De esa tribu casi extinta saldría Saúl, el primer rey. Léelo de nuevo. El libro cierra con la trágica declaración: “en aquellos días no había -rey en Israel” y es de esas ruinas que Dios levanta un rey para ellos, eso es gracia. Pero también un anuncio. Saúl no fue perfecto, fracasó como rey y todos los sucesores, porque el pueblo De Dios necesitaba un Rey que escribiera la ley en sus corazones e hicieran su voluntad. el pueblo necesitaba un rey que fuera rey de reyes y Señor de Señores.

Reflexión y oración

Israel había llegado al final de sus recursos humanos. Habían probado la violencia, la política, los compromisos, las soluciones religiosas inventadas, y todo había terminado en mayor caos. Ahora no les quedaba más que esperar que Dios, en su misericordia, interviniera. Porque solo él puede tomar nuestros desastres y convertirlos en testimonios de su gracia. solo Él puede ser el rey para Su pueblo.

Señor, cuántas veces  he tratado de arreglar las consecuencias de mi pecado con más pecado. Ayúdame a ir a la raíz de mis problemas, a arrepentirme genuinamente, no solo de las consecuencias sino del pecado mismo. Reconozco que mis remedios humanos son insuficientes y que solo tu gracia puede restaurar lo que yo he destruido. Toma mis fracasos y úsalos para tu gloria. Que donde yo sembré destrucción, tú hagas crecer testimonio de tu poder restaurador. Amén.

*Lecturas del plan para hoy:

Jueces 21, Hechos 25, Jeremías 35, Salmos 7-8

*Este devocional está basado en el plan de lecturas de Robert Murray M'Cheyne

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Jacobis Aldana, pastor Iglesia Bíblica Soberana Gracia

Sobre el autor de este devocional diario

Este devocional es escrito y narrado por el pastor Jacobis Aldana. Es licenciado en Artes Teológicas del Miami International Seminary (Mints) y cursa una Maestría en Divinidades en Midwestern Baptist Theological Seminary; ha servido en el ministerio pastoral desde 2011, está casado con Keila Lara y es padre de Santiago y Jacobo.