Devocional para el 7 de julio

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Versículo base: «Escucha, oh generación rebelde: ¿He sido Yo un desierto para Israel, o una tierra de densa oscuridad? ¿Por qué dice Mi pueblo: “Somos libres, no volveremos más a Ti”?» (Jeremías 3:12, NBLA)

El corazón que se aleja de Dios

Hay algo particularmente revelador en la forma en que las relaciones se deterioran. No ocurre de la noche a la mañana. Primero viene la indiferencia, luego la distancia, después las excusas para no comunicarse, y finalmente la declaración de independencia: «Ya no te necesito». Este patrón se repite en matrimonios, amistades, relaciones familiares, y lamentablemente, también en nuestra relación con Dios. El pueblo de Israel había llegado a ese punto donde, después de todos los beneficios recibidos del Señor, se atrevían a decir: «Somos libres, no volveremos más a Ti». Pero Dios les hace una pregunta que deja ver la irracionalidad de su alejamiento.

Entendiendo el pasaje

Este versículo se encuentra en medio de una larga reprensión profética donde Dios confronta la infidelidad espiritual de Israel. En el contexto, Israel había prosperado bajo la bendición divina, pero en lugar de reconocer la fuente de su bienestar, habían comenzado a atribuir su éxito a otros dioses y a sus propios esfuerzos. Nota la imagen que Dios usa: Él pregunta si acaso ha sido como un desierto para ellos, un lugar árido donde no hay provisión, o como una tierra de densa oscuridad donde no hay dirección.

Dios está diciendo: «Miren todo lo que he hecho por ustedes. He sido su provisión en el desierto, su luz en la oscuridad, su protección en el peligro, su sustento en la necesidad. ¿Y ahora dicen que son libres de mí, como si yo fuera una carga de la cual necesitan liberarse?». La palabra «rebelde» aquí no describe simplemente desobediencia, sino una actitud de resistencia deliberada contra la autoridad y bondad de Dios. Es la postura del corazón que ha olvidado completamente de dónde viene su bendición y ha decidido que puede vivir mejor sin Dios.

Tres verdades bíblicas

  1. Olvidar la bondad de Dios es el primer paso hacia la rebelión Cuando dejas de recordar conscientemente lo que Dios ha hecho en tu vida, tu corazón comienza a endurecerse. Israel había olvidado los milagros del éxodo, la provisión en el desierto, la protección en las batallas. No es que estos eventos no hubieran ocurrido; es que habían dejado de ser relevantes en su día a día. Lo mismo puede pasarte a ti. Cuando dejas de reconocer que tu salud, tu trabajo, tu familia, tu salvación vienen de la mano del Señor, empiezas a pensar que tu éxito es producto de tu esfuerzo. Y desde ahí, es muy fácil llegar a la conclusión de que ya no necesitas a Dios. Por eso es vital cultivar la gratitud y mantener fresca la memoria de la fidelidad divina.
  2. La independencia de Dios es una ilusión destructiva El pueblo decía «somos libres», pero ¿libres de qué? ¿De la fuente de toda bendición? ¿Del único que puede dar sentido y propósito a la existencia? Esa no es libertad; es esclavitud disfrazada. Cuando decides vivir sin Dios, no te conviertes en tu propio señor; simplemente cambias de amo. Ahora serás esclavo de tus pasiones, de las expectativas de otros, del materialismo, de la ansiedad por el futuro. La verdadera libertad no consiste en vivir sin autoridad, sino en someterte a la autoridad correcta. Cristo dijo: «Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres». No hay libertad real fuera de una relación correcta con Dios.
  3. Dios confronta nuestra ingratitud con preguntas que exponen nuestro corazón Fíjate que Dios no responde con ira inmediata, sino con preguntas que revelan la irracionalidad del alejamiento. «¿He sido yo un desierto para ti?» Es como si dijera: «Dime una sola ocasión en la que te haya fallado. Muéstrame un momento en el que mi presencia haya sido una carga en lugar de una bendición». Estas preguntas están diseñadas para llevarte a la reflexión y al arrepentimiento. Cuando sientes que tu corazón se está alejando de Dios, hazte las mismas preguntas: ¿En qué me ha fallado el Señor? ¿Cuándo su voluntad ha resultado ser peor que la mía? ¿En qué momento su presencia ha sido oscuridad en lugar de luz? La respuesta honesta te llevará de vuelta a él.

Reflexión y oración

La ingratitud es uno de los pecados más sutiles porque se disfraza de madurez e independencia. Pero en el fondo, es el síntoma de un corazón que ha perdido de vista quién es Dios y quiénes somos nosotros. Dios nunca ha sido un desierto para su pueblo; siempre ha sido fuente de vida, dirección y propósito.

Padre, reconozco que mi corazón tiende hacia la ingratitud y la independencia. Perdóname por las veces que he actuado como si no te necesitara, como si mis bendiciones fueran producto de mi propio esfuerzo. Ayúdame a recordar constantemente tu fidelidad y bondad en mi vida. No permitas que mi corazón se endurezca hasta el punto de declarar que soy libre de ti. Tú nunca has sido un desierto para mí; has sido mi provisión, mi luz y mi esperanza. Gracias por confrontar mi orgullo con tu amor. Amén.

*Lecturas del plan para hoy:

Josué 9, Salmos 140-141, Jeremías 3, Mateo 17

*Este devocional está basado en el plan de lecturas de Robert Murray M'Cheyne

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Jacobis Aldana, pastor Iglesia Bíblica Soberana Gracia

Sobre el autor de este devocional diario

Este devocional es escrito y narrado por el pastor Jacobis Aldana. Es licenciado en Artes Teológicas del Miami International Seminary (Mints) y cursa una Maestría en Divinidades en Midwestern Baptist Theological Seminary; ha servido en el ministerio pastoral desde 2011, está casado con Keila Lara y es padre de Santiago y Jacobo.