Devocional para el 8 de julio

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Versículo base: «Entonces Pedro se acercó a Él y Le dijo: “Señor, ¿cuántas veces pecará mi hermano contra mí que yo tenga que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?” Jesús le dijo: “No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete”»(Mateo 18:21-22, NBLA)

El perdón que refleja el evangelio

Resolver el conflicto siempre será desafiante. Nos cuesta, por alguna razón o por muchas razones, confrontar, perdonar, o quitar de medio las ofensas que suelen distanciarnos de personas que amamos. Pero la manera en la que nos reconciliamos refleja mucho de la verdad del evangelio que hemos abrazado, o del lugar que la verdad de Dios ocupa en nuestro corazón. Entre más amor y gracia del Señor entendemos que hemos recibido, mayor gracia, amor y perdón daremos hacia aquellos que nos ofenden. De eso se trata el devocional de hoy: de cómo el Señor nos llama enérgicamente a extender gracia y perdonar nuestros pecados los unos a los otros.

Entendiendo el pasaje

El capítulo 18 de Mateo es una sección donde Jesús aborda varios aspectos cruciales de la vida en comunidad cristiana. Antes de la pregunta de Pedro sobre el perdón, el Señor había estado enseñando sobre la humildad, usando un niño como ejemplo del tipo de corazón que caracteriza a los ciudadanos del reino. Luego abordó el tema de los tropiezos, advirtiendo sobre la seriedad de hacer pecar a otros, especialmente a los pequeños en la fe. También enseñó sobre cómo confrontar el pecado entre hermanos, estableciendo un proceso claro de disciplina restaurativa que siempre busca el arrepentimiento.

Ahora bien, es en este contexto que Pedro hace su pregunta. La gran preocupación del apóstol estaba en la realidad de que perdonar no siempre es fácil. Posiblemente Pedro pensaba que estaba siendo generoso al sugerir perdonar hasta siete veces, ya que la enseñanza rabínica de la época establecía que perdonar tres veces era suficiente. Pero la respuesta del Señor Jesucristo —hasta setenta veces siete— no significa un cálculo matemático que lleguemos a 490 y después ya no perdonemos más. Significa las veces que sea necesario, sin límite. Jesús inmediatamente ilustra este principio con la parábola del siervo que fue perdonado de una deuda inmensa pero no quiso perdonar una deuda pequeña, mostrando que nuestro perdón hacia otros debe fluir de nuestra comprensión del perdón que hemos recibido de Dios.

Tres verdades bíblicas

  1. seremos ofendidos, y eventualmente también ofenderemos Por nuestra naturaleza caída, los conflictos son algo que no podemos evitar. Sea por distintos intereses o por preferencias, vamos a enfrentar conflictos incluso con personas que amamos genuinamente. Y no deberíamos sentirnos frustrados cuando algo así ocurre, porque es parte de la cruda realidad. Todo conflicto, en realidad, es una oportunidad para poder mostrar el amor en maneras en las que no podríamos mostrarlo en otras circunstancias. Así que si ahora estás enfrentando algún conflicto con alguien cercano, no lo tomes como algo irreparable o que no tiene solución. Debes verlo como algo que podemos esperar en este mundo, un pequeño obstáculo que te está invitando a superarlo. Pero no te quedes allí rendido como si no hubiera más nada que hacer.
  2. Perdonar no siempre es fácil, pero es liberador Una de las cosas que Pedro le pregunta al Señor Jesucristo es acerca de cuántas veces debe perdonar a su hermano. Quizá Pedro estaba convencido de que perdonar a una persona siete veces era mucho. Después de todo, la paciencia se agota. Pero la respuesta del Señor deja ver que debemos perdonar las veces que sea necesario. No hay un límite de ofensas, y por lo tanto, no hay tampoco un límite en cuanto a nuestra capacidad de perdonar. Ese es el llamado del Señor. De la misma manera que hemos sido perdonados por Cristo, debemos también perdonar a aquellos que nos han ofendido. Y así como el Señor Jesucristo no agota su paciencia y su misericordia para con nosotros, así tampoco debemos nosotros agotar nuestra paciencia, nuestro amor y nuestra gracia hacia aquellos que nos ofenden. El perdón no es solo un acto de obediencia; es un acto de liberación personal del peso del resentimiento.
  3. Solo aquellos que han experimentado el perdón de Cristo pueden también perdonar a aquellos que les ofenden Esta es la verdad más profunda del pasaje. El perdón cristiano no es simplemente una disciplina moral o una técnica de relaciones humanas; es el desbordamiento natural de haber sido perdonados por Dios. La parábola que sigue inmediatamente a este intercambio ilustra esta verdad: el siervo que había sido perdonado de una deuda de millones no pudo perdonar una deuda de unos pocos pesos. Su falta de perdón reveló que realmente no había comprendido la magnitud del perdón que había recibido. Veamos, cuando entiendes que Cristo pagó el precio completo de tu rebelión contra un Dios santo, cuando comprendes que tu pecado merecía la separación eterna de la fuente de toda vida y gozo, y que Cristo cargó con esa maldición en la cruz, entonces las ofensas que otros cometen contra ti se ven en perspectiva. No es que se vuelvan insignificantes, pero sí se vuelven perdonables. El evangelio produce en nosotros una capacidad sobrenatural de perdón porque nos conecta con la fuente infinita del perdón divino.

Reflexión y oración

El perdón que Cristo nos llama a dar no es producto de nuestro esfuerzo moral, sino de nuestra comprensión del perdón que hemos recibido. Cuanto más profundo sea nuestro entendimiento de la gracia, más natural será nuestra disposición a extenderla. Los conflictos son inevitables, pero también son oportunidades para mostrar la realidad del evangelio en nuestras vidas.

Señor, reconozco que me cuesta perdonar, especialmente cuando las ofensas se repiten. Pero también reconozco que mi resistencia al perdón revela lo poco que comprendo la magnitud de tu perdón hacia mí. Ayúdame a ver mis propias ofensas contra ti con la misma claridad con que veo las ofensas de otros hacia mí. Dame un corazón que perdone como tú me has perdonado, sin límite y sin condiciones. Que mi disposición a perdonar sea un testimonio de la gracia que he recibido de ti. Amén.

*Lecturas del plan para hoy:

Josué 9, Salmos 140-141, Jeremías 3, Mateo 17

*Este devocional está basado en el plan de lecturas de Robert Murray M'Cheyne

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Jacobis Aldana, pastor Iglesia Bíblica Soberana Gracia

Sobre el autor de este devocional diario

Este devocional es escrito y narrado por el pastor Jacobis Aldana. Es licenciado en Artes Teológicas del Miami International Seminary (Mints) y cursa una Maestría en Divinidades en Midwestern Baptist Theological Seminary; ha servido en el ministerio pastoral desde 2011, está casado con Keila Lara y es padre de Santiago y Jacobo.