Devocional para el 2 de enero

Versículo Base: Génesis 2:7 (NBLA) – «Entonces el Señor Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz el aliento de vida; y fue el hombre un ser viviente.»

Cada ser humano, desde la creación de Adán hasta el día de hoy, lleva en su interior algo profundamente divino. La creación se trata de Dios mismo inclinándose sobre el polvo de la tierra, formando al primer hombre con sus propias manos. Pero lo que realmente le dio vida fue el aliento de Dios. Este acto no es solo un detalle poético, sino una poderosa verdad sobre la naturaleza humana. En un mundo donde la dignidad de la vida humana se cuestiona y se malinterpreta, Génesis 2:7 nos lleva a un recordatorio esencial: cada vida es sagrada porque lleva el aliento de Dios.

Entendiendo el pasaje:

Génesis 2:7 nos ofrece una imagen íntima de la creación del ser humano. Dios, que ya había creado todo con su palabra, decide ahora formar al hombre con sus propias manos. Esta acción destaca el cuidado y el propósito detrás de la creación humana. No somos simplemente otra criatura en la tierra; somos el resultado de la obra personal de Dios.

El verbo «formar» en hebreo, yatsar, es el mismo que se usa para describir a un alfarero moldeando la arcilla. Dios, como el gran Alfarero, forma al hombre con un diseño específico y sopla en él su aliento, ruach, que es más que simplemente aire. Es el espíritu, la vida misma de Dios. Esto no solo nos da vida física, sino también una vida espiritual y moral, con la capacidad de relacionarnos con nuestro Creador de una manera única.

En Juan 1:3-4, vemos que Cristo es quien da vida: «Todas las cosas fueron hechas por medio de Él, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.» Cristo  es el medio por el cual fuimos creados y también es el que sustenta nuestra vida espiritual. Así, el aliento de vida que recibimos en la creación es un reflejo del papel vital de Cristo en nuestra existencia.

3 verdades bíblicas en este pasaje:

Valora la vida como don Divino: Cada día es una oportunidad para recordar que tu vida es un regalo de Dios. Vive con gratitud, sabiendo que has sido formado y sostenido por el Creador.

Reconoce la dignidad de los demás: Cada persona que encuentras lleva en sí misma el aliento de Dios. Trata a los demás con el respeto y la dignidad que se merecen como portadores de la imagen de Dios. Esto es muy importante en un mundo cada vez más inhumano y carente de afecto.

Busca la vida en Cristo: Así como Dios sopló vida en Adán, Cristo es quien sopla vida espiritual en nosotros. Busca en Él la fuente de tu vida, y permite que esa vida te guíe en cada decisión y acción.

Reflexión y oración:

Al reflexionar sobre Génesis 2:7, recordemos que nuestra vida no es un accidente, es una obra maestra del Creador. Hemos sido formados por Dios y llevamos su aliento en nuestro ser. Mientras avanzas en este nuevo año, vive con la conciencia de que cada respiración es un testimonio de la vida que Dios te ha dado.

Permite que la vida de Cristo sea tu guía y tu propósito, recordando siempre que tu valor proviene de haber sido formado por las manos de Dios y vivificado por su aliento.

Oración: Señor, gracias por el don de la vida. Ayúdame a vivir cada día con la conciencia de que he sido formado por ti y que llevo tu aliento en mí. Que cada decisión y acción refleje tu amor y propósito en mi vida. Amén.

Lecturas del plan:

Génesis 2
Mateo 2
Esdras 2
Hechos 2

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