Versículo base:
“Pero en ninguna manera estimo mi vida como valiosa para mí mismo, a fin de poder terminar mi carrera y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio solemnemente del evangelio de la gracia de Dios.” – Hechos 20:24 (NBLA).
En Hechos 20 encontramos una de las escenas más conmovedoras del ministerio de Pablo: su despedida de los ancianos de Éfeso. Pablo sabe que nunca volverá a ver a estas personas a quienes ha amado y servido con profunda dedicación. Sin embargo, lejos de preocuparse por su propio bienestar o seguridad, su corazón está consumido por un deseo ardiente de terminar bien la carrera que Dios le ha encomendado.
Este pasaje revela la determinación de Pablo frente al sufrimiento y el amor sacrificial que caracterizó su ministerio.
En definitiva, el sentido de la vida está más allá de servirnos a nosotros mismos. Encontramos la expresión máxima de nuestra realización cuando somos capaces de vivir para Dios y vivir también para servir a otros.
Entendiendo el pasaje
Pablo está en Mileto, convocando a los líderes de la iglesia en Éfeso para una reunión final antes de continuar su viaje a Jerusalén. Durante tres años, Pablo había servido en Éfeso con lágrimas, paciencia y dedicación, enseñando públicamente y de casa en casa, y advirtiéndoles con amor constante (Hechos 20:31).
En medio del discurso, Pablo les recuerda su fidelidad al proclamar todo el consejo de Dios, su disposición a soportar sufrimientos y su compromiso inquebrantable con el evangelio de la gracia. Les advierte sobre los peligros futuros, pero lo hace con una esperanza que descansa en el Señor.
Lo que hace que este momento tan emotivo es que Pablo sabe que esta es su despedida definitiva, que no volvería a ver a alguno de estos hermanos amados. Uno lee este pasaje y puede sentir el ambiente de pesar y dolor que rodea la escena. A pesar de todo esto, el Apóstol declara que su vida no tiene valor para él mismo, a menos que la utilice para cumplir el propósito que Dios le ha dado: testificar del evangelio de la gracia de Dios.
Pablo no está haciendo otra cosa que imitar el ejemplo de Su Señor, el que no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se humilló y vivió como un hombre hasta el momento de su muerte, con el único fin de salvar a aquellos por los cuales habría de salvar.
Este pasaje nos pone de cara frente a la realidad de que el sentido de la vida no consiste en buscar solo nuestro bienestar, que una mayor plenitud en saber que hemos vivido para un propósito mayor que los que hemos trazado para nosotros mismos y este no debe ser otro, sino el amor a Dios y el amor servicial por nustro prójimo.
Aplicaciones prácticas:
Vive para algo más que para ti mismo. Es una verdadera tragedia encontrarnos viviendo una vida solo para nosotros. La amargura y la infelicidad son la cosecha del egoísmo. Pídele a Dios que te dé un corazón de servicio. Un amor desinteresado por los demás, especialmente por aquellos que ha puesto cerca de ti.
Servir a Dios no garantiza que no sufriremos:Pablo fue un gran hombre de Dios, dispuesto a dar su vida por la causa de Cristo, pero eso no garantizó el no sufrir, por el contrario, él pudo ver la obra de Dios, incluso en sus más profundos dolores. Estar en Cristo no es una garantía de que no vamos a sufrir, pero sí nos garantiza que, cuando el sufrimiento aparezca, Él estará con nosotros.
Ama con sacrificio: Pablo nos enseña que el amor verdadero implica sacrificio. Este tipo de amor es un reflejo del amor de Cristo, quien dio Su vida por nosotros. Busca formas prácticas de amar sacrificialmente a quienes Dios ha puesto en tu vida. Eso no necesariamente implica que tengas que morir por otro, aunque podía ser el caso, pero solo tienes una vida; así que, todos los días, estás teniéndolo oportunidades para mostrar el amor verdadero, uno que no es emotivo ni superficial sino el que se niega a sí mismo por el bienestar del otro.
Oración:
Señor, gracias por el ejemplo de Pablo, quien no valoró su vida para sí mismo, sino que la entregó por el evangelio y por amor a los demás. Ayúdame a vivir con valentía, propósito y un amor sacrificial que refleje el carácter de Cristo. Enséñame a terminar bien la carrera que me has encomendado. En el nombre de Jesús, amén.
Lecturas del plan para hoy:
Génesis 21, Mateo 20, Nehemías 10, Hechos 20.