Versículo base: “Y los escribas y los fariseos, viéndole comer con los publicanos y con los pecadores, dijeron a los discípulos: ¿Qué es esto, que él come y bebe con los publicanos y pecadores?” (Marcos 2:16)
En tiempos de Jesús, la mesa era un lugar de comunión y significado profundo. Compartir los alimentos implicaba aceptación y cercanía. Cuando los fariseos vieron a Jesús cenando con publicanos y pecadores, no pudieron entender cómo un maestro respetado se rodeaba de aquellos considerados indignos. Sin embargo, esta acción no era un descuido de Jesús, sino una manifestación clara de su misión: buscar y salvar lo que se había perdido.
Entendiendo el Pasaje
En el mundo judío del primer siglo, los fariseos eran los guardianes de la pureza religiosa. Se esforzaban por separarse de todo lo “impuro”, incluyendo a aquellos que consideraban pecadores notorios, como los publicanos, recaudadores de impuestos que trabajaban para el Imperio Romano y eran vistos como traidores. Sin embargo, Jesús desafía estas normas. No evitó a los marginados ni se resguardó en un círculo exclusivo de justos. En cambio, se acercó a los que más necesitaban su gracia.
Jesús no solamente habló de amor y misericordia; las vivió. Su disposición a compartir la mesa con los considerados indignos mostraba que su reino era para los que reconocían su necesidad de él. No vino a buscar a los “justos” en su propia opinión, sino a los enfermos que necesitaban del Médico Divino.
Tres Verdades Bíblicas
- Jesús rompe las barreras religiosas y sociales En un mundo que segrega y etiqueta, Jesús derrumba las paredes que nos separan. Él se acerca a aquellos que otros rechazan. Si alguna vez te has sentido indigno de su amor, recuerda que él mismo se sentó a la mesa con los rechazados de su tiempo. ¡Tú también tienes un lugar con él!
- La gracia de Dios es para los que reconocen su necesidad Los fariseos creían que su justicia los hacía aceptables ante Dios. Pero Jesús mostró que solo aquellos que admiten su necesidad pueden recibir su gracia. No se trata de lo que hemos hecho, sino de reconocer que necesitamos la redención que solo Cristo puede ofrecer.
- Jesús nos llama a amar como él amó Así como él se acercó a los pecadores, nosotros también estamos llamados a reflejar su amor. No podemos vivir una fe que excluya a los que más necesitan a Dios. Amar como Jesús implica salir de nuestra zona de comodidad y compartir su gracia con quienes el mundo rechaza.
Reflexión y Oración Jesús nos enseña que su gracia no es para un grupo selecto de “buenos”, sino para todos los que están dispuestos a recibirla. Él nos desafía a mirar a nuestro alrededor y extender su amor a quienes el mundo ignora. Que no seamos como los fariseos, juzgando a otros desde lejos, sino como Jesús, acercándonos con compasión.
Señor, gracias por tu amor incondicional. Ayúdanos a ver a las personas como tú las ves, sin desprecio ni juicios. Danos corazones dispuestos a compartir tu amor con aquellos que más lo necesitan. Que nuestra mesa esté abierta, así como la tuya lo estuvo. Amén.
Lecturas del plan para hoy:
Génesis 31, Marcos 2, Ester 7, Romanos 2.