El cristiano y la política

En la época de los años 60’s en Colombia, un nuevo movimiento teológico que se había arraigado en Brasil, comenzó a tomar fuerza. La conocida Teología de la Liberación encontró cabida en un país afectado por las guerras bipartidistas (conservadores y liberales), enmarcada además en el contexto de la recién triunfante revolución Cubana.

La nueva ola teológica proponía no solo un sistema de participación activa de los creyentes en las causas sociales y la defensa de la dignidad de los más pobres, sino también una interpretación sesgada de las Escrituras con el propósito de presentar argumentos a favor de la participación de los cristianos en la transformación política y social de los pueblos. La consigna de la teología de la liberación era: “La salvación cristiana no puede darse sin la liberación económica, política, social e ideológica, como signos visibles de la dignidad del hombre.”

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Podría decir que la Teología de la Liberación surge como respuesta al postulado marxista de la religión como “el opio de los pueblos”. Según Marx, la fe hacia que las personas pusieran su mirada en un estado de paz y total plenitud (como drogados por opio)  en el futuro, lo cual los llevaba a ser indiferente en las cusas sociales y la participación activa en la transformación política en el presente. La teología de la liberación es pues, un intento de armonizar la filosofía marxista con el Cristianismo.

Mi propósito no es hacer un recuento histórico de la mezcla entre religión y política, pero quise traerlo a colación porque parece que esta “teología” se ha reinventado hoy. Quizás en procesos paralelos, pero con casi las mismas motivaciones – humanistas en últimas instancias- hoy encontramos a la iglesia (y no me refiero solo a la iglesia católica)  “preocupada” por ejercer gobierno, control político, transformación social desde  los estrados gubernatales. Pero ¿cuál es el límite de esta participación?  ¿A cuestas de qué? ¿Qué dice la Escritura? Tratar de dar respuesta a esas preguntas es lo que pretende este post.

Los cristianos si participan en política

He escuchado a menudo personas que me dicen:- Nosotros como cristianos no podemos ser indiferentes a la política, eso es religiosidad. – A estas alturas quizás es necesario aclarar algunos conceptos.

Creo conveniente citar un libro que aborda este tema como ningún otro: La fe cristiana frente a los desafíos contemporáneos de John Stott (pg 35):

Las palabras «política» (sust.) y «político»(adj.) pueden usarse en sentido amplio o en sentido restringido. En sentido amplio, «política» denota la vida de la ciudad (pólis) y las responsabilidades del ciudadano (polítes). Se relaciona, pues, con toda nuestra vida dentro de la sociedad. La política es el arte de vivir juntos en una comunidad. Por otra parte, en sentido restringido, la política es el arte de gobernar. Está relacionado con la elaboración y la adopción de políticas de gobierno específicas con vistas a que se perpetúen en la ley

En ese sentido los cristianos nos vemos involucrados en la política (en su sentido más amplio) a diario. Todos nosotros trabajamos a diario por una vida en sociedad, y eso es participar en política.

La cuestión surge alrededor del otro sentido en que la política debe ser entendida; es si los cristianos están llamados a participar de la política en un sentido estricto, a lo que me referiré de ahora en adelante como práctica política.

Los cristianos y las aspiraciones al gobierno

Hemos contemplado la definición de política, al mismo tiempo que hemos sentado como base el hecho de que los cristianos si participamos en política, en un sentido general.  Pero ¿y qué de gobernar, de aspirar a cargos? ¿Cuál es la relación que debe tener un cristiano con la política en cuanto a la definición más estricta de la palabra?

Hay varias cosas que decir al respecto:

Como cristianos también estamos involucrados de manera directa o indirecta con la práctica política.

Por ejemplo; es propio que un cristiano acuda a las urnas a elegir a algún candidato, preferiblemente a alguien identificado con los valores de la familia y la protección de los mismos. Elegir es también manifestar agradecimiento a gobiernos que facilitan el libre ejercicio de la expresión religiosa y que garantiza los derechos relacionados a ella.

Un cristiano puede aspirar a algún cargo político, siempre y cuando eso sea entendido como un llamado

José, Daniel, Mardoqueo, entre otros, ejercieron cargos políticos en la biblia, pero siempre asociados a un plan y a un propósito específico. No es propio, por ejemplo, que un pastor abandone el ministerio al que Dios lo ha llamado para ejercer la práctica política, o que en su defecto alterne ambos oficios  (1 Tim 2:4)

El cristiano debe permanecer con una perspectiva realista de la práctica política.

No se puede pretender ver en la política el medio por el cual todos los problemas sociales y de desigualdad humana van a ser resueltos. A menudo los cristianos yerran al creer que mezclar política mas fe hace que haya más poder para ejercer cambios y eso no es cierto. La política sigue regulando la práctica de gobernar, pero el cambio social  está ligado a la transformación de los gobernados, hombres caídos y de naturaleza pecaminosa y eso no lo puede hacer la política

La pragmática de la política de  un cristiano debe ser siempre bíblica.

La práctica política involucra un sistema de necesidades que deben ser suplidas por los gobernantes, el cristiano debe aceptar el reto de permanecer fiel a los principios y a las cosmovisión bíblica

El testimonio del evangelio.

Existen estigmas casi imborrables, al menos en el contexto latinoamericano, en cuanto a la política: – Los políticos son corruptos.

El cristiano que asuma el llamado, debe tener la responsabilidad de responder por su testimonio, al mismo tiempo que el testimonio de Cristo. Nosotros somos bienaventurados cuando dicen toda clase de mal contra nosotros MINTIENDO (1 Ped 4:14), en tal caso sea bienvenido todo vituperio, pero si diciendo verdad somos acusados, el testimonio nuestro y de la iglesia queda evidentemente expuesto(1 Ped 4:15).

En esto Daniel, José y Mardoqueo (por mencionar solo a algunos), preservaron su integridad y fidelidad al Señor siempre.

Gobernar no fue el llamado primordial de Cristo y tampoco de la Iglesia

La teología humanista, como toda falsa teología, propone, usando textos fuera de su contexto, que el llamado de la iglesia es gobernar en esta tierra hasta el retorno de Cristo. Desde una mala interpretación de las Escrituras, asocian expresiones como: – “establecer el Reino”, “ejercer dominio”, “tomar posesión” etc –  al hecho de gobernar políticamente el mundo, eliminando por completo la idea del retorno de Cristo y el establecimiento de un reinado de paz eterno.

Este pensamiento  está lejos de una sana teología y atenta contra doctrinas fundamentales. La iglesia no ha sido llamada a eso, ni siquiera Cristo pretendió establecer un partido político, aun cuando muchos han sugerido eso. Esto dice John Stott al respecto:

… podemos preguntarnos si Jesús participó en política. Si consideramos el último sentido, el más restringido, es evidente que no. Nunca organizó un partido político, ni adoptó un programa político, ni dirigió una protesta política. No dio ningún paso para influir en las políticas de César, de Pilato, ni de Herodes

La confusión al respecto del papel de Cristo no es nueva. La creencia de un mesías político prevalecía incluso antes de su venida, incluso Juan el Bautista, quien  había visto a Jesús, lo había identificado como el Cordero de Dios, y había visto sobre el la señal de ser el Mesías, pero al ver que el malvado Herodes seguía gobernando; envió a preguntar a Jesús: ¿Eres tú aquel que había de venir, o esperaremos a otro? (Mt 11:3)

La respuesta del Señor  deja claro su verdadero propósito:

Respondiendo Jesús, les dijo: Id, y haced saber a Juan las cosas que oís y veis.
Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio. (Mt 11: 4-5)

Su gobierno era espiritual, el libertaría del yugo del enemigo y del pecado a las almas que no podrían hacer nada por sí mismos.

El verdadero papel de la iglesia

¿Cuál es entonces el verdadero papel de la iglesia? Hemos recibido para proclamar, un mensaje con un poder  de trasformación mayor que el político (Rom 1:16);  un llamado mayor que el llamado político (Mt :2819); una autoridad mayor que la autoridad política (Mt 28:18) y hemos recibido un nivel de influencia mayor que la influencia política (Mt 5:13-16), por tanto vayamos y anunciemos el Evangelio a toda Criatura, levantemos el nombre de Cristo y confiemos en el poder que el imprime a ese mensaje para preservar el mundo. Ese es nuestro llamado y nuestra verdadera prioridad.

 

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Jacobis Aldana

Está casado con Keila y es padre de Santiago y Jacobo. Jacobis sirve en el ministerio pastoral desde 2010. Es licenciado en Teología del Seminario Teológico de Miami (MINTS) y actualmente candidato a Maestría en Divinidades en Midwestern Baptist Theological Seminary. Ha servido como director editorial en Soldados de Jesucristo y es miembro fundador de la Red de iglesias Bíblicas del Caribe Colombiano y también trabaja como maestro-directivo de la fundación de Estudios Bíblicos Alfa y Omega.