Hace algunos años ha venido tomando fuerza lo que podríamos llamar un despertar de la iglesia actual; hombres temerosos de Dios que han regresado a aquello que la iglesia jamás debió dejar de lado, la Escritura.
Países como Republica Dominicana y Colombia, hoy tienen excelentes predicadores y ministros, que haciendo un uso correcto de la tecnología, como las redes sociales, han comenzado a levantar sus voces en contra de la teología de la prosperidad o el desorden frenético de la iglesia carismática, que tanto daño le vienen haciendo a la iglesia Cristiana.
Cada día para la gloria de Dios, son más las iglesias que sin importar que se vean diezmadas en su número de miembros, regresan a una predicación expositiva, que abren sus puertas para un estudio responsable de la Palabra de Dios, y que por la bendita gracia del Señor sus muchas bancas vacías se están llenando hoy, no de cabritos con comezón de oír, sino de ovejas sedientas de recibir verdadero alimento.
Así que ahora comenzamos a ver el despertar de una iglesia que durmió cómodamente y se dejó endulzar los oídos con fabulas, estamos comenzando a ver soldados valerosos que le están mostrando al mundo lo que es en realidad la iglesia de Cristo. Cada día hay más seminarios llenos de varones que han tomado la decisión de prepararse, muchos dejando a un lado sus trabajos cotidianos y embarcándose en ese maravilloso llamado que solo por fe se puede aceptar.
Así que, de todo este movimiento y despertar, surge muchas veces una pregunta; teniendo en cuenta que al hacer un estudio diligente y responsable de la escritura, entendemos que su labor no está en el pastorado ¿cuál es entonces el papel de la mujer en este despertar de la iglesia?
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Tristemente solemos pensar que el no tener acceso a un púlpito nos aísla del ministerio; pensamos tal vez que el servicio de la mujer dentro de la congregación se limita a la escuela infantil o al coro, así que muchas mujeres comienzan a sentirse inútiles o rezagadas en el servicio, pero nada más lejano de esto es lo que vemos en la escritura respecto al papel de la mujer en la congregación.
El Señor Jesús siempre estuvo acompañado de mujeres que le sirvieron activamente con su tiempo, con sus bienes, con sus talentos; El apóstol Pablo también se rodeó y se sirvió de mujeres en su ministerio, por eso negar que las mujeres estemos dotadas de dones dados por el Señor para su obra seria negarlo a El mismo.
De manera que así como hoy vemos un despertar en los varones y un deseo por llevar el verdadero evangelio a creyentes y no creyentes, debe también haber un despertar en nosotras las mujeres para hacer esto mismo, pero en el rol que el Señor nos ha dado.
Así que para que comprendamos y nos preparemos para esta batalla, hoy quiero compartirte 5 áreas en las que nosotras las mujeres debemos sumarnos a este despertar de la iglesia contemporánea:
Muestra al mundo una correcta imagen de la mujer Cristiana.
La liberación femenina, la globalización, el intercambio cultural y el afán mediático de explotar el mercado femenino, han llevado a que vertiginosamente se deteriore la imagen de la mujer en los últimos años; hablar de recato, modestia y santidad es equivalente a hablar de temas arcaicos, es casi un insulto para la mujer moderna y liberal escuchar palabras como sujeción, maternidad y hogar.
Pero es allí donde nosotras como mujeres creyentes debemos comenzar a actuar y a impactar, nuestras voces tienen que comenzar a oírse, pues muchas veces cuando son los varones quienes tratan estos temas, el público femenino los tacha de machistas. Nuestras voces no pueden callarse cuando el mundo discute temas trascendentales como el aborto, el cuidado de los niños en casa, el matrimonio, etc.
No solo nuestra voz debe comenzar a resonar en esta época, sino que nuestro vivir, nuestro actuar y nuestro pensar deben estar acorde a ella; cosas que parecen tan simples como nuestra manera de vestir o de comportarnos, tienen que ser cosas que marquen una diferencia total con el resto de las mujeres, (1 Pedro 2:9) Debemos esforzarnos día a día por eliminar de nuestra mente toda aquella basura con la que hemos sido formadas y permeadas, debemos llenar cada rincón de nuestra mente con la Palabra de Dios (Romanos 12:1-2) debemos recordarnos constantemente que debemos ser luz y sal (Mateo 5:14) y que nuestra tarea más importante es vivir dando testimonio de aquel que nos llamó de muerte a vida.
Finalmente, aunque el mundo quiera negarlo, sus ojos están puestos en nosotros los creyentes para comprobar la veracidad de lo que predicamos, así que nuestra vida debe reflejar todas las verdades del evangelio.
Estudia la escritura y prepárate para dar la batalla
Hoy tenemos a mano miles de recursos con los cuales podemos estudiar la Palabra y formarnos en ella, pero seguimos siendo esas Martas; afanadas y enredadas en la cotidianidad olvidando la mejor parte, como bien lo dijo el Señor.
Así que no hay excusa para no unirnos a algún grupo de estudio en nuestra iglesia, o para formarnos virtualmente si es necesario, no podemos subutilizar herramientas tecnológicas importantes como el internet en cosas superficiales.
Sé que muchas veces el reloj parece girar muy rápido y no darnos oportunidad ni de tomar un respiro, pero seamos honestas, en esos momentos en los que el reloj se detiene un poco, muchas veces no hacemos un uso adecuado del tiempo.
No te conformes con 30 minutos de un devocional, o con 60 minutos semanales de la exposición de la Palabra en tu iglesia, busca de Dios, da la milla extra (Salmos 42:1) es muy importante mantener ese anhelo constante por la palabra de Dios, la formación teológica que tu recibas no solamente te enriquecerá a ti, sino que será de gran bendición para tu esposo, tus hijos, tus familiares, tus amigos, tus vecinos.
Es muy distinto cuando enfrentamos un debate o damos una explicación o un consejo, basándonos en nuestras propias palabras, que cuando, lo hacemos basándonos en la Palabra de Dios. (Hebreos 4:12) Que tu boca sea llena de palabras sabias.
Levanta hijos, nietos, sobrinos temerosos del Señor y con hambre y sed de su palabra.
La responsabilidad de nuestra formación teológica, va mucho más allá de que tengamos un correcto conocimiento de Dios que nos alimente a nosotras mismas; a nosotras las mujeres se nos ha concedido instruir y formar a nuestros pequeños hijos, nietos e incluso a todos los pequeños que tenemos a nuestro cuidado e instrucción en la escuela infantil de nuestras congregaciones, así que ¿con qué responsabilidad estamos haciendo esto? De la misma forma que la leche materna es un alimento indispensable en el crecimiento y el desarrollo de los niños, así mismo es la Palabra de Dios enseñada desde temprana edad.
Tenemos una gran responsabilidad en nuestras manos, muchos de esos pequeños que hoy enseñamos serán los grandes hombres que mañana estarán pastoreando una congregación y sirviéndole al Señor apacentando la grey.
Discípula, anima y acompaña a otras mujeres desarrollando el mandato de Tito 2:3-5
El mundo siempre habla de las rivalidades entre mujeres, de las envidias, celos y rencillas que muchas veces surgen entre nosotras, si bien tenemos un carácter diferente al del varón y una mayor sensibilidad para muchos asuntos, todas esas emociones y características propias de nuestro genero debemos usarlas de la forma correcta, no como el mundo nos ha estigmatizado sino de la forma que el Señor espera que lo hagamos, para su servicio y para su Gloria.
Así que no subestimemos el terreno fértil que tenemos a nuestro alrededor para sembrar la palabra, hay muchas mujeres que comparten las mismas dudas, los mismos temores, las mismas alegrías y expectativas; seamos esas mujeres prudentes y sabias que puedan edificarse unas a otras, acompañarse y apoyarse.
Pongamos al servicio de Dios aquellos dones que el mismo nos ha dado para la edificación de su cuerpo, una iglesia cuyas mujeres son edificadas en la Palabra es una iglesia que tendrá familias piadosas, niños y jóvenes temerosos de Dios y varones que encuentran el apoyo ideal en su ayuda idónea, para dedicarse a todas aquellas labores para las cuales el Señor les ha dispuesto.
Desempeña en excelencia el papel de ayuda Idónea para al que has sido llamada.
Cuando leemos Proverbios 31 vemos toda una referencia que nos da la escritura de lo que debe ser una mujer virtuosa (aquello que todas estamos llamadas a ser), muchas veces olvidamos que Proverbios 31 es la indicación de una madre a su amado hijo para que supiera elegir la esposa adecuada, aquel hijo era el rey Lemuel. Cuán importante era la elección de una esposa para un varón con una responsabilidad tan importante ¿verdad? Esta mujer debía acompañar al rey, apoyarlo, amarlo, cuidarlo, ayudarlo.
Nuestro papel como esposas y madres es tan importante que la Palabra misma dice que una mujer sabia sabe edificar su casa, una necia por el contrario con sus manos la destruye (Proverbios 14:1) y todos sabemos que el núcleo de la sociedad es la familia, así que grande es nuestra responsabilidad ante el mundo pero sobre todo ante Dios.
¡Así que ánimo, es el tiempo de prepararnos, de formarnos, de deleitarnos en conocer a ese grandioso Dios al que amamos y servimos y al cual le debemos todo lo que somos!