El propósito de la música en la adoración (Parte II)

El Señor de la adoración

Estamos haciendo un breve estudio sobre el rol de la música en la adoración, basado en Colosenses 3.16. Dado que este artículo es continuación de una serie, es recomendable haber leído el primero antes de proceder con la lectura.

Lee el primer artículo de la serie aquí

Anteriormente, examinamos la primera parte del texto. Entre otras cosas, vimos que el cántico de adoración es un vehículo de enseñanza y exhortación. Ahora veremos algunas implicaciones en la parte central del texto: “cantando con gracia en vuestros corazones al Señor”.

Al Señor

Mencionamos que la música cristiana se compone de un plano vertical (en dirección a Dios) y un plano horizontal (en dirección a los hermanos). Ya hablamos de su plano horizontal, sin embargo, a pesar de que cantamos “unos a otros”, es importante entender que la audiencia principal de nuestros cánticos es el Señor. Esto pareciera ser de sentido común, pero ¿entendemos lo que implica?

En nuestra cultura la palabra “señor” suele utilizarse como manera respetuosa para referirse a un varón. Es tan cotidiano que fácilmente se pasa por alto que es una alusión al señorío de Dios. Aquí la palabra Señor es κύριος rios, proviene de κῦρος kúros (supremacía), un título de respeto que significa supremo en autoridad[i]. Esta palabra puede ser intercambiable con soberano, amo o dueño. El hecho de que Dios sea nuestro Señor, nos coloca en la posición de siervos (Ro 6.18, 22; Fil 1.1; 1 Pe 2.16) y subordinados (Jn 3.36; Hech 5.29; He 5.9). Somos insignificantes (Job 40.3-5; Is 64.8; Ro 9.20-21; 1 Co 1.26-28), por lo que no hay lugar para la altivez (Is 42.8; 48.11).

Cantar al Señor implica hacerlo como siervos, por lo que nuestra manera de cantar debe reflejar el carácter y la actitud de un siervo; por lo tanto, debe hacerse con respeto, humildad, humillación y obediencia a Sus estatutos. El cántico de alabanza es una actividad sublime y solemne, no debe mostrarse irreverente.

La dificultad surge cuando cada cual tiene su propia idea de lo que es irreverente o sublime y solemne, por lo que muchos llegan a considerar este asunto como subjetivo. Sin embargo, Dios ha establecido parámetros objetivos para la adoración adecuada, entonces es responsabilidad de cada creyente estudiar el tema a la luz de las Escrituras, poniendo cada texto en su contexto. Los parámetros de nuestra adoración no deberían verse influenciados por razonamientos u opiniones personales, sino por lo establecido por el Señor. La Confesión de Fé de Westminster lo expresa de la siguiente manera:

«La forma aceptable de adoración al Dios verdadero, está instituida por Él mismo, y está de tal manera limitada por su propia voluntad revelada, que no debe ser adorado según las imaginaciones e invenciones de los hombres, o según las sugerencias de Satanás; bajo ninguna representación visible, o en alguna otra forma que no esté prescrita en la Biblia (Dt. 12:32; Mt. 15:9; Hch. 17:25; Mt. 4:9-10)[ii].”

Es triste ver cómo hoy se da prioridad al razonamiento personal, antes que a la autoridad bíblica, para establecer parámetros en la adoración. Dado que nuestros cánticos van dirigidos al Señor, la alabanza nunca debe convertirse en un espectáculo de entretenimiento personal; el modelo bíblico de adoración no es el que vemos en estos mega conciertos donde van las masas a divertirse en nombre de la “adoración».

Cantando

Colosenses 3.16 presenta el cántico de alabanza como un medio utilizado por Dios para ayudarnos a que la palabra de Cristo more en abundancia en nosotros y así ayudarnos a ser llenos del Espíritu Santo. Por otra parte, en Efesios 5.18-21 encontramos un pasaje paralelo donde se nos presenta el cantar, no como un medio para ayudarnos a ser llenos del Espíritu Santo, sino como resultado de la llenura del Espíritu.

El pasaje de Efesios compara la llenura del Espíritu Santo con la embriaguez. De la misma manera que un individuo controlado por el alcohol se conduce y habla de cierta manera que pone en evidencia su embriaguez, la llenura del Espíritu Santo se aprecia al ver las acciones y manera de hablar características de uno que es controlado por Dios; habla al Señor con cánticos y alabanzas, muestra una actitud de gratitud hacia Dios, se conduce con amor, lleva una vida de pureza, es sumiso a los demás, entre otras cosas que podemos ver a lo largo del capítulo.

John MacArthur define la llenura del Espíritu Santo de la siguiente manera: «La llenura del Espíritu no es una experiencia de éxtasis emocional, sino un control asiduo de la vida como resultado de la obediencia a la verdad de la Palabra de Dios.[iii]«

El cántico produce llenura de la palabra de Dios, lo que a su vez produce llenura del Espíritu Santo, lo cual redunda en más cántico, formándose un ciclo de retroalimentación. Así vemos que nuestros cánticos son de Él, por Él y para Él, al igual que todas las cosas (Ro. 11.36).

Con gracia en vuestros corazones

El cántico de alabanza debe realizarse con gracia. La palabra gracia es χάρις [járis]; significa de manera o acción gratificante. Se refiere a la influencia divina sobre el corazón y su reflejo en la vida. También podría traducirse como «con gozo» o «con gratitud»[iv]. Cantar con reverencia no es cantar en estado de desinterés, falta de entusiasmo o indiferencia. Si hay alguien que tiene motivos para emocionarse y adorar a Dios con gozo y sonrisa, es aquel que ha visto la hermosura de Cristo y le sigue. La adoración debe proyectar la continua obra de Dios sobre la vida del adorador.

Así como hay formalismos extremos, también existe una contraparte en la que se confunde el gozo con la algarabía; debemos mantener en perspectiva que adoramos al Rey de reyes, no hay cabida para el descontrol y el desorden. En Habacuc 2.20 Dios demanda reverencia desde su santo templo (el cielo; Sal 11.4) sobre toda la tierra. Cuando adoramos a Dios debemos entender que estamos adorando a Quien está sentado con majestad y poder sobre su trono, gobernando sobre toda la creación.

Dios es celoso, de tal manera que su nombre es Celoso (Éx 34.14) y cela la manera en la que le adoramos; por tanto dio a Israel directrices sobre la realización de su música en la adoración. Tales normas muestran Su carácter inmutable y, lamentablemente, con frecuencia son pasadas por alto.

Existe la idea de que la adoración es algo muy personal, que cualquier forma de hacerlo es aceptable y que Dios solo mira la intención. Sin embargo, Dios da importancia a la manera como se adora; su palabra muestra formas de adorar inaceptables. Nadab y Abiú pagaron con su vida el haber sido desobedientes a lo establecido por Dios en la forma de ofrendar el incienso (Lev 10.1-2), lo cual era parte de la adoración. Dios no se conforma con buenas intenciones, demanda respeto a sus directrices.

Además, se nos manda a cantar “en vuestros corazones”. La palabra corazones es καρδία [kardía]; envuelve no solo el sentimiento, sino también el pensamiento[v]. Si nuestra mente no está envuelta en lo que cantamos, ¿cómo seremos enseñados y exhortados? El tiempo de cantar alabanzas a nuestro Dios debería ser un tiempo de concentración, en el que nuestra mente esté sumergida en profunda meditación y reflexión. La falta de meditación en lo que se canta resulta en un infructuoso mover de labios.

Concluyendo

Con esto concluimos el segundo artículo de esta serie. Hasta ahora no hemos hablado nada sobre la parte musical de los cánticos, pero ¿tiene este texto algo que decir con relación al contenido musical? Lo discutiremos en el próximo artículo, cuando concluiremos con esta serie.

Que el Espíritu Santo nos guíe a toda verdad. ¡Bendiciones!

[i] Strong, J. (2002). Nueva concordancia Strong exhaustiva: Diccionario (G2962). Nashville, TN: Caribe.

[ii] Alvarado, A. R. (Trad.). (2010). Los estándares de Westminster y la forma de gobierno de Westminster (p. 78). Guadalupe, Costa Rica; San Juan, Puerto Rico: CLIR; Sola Scriptura.

[iii] MacArthur, J. (1997). Biblia de Estudio MacArthur (Col 3.16). Nashville, TN: Thomas Nelson.

[iv] Strong, J. (2002). Nueva concordancia Strong exhaustiva: Diccionario (G5486). Nashville, TN: Caribe.

[v] Strong, J. (2002). Nueva concordancia Strong exhaustiva: Diccionario (G2588). Nashville, TN: Caribe.

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Gabriel Rodriguez

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