Hoy me levanté con la noticia de que las autoridades en Bogotá ordenaron el cierre del establecimiento donde se llevaría a cabo el concierto de la banda de rock sueca Marduk.
Este tema ha sido polémico en medios de comunicación y especialmente entre cristianos y más en el contexto de lo sucedido en Guatemala donde el Congreso de ese país también ordenó que el concierto se cancelara por atentar contra la moral y el fervor religioso.
Creo que lidiar con esto no es tan simple como parece, por lo que he decidido escribir este post para dejar plasmada aquí mi opinión al respecto.
Sobre la competencia de la iglesia
Al respecto de los que opinan que la Iglesia no debe intervenir en temas como estos porque es moralmente incompetente, me parece asumir demasiado riesgo para congraciarse con la libertad. Desde esa perspectiva la iglesia no debería oponerse al aborto, porque hay hombres adúlteros liderando, tampoco a la corrupción porque hay pastores ladrones y si continúa con la lista, desde esa premisa, la iglesia no debería decir nada en oposición a la maldad de manera pública, lo que ya suena grave.
Estoy de acuerdo que la iglesia debe condenar internamente la hipocresía y la falta de coherencia en términos generales, pero eso no es un pre-requisito para oponerse a la maldad sino parte de lo mismo, es decir, oponerse a la maldad va junto a condenar la hipocresía.
Sobre la competencia del Estado
Al respecto de argumento acerca de que no debemos pedir al Estado que regule asuntos tan triviales como la música que se escucha, basado en caprichos religiosos, creo que aquí es donde está precisamente el punto crítico.
Yo estoy de acuerdo con un Estado no intervencionista, creo que eso es sano, sin embargo, una de las funciones delegadas al Estado es la administración de la justicia, funcionando así como instrumento para preservar el orden social y castigar el mal (Rom 13:1-5).
En ese sentido parte del elemento de justicia se expresa en la protección de las libertades individuales y colectivos y la garantía de derechos mínimos, nada nuevo hay debajo del sol ni nada que el Estado haya inventado al respecto de esto que no venga de Arriba: la protección a la propiedad privada, la administración de justicia por homicidios, la salvaguarda de la moral y la integridad individual, todo proviene de la ley escrita en los corazones de los hombres.
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Ahora bien, con eso en mente, lo que vemos al menos en el caso de Colombia es que la garantía de las libertades y más específicamente de la libertad religiosa, es que ella excluye el ejercicio de prácticas satánicas y espiritistas. Y aquí quiero citar textualmente la ley 133 que regula la libertad de culto en nuestro país:
Artículo 4: El ejercicio de los derechos dimanantes de la libertad religiosa y de cultos, tiene como único límite la protección del derecho de los demás al ejercicio de sus libertades públicas y derechos fundamentales, así como la salvaguarda de la seguridad, de la salud y de la moralidad pública, elementos constitutivos del orden público protegido por la ley en una sociedad democrática.
Artículo 5º. No se incluyen dentro del ámbito de aplicación de la presente Ley las actividades relacionadas con el estudio y experimentación de los fenómenos psíquicos o parapsicológicos; el satanismo, las prácticas mágicas o supersticiosas o espiritistas u otras análogas ajenas a la religión. (Énfasis añadido)
Lo que vemos aquí es a un estado que ya legisló (1993) no uno al que se le pide que legisle y no sobre asuntos de música, ese no es el punto, toda vez que otras bandas de rock y especialmente del género black metal han visitado Colombia y en convocatorias mucho más grandes. El puntos es que esta banda en particular declara y profesa una filosofía, un ejercicio espiritista al rededor del satanismo y la instigación al odio religioso (ver un fragmento de sus letras al final)
Sí pedimos que el estado no intervenga en asuntos de libertad religiosa, deberíamos renunciar a nuestro derecho amparado en la ley de proclamar con libertad el Evangelio y pedir de paso que se incluya un culto a Satanás que hasta ahora ha sido restringido y es hasta allá a donde mi conciencia no llega.
Desde mi punto de vista, un Estado que legisla, aún cuando nos parezca intervencionista, en favor de la salvaguarda de la moral, es una expresión de la gracia común de Dios y es preferible ante uno indiferente al fervor religioso.
Sobre la misión de la iglesia
Por último, ante el argumento de que eso no reemplazará la evangelización y que no hará más moral al país, estamos de acuerdo. Pero oponerse a la maldad también es parte de nuestro llamado.
Oponerse a la práctica pública y la socialización del satanismo no es menos importante que oponerse al aborto, al feminismo o la ideología de género.
Nuestro deber sigue siendo el mismo en cuanto a predicar el bien. Nuestro llamado sigue siendo enseñar a nuestros hijos en el temor de la verdad (Ef 6:4) y confiar en el poder del Evangelio para transformar a una nación, pero eso y oponerse a las expresiones de maldad no son cosas excluyentes.
Quiero aclarar aquí para terminar, que no estoy de acuerdo con los cristianos que han hecho un show espiritual alrededor de esto, asociándolo a una guerra en el inframundo que ha sido ganada convirtiéndolo así en un tema cargado de misticismo.
Hago un llamado a la sensatez y pensar con una mente renovada para poder responder con gracia y presentar defensa con mansedumbre.
Apéndice: Fragmento de la letra de la canción: Jesus Christ Sodomized de Marduk (una de las más amables)
Jesús, el hijo de las reglas, se encuentra en lo alto
Jesús fuiste tú quien chamuscó el cielo
Jesús hipócrita, serás el primero en freír
Jesús desprecia la derrota, cállate y muere!
Jesucristo – sodomizado
No tomamos la reverencia para el niño ángel
Jesucristo – sodomizado
Todo tu amor debe ser destruido
Jesús desde las profundidades tu rugido fatal muerte
Jesús tus días de gloria pertenecen a antaño
Jesús asqueroso escoria contemplar aborrecer
¡Jesús, tu madre, era una ramera maloliente!
Jesucristo sodomizado
No tomamos la reverencia para el niño ángel
Jesucristo sodomizado
Borracho de tu sangre nos volvemos salvajes