Cuando una persona solicita ser miembro de nuestra congregación, solemos entregar un formulario con algunas preguntas de rigor antes de comenzar con el proceso. La primera de esas preguntas es: ¿Qué es el evangelio?
Estamos plenamente convencidos que la respuesta a esa pregunta determinará el estado doctrinal de esa persona.
Las personas suelen tener muchas ideas acerca de lo que el evangelio es en esencia. Algunos lo ven como un «estilo de vida», otros como una religión y otros son un poco más estrictos – (ven el evangelio como un cúmulo de normas de conducta, o una especie de lista blanca y negra con cosas buenas por hacer y otras malas que no se deben hacer) -.
Sin embargo, la biblia nos presenta una verdad mucho más gloriosa acerca de lo que es el evangelio. Y nosotros debemos preocuparnos por conocer correctamente dicha verdad y sus mismas implicaciones.
Pablo define el evangelio de la siguiente manera:
…Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; y que apareció a Cefas, y después a los doce… (1 Co. 15:3-5).
La biblia deja claro que el evangelio es, como su nombre lo indica (εὐ= buen; αγγέλιον=mensaje) un mensaje, un anuncio. El evangelio es la proclamación de la buena noticia de que el hombre no puede salvarse a sí mismo de su condición caída y de muerte (Ro. 2:13), pero que Dios en su gracia, proveyó el medio por el cual, la ira que demandaba su justicia contra los pecadores, ha sido satisfecha por su Hijo en la cruz del calvario. De modo que todo aquél que crea a ese anuncio recibirá vida eterna.
Con esto en mente responderemos la pregunta de este post, y de paso, la razón de ser del blog; ¿ Por qué el evangelio y nada más? Porque el evangelio es suficiente.
Es suficiente para salvar
Nosotros pudiéramos pensar en miles de métodos para traer a las personas al arrepentimiento, sin embargo, es sólo a través de la proclamación del mensaje del evangelio, que el Espíritu Santo obra para llevar convicción al alma perdida.
Pudiéramos ir a los perdidos con «buenos consejos» para que vivan una vida moralmente aceptable, pero eso no librará sus almas del infierno. como bien señala alguien: «El evangelio no es un buen consejo, el evangelio es una buena noticia».
Esa es la razón por la cual Pablo no se avergonzaba del evangelio (Ro. 1:16); porque el evangelio es el poder de Dios y no es para brindar un espectáculo emocionalista. Es el poder de Dios para darle vida a lo que está muerto; para salvar al judío primeramente y después al griego.
Es suficiente para santificar
Comúnmente se cree que el evangelio es sólo para los que aún no les ha alumbrado Cristo. Algunos ven el evangelio como el inicio de la vida cristiana. Sin embargo, el evangelio es también para los creyentes. Tim Keller señala: el evangelio no es un trampolín para arrojarnos a una piscina, él es la piscina.
[Tweet » El evangelio no es un trampolín para arrojarnos a una piscina, él es la piscina. T. Keller»]
La predicación del evangelio a los creyentes los lleva a una mejor contemplación de la Gloria de Cristo. Su proclamación resalta esa Gloria en el mayor esplendor que nuestros ojos puedan apreciar en esta tierra y cuando eso sucede nosotros vamos siendo transformados.
Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la Gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor (2 Corintios 3:18).
Es suficiente para Perseverar
El contemplar la Gloria de Cristo contenido en el evangelio, nos lleva a tener una percepción distinta de nuestros padecimientos y necesidades. Nuestra mirada deja de ponerse en las cosas de este mundo, movidos por aquel que sufrió hasta la sangre por el gozo puesto delante de Él.
Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar (Hebreos 12:1-3).
Es por eso que detesto el evangelio de la prosperidad, porque sustituye a Cristo por nuestros propios intereses, lo celestial es cambiado por lo terrenal, porque ve los padecimientos como una maldición y no como el participar de la Gloria del Salvador.
Es suficiente para alentar la seguridad de nuestra esperanza
El mensaje del evangelio produce en nosotros confianza en la esperanza a la que hemos sido llamados. El ver la glorificación de Cristo y la realidad de sus padecimientos por nosotros, nos lleva a contemplar con mayor regocijo las promesas de nuestra propia glorificación.
Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó. ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿Quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿Cómo no nos dará también con él todas las cosas? ( Ro. 8: 29:32).
Mi oración y mi deseo es que puedas meditar con más seriedad en la verdad del evangelio. Que seas atrapado por él y que se convierta en una necesidad diaria. El evangelio es suficiente. Si predicas regularmente la Palabra de Dios, si eres un creyente con llamado al ministerio y aun si el ejercicio de tus dones involucra la música, el diaconado o cualquier otra actividad, recuerda, el evangelio es suficiente; predícalo, cántalo, enséñalo, vívelo.
Mi oración a Dios es para que esto te haya sido de bendición.
Por favor, no olvides compartirlo.