Recordar es vivir

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“Recodar es vivir” esta frase, que usualmente se da en forma de exclamación y romántica, es muy común entre nosotros y parece transmitir la idea de que los momentos o eventos vividos en el pasado tienen un efecto de bienestar en el presente de quien los recuerda; sin embargo, más allá del romanticismo, podemos ver una forma en la que Dios usa los recordatorios de sus obras entre nosotros, pero no para proveer una emoción placentera, sino para impulsarnos a vivir con gratitud, esperanza y adoración. 

La Biblia es, por cierto, un libro de recordatorios. Está escrita para que nosotros acudamos a ella y veamos lo que Dios ha hecho, entonces tengamos esperanza. Para un creyente genuino hay un impulso para la vida, la piedad y la esperanza al mirar las grandes obras de Dios, como bien el Salmo 103:

Bendice, alma mía, a Jehová,

Y bendiga todo mi ser su santo nombre.

Bendice, alma mía, a Jehová,

Y no olvides ninguno de sus beneficios.

Él es quien perdona todas tus iniquidades,

El que sana todas tus dolencias;

El que rescata del hoyo tu vida,

El que te corona de favores y misericordias;

El que sacia de bien tu boca

De modo que te rejuvenezcas como el águila.

En la mañana de hoy nos concentraremos en el pedido de Dios a Israel, su pueblo, de establecer dos importantes recordatorios para ellos y las futuras generaciones de cuán grande ha sido su liberación y el propósito de la misma: salir para adorar y dedicarse al Señor. 

Este es precisamente el punto de nuestro sermón:

Dios espera que aquellos que son suyos recuerden Sus obras en medio de ellos, de modo que puedan vivir para Él siempre. 

Así que veremos en nuestro texto a la luz de esos dos mandatos asociados a los mencionados dos recordatorios:

  1. Un mandato a recordar su liberación 
  2. Un mandato a recordar para qué fueron liberados 

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