Manuscrito
Texto bíblico: Eclesiastés 10
En el sermón pasado vimos que la muerte iguala a todos, tanto al justo como al impío, al sabio como al necio; pero la solución no es la salida fatalista de vivir como se quiere sino vivir una vida equilibrada y con sabiduría.
Es cierto, como dijo el predicador, que vivir sabiamente no parece ser muy bien recompensado.
Pero veremos ahora en este capítulo 10 una colección de proverbios en la que el Predicador exalta la sabiduría por encima de la necedad. Y no solo eso, sino que continúa con la idea con la que terminó el capítulo 9:
“Mejor es la sabiduría que las armas de guerra, Pero un solo pecador destruye mucho bien.” Eclesiastés 9:18 NBLA
Aquí, se muestra cómo un poco de necedad termina siendo trágica por lo que el que quiere vivir días buenos debe mantenerse lejos de ella.
El predicador tiene pruebas suficientes para afirmar los grandes problemas que trae ser necio y con ello espera que sus lectores aprecien la sabiduría. Es afirmar el positivo a partir del negativo.
Es también una forma poética y muy estilizada de acercarse a la conclusión del libro: después de todo; y sabiendo que Dios tiene control de todo; es mejor ser sabio que necio y es mejor vivir como un sabio que como un necio.
Este es por lo tanto el argumento que abordaremos:
La necedad es destructiva mientras que la sabiduría es un camino seguro.
Y tal como pasa con los proverbios, no siempre es fácil ver una estructura lineal o progresiva; sin embargo, sí podemos agrupar estos proverbios en 3 grandes categorías, las cuales nos van a ayudar a abordarlos de manera más provechosa.
- La necedad y sus efectos en el individuo (1-3)
- La necedad y sus efectos en la sociedad (4-7, 16-17)
- La necedad y sus efectos en el trabajo y la vida (8-15; 18-20)
1. La necedad y sus efectos en el individuo (1-3)
“Las moscas muertas hacen que el ungüento del perfumista dé mal olor; Un poco de insensatez pesa más que la sabiduría y el honor.” Eclesiastés 10:1 NBLA
El predicador comienza con lo que es uno de los pasajes más conocidos del libro. Un proverbio de contraste que muestra el poder destructivo de la necedad en la vida del individuo.
La idea viene del capítulo 9: “un solo pecador destruye mucho bien” Y antes de hablar de la necedad y su carácter nocivo, quiero que precisemos algunos conceptos, no quiero darlos por sentado:
La necedad es la inclinación del corazón a hacer las cosas sin medirse, solo impulsado por las emociones primarias. Por los deseos. Es lo opuesto a la sabiduría y es propio de alguien que no razona o no piensa en las consecuencias de sus actos, sino que solo quiere satisfacer su apetito. Los necios no tienen en cuenta a Dios (Sal 53:1) y tampoco el consejo de otros, solo les importa su propio camino (Pr 12:15).
Quizás la mejor descripción de un necio la vemos cuando contrastamos su necedad con la sabiduría. Proverbios 14:16
Los sabios son precavidos y evitan el peligro;
Los necios, confiados en sí mismos, se precipitan con imprudencia.
El predicador quiere resaltar que la necedad no necesita ser mucha, que solo un pequeño acto de un necio puede ser destructivo.
Crear un buen perfume es costoso, se requiere de mucho esfuerzo y de mucho tiempo, pero su función se echa a perder cuando una mosca, un insecto considerado pequeño, cae en el recipiente.
La NTV lo pone en estas palabras:
“Así como las moscas muertas apestan todo un frasco de perfume, una pizca de necedad arruina gran sabiduría y honor.”
Eclesiastés 10:1 NTV
La necedad no necesita de ser muy planificada o elaborada; una pequeña locura puede traer una gran desgracia.
Algunas personas arruinan todo lo construido en sus vidas en solo momentos.
Cuántas familias e incluso generaciones enteras no se han venido abajo por lo que algunos llaman “una cana al aire”.
Hombres de Dios que han servido al Señor por años, al final de sus días terminaba cayendo en pecados descalificantes que hacen que todo lo construido antes sea solo un recuerdo vago.
No debemos tomar nuestra vida de integridad con ligereza. No vale la pena perder todo lo que se construye en esta vida con sabiduría por el poco placer que se pueda obtener en un rato de necedad.
Las cosas de las que dices “eso no es nada” tiene el potencial de destruirte por completo. Maridos, cuiden sus matrimonios. No jueguen con el pecado. ¿Abrazará el hombre fuego sin que sus pechos ardan? Mujeres, cuiden también, en ese mismo sentido de sus matrimonios.
Pero esto no es solo una cuestión de actitudes sino incluso de lo que produce en el corazón. La necesidad afecta nuestro sistema de decisiones y hace que nos inclinemos inevitablemente al mal.
“El corazón del sabio lo guía hacia la derecha, Y el corazón del necio, hacia la izquierda.” Eclesiastés 10:2 NBLA
En la cultura bíblica, la mano derecha era el símbolo de la fuerza, el honor, la habilidad y la bendición. La mano izquierda, por el contrario, se asociaba a menudo con la debilidad o lo torpe. Posiblemente por la referencia a que la mayoría de personas usaban su mano derecha como la más hábil y se creó así la generalidad. De hecho, en latín, se le dio sentido a esto. A una persona hábil en algo se le llama “diestro” y a una persona que es mala en algo se le llama “siniestro”.
Lo que el Predicador nos está diciendo es que la sabiduría o la necedad son la disposición natural de nuestro corazón. El corazón del sabio lo inclina instintivamente hacia lo que es correcto, hábil y honorable. En cambio, el corazón del necio lo inclina naturalmente hacia lo que es torpe, débil y, en última instancia, destructivo. Es una cuestión de dirección interna.
La sabiduría no es solo acumular conocimiento, es tener un corazón que se inclina en la dirección correcta.
Finalmente, el Predicador nos advierte que esta inclinación del corazón es imposible de ocultar. Tarde o temprano, la necedad se hace evidente para todos. El versículo 3 es casi cómico en su descripción:
“Y aun cuando el necio va por el camino, le falta cordura, y va diciendo a todos que es necio.”
La imagen es la de un necio que simplemente va caminando, haciendo algo tan básico como ir de un lugar a otro, y su falta de sentido común, su manera de hablar, sus gestos, todo en él grita: ‘¡Soy un necio!’. No necesita un letrero; su propia vida es el anuncio.
No se puede ser necio en privado. Podemos intentar aparentar sabiduría por un tiempo, pero nuestra verdadera condición interna, sea de sabiduría o de necedad, eventualmente se manifestará en nuestras acciones y palabras más cotidianas.
En solo tres versículos, el Predicador nos da una radiografía completa de la necedad a nivel individual: tiene un poder de contaminación desproporcionado (la mosca en el perfume), nace de una inclinación del corazón (la mano izquierda), y es imposible de ocultar (el necio en el camino).
Y si esto es lo que una pequeña locura le hace a una persona, ¿qué sucede cuando esa misma necedad llega a una posición de poder e influencia? Esto nos lleva de la mano a nuestro segundo punto.
2. La necedad y sus efectos en la sociedad (4-7, 16-17)
El tema de los gobiernos es una cuestión frecuente en el predicador; por obvias razones, él mismo es un rey y uno que exploró sobre las bondades de la sabiduría y encontró en el camino los peligros de la necedad.
Hay al menos 3 aspectos que se abordan en relación a la necedad y la sabiduría:
La necedad puede llevar al gobernante a actuar con ira o con abuso de poder y solo la sabiduría de los que están bajo su gobierno puede mantener la paz. Esto lo que muestra es que la actitud sabia de un gobernado puede hacerlo más digno que un gobernante airado e impulsivo.
La necedad en los gobiernos también se ve en el clientelismo y la corrupción. Cuando se pone a personas incompetentes en puestos dignos.
Esto dice la NTV:
“cuando le otorgan gran autoridad a gente necia y asignan cargos inferiores a personas con capacidad comprobada. Hasta he visto sirvientes cabalgar como príncipes, ¡y príncipes andar a pie como si fueran sirvientes!” Eclesiastés 10:6-7 NTV
Esta forma de proceder no es nueva y obedece a un corazón que ha rehusado la sabiduría.
Es increíble, que aunque resulte más difícil gobernar con necedad que con sabiduría, ese es el camino que comúnmente toman muchos gobernantes.
Esto me recuerda a cómo actuaría más adelante el propio hijo de Salomón; cuando tuvo que escoger seguir el consejo de personas sabias, escuchó a los necios de sus amigos y el Reino de Israel terminó dividido.
Un individuo puede ser necio y no arruinar más que su vida, pero un gobernante necio se arruina a sí mismo y a los que gobiernan.
Y es de eso de lo que trata la última de las tres observaciones sobre la tragedia de la necedad en los gobiernos.
También en la NTV:
“¡Qué tristeza sufrirá el pueblo gobernado por un sirviente, cuyos líderes hacen fiesta desde la mañana! Dichoso el pueblo que tiene por rey a un líder noble y cuyos dirigentes festejan en el momento apropiado para trabajar con fuerza y no para emborracharse.” Eclesiastés 10:16-17 NTV
El Predicador se refiere aquí a la idea de que quienes gobiernan sean competentes para la tarea y que no sean vendidos a la embriagues y el mal juicio.
Tal vez esto nos sirva de ayuda al evaluar nuestras responsabilidades políticas.
En los días de la biblia los reyes no eran elegidos democráticamente, poco podía hacer un pueblo para cambiar a su rey, pero hay un principio aquí importante para nosotros acerca de nuestras responsabilidades políticas. No solo elegimos personas por ser de tal o cual corriente política, los creyentes tenemos una cosmovisión que modela incluso nuestra ética y debemos ser íntegros y coherentes.
No olvidemos que pertenecemos a un Rey antes que un partido político y nuestras decisiones como individuos en relación con los gobiernos deben estar marcadas precisamente por esa visión. Si esto hiciéramos estoy seguro que seríamos más humildes a la hora incluso de tener estas conversaciones y seguro estaríamos más en unidad en lugar de pelearnos por un candidato de tal o cual corriente.
3. La necedad y sus efectos en el trabajo y la vida (8-15, 18-20)
El predicador termina con un grupo de proverbios relacionados con la utilidad de la sabiduría en contraste con la necedad destructiva y estos proverbios podemos agruparlos en dos categorías: consejos sobre la sabiduría en el trabajo y la sabiduría para la vida en general. Veamos cada una:
Sabiduría en el trabajo:
- (8-9) La sabiduría nos hace precavidos para el trabajo mientras la necedad nos expone al peligro.
- (10) El necio es ineficiente en su trabajo mientras que el sabio trabaja con inteligencia. El sabio se toma el trabajo de preparar lo necesario para sacar el mayor provecho de su trabajo y así tener éxito, pero el necio no prevé, no planifica, no evalúa, no calcula lo que va a necesitar para el trabajo. Así que si, ser sabio ayuda a tener éxito porque nos hace trabajadores más eficientes.
- (11) La sabiduría nos conduce a trabajar en aquello que tenemos habilidad, la necedad se involucra incluso en lo que no domina. En efecto. No tenemos que hacer todo aquello que creemos que podemos hacer, pero si lo que está de acuerdo con nuestras habilidades. Por otro lado, la sabiduría no es solo tener la habilidad correcta, sino saber cuándo aplicarla. Un sabio actúa con previsión, antes de que el “veneno” del problema se esparza
- (15). El necio no sabe cómo dosificar su trabajo mientras que el sabio sabe cuándo descansar.
- (18) El necio es perezoso y negligente incluso con aquellos que están bajo su cuidado poniéndose en peligro él mismo y también a otros.
Sabiduría para la vida:
Pero el Predicador también nos da consejos sobre cómo la sabiduría y la necedad se manifiestan en nuestra vida en general, más allá del trabajo remunerado. Veamos dos áreas cruciales:”
- (12-14) La sabiduría nos enseña a cuidar nuestras palabras, mientras que la necedad se destruye con su propia boca. El Predicador establece un contraste total. Dice que las palabras del sabio están “llenas de gracia”, es decir, son oportunas, amables, constructivas y traen favor. En cambio, la boca del necio es un arma de autodestrucción. Su hablar es una espiral descendente: “comienza con necedades y termina con funestas locuras”. Además, el necio “multiplica las palabras”, hablando sin cesar de un futuro que no conoce, haciendo promesas que no puede cumplir y dando opiniones, sobre todo. La sabiduría, en cambio, sabe el valor del silencio y la prudencia al hablar. Nos llama a ser personas cuyas palabras edifican y traen vida, no caos y ruina.
- (19-20) La sabiduría nos llama a la prudencia con el dinero y hasta con nuestros pensamientos. Estos dos últimos proverbios nos dan una dosis de realismo y prudencia para la vida. Primero, sobre el dinero
- (v. 19): Cuando el Predicador dice que “el dinero responde por todo”, no está diciendo que el dinero sea lo más importante. Está haciendo una observación práctica sobre cómo funciona el mundo “debajo del sol”: para vivir, para celebrar, para funcionar en sociedad, se necesita el dinero. El sabio entiende esto y administra sus recursos con prudencia. El necio, o desprecia esta realidad y vive en la miseria por negligencia, o idolatra el dinero y vive para él.
- Segundo, sobre nuestros pensamientos (v. 20): El Predicador termina con una advertencia increíble sobre el autocontrol: “Ni aun en tu pensamiento digas mal del rey…”. La sabiduría no es solo una fachada externa; es una disciplina que llega hasta nuestro lugar más íntimo. La metáfora de que “las aves del cielo llevarán la voz” es una forma poética de decir que las palabras y actitudes que albergamos en secreto tienen una manera de salir a la luz y traernos consecuencias. La sabiduría, por tanto, nos llama a gobernar nuestra lengua y también nuestro corazón y nuestros pensamientos.
Y así, hermanos, el Predicador ha sido claro. La necedad es como una mosca que pudre el perfume de nuestra vida, como un gobernante inmaduro que arruina a su pueblo, y como un hacha sin filo que nos agota sin provecho. Es destructiva en lo personal, en lo social y en lo práctico. Por eso, su llamado a lo largo de todo este libro, que se acerca a su conclusión, es un llamado a escoger el camino contrario: el camino seguro de la sabiduría, que se fundamenta en el temor de Dios.