La iglesia cuando un pastor cae (1 Timoteo 5:19-20)

Imagen con la pregunta: ¿Qué debe hacer la iglesia cuando un pastor cae en pecado?
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Una de las grandes preguntas que surgen al contemplar la forma en que Dios ha decidido relacionarse con Su pueblo es: ¿Por qué Él elegiría que hombres sujetos a debilidad fueran los encargados de liderar y guiar a Su pueblo en las diferentes etapas del plan redentor? ¿Por qué dejar una responsabilidad tan grande en manos de personas tan susceptibles a fallar?

Podríamos decir muchas cosas al respecto, pero lo cierto es que es algo asombroso, algo que comunica la gloria de Dios de una forma misteriosa que escapa a nuestra comprensión. El apóstol Pedro dice sobre esto:

«A ellos les fue revelado que no se servían a sí mismos, sino a ustedes, en estas cosas que ahora les han sido anunciadas mediante los que les predicaron el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas a las cuales los ángeles anhelan mirar.»
—1 Pedro 1:12

La razón parece esconderse detrás del siguiente pensamiento: pecadores redimidos guiando al pueblo de Dios muestra que, si estos perseveran y son guardados, entonces toda la gloria y el poder son solo del Señor y no de ningún hombre, y Él sería la única explicación posible.

Nadie está por encima de la Palabra de Dios

Aunque Dios usó a hombres como Moisés, David, los jueces, los profetas y hoy a pastores y maestros para guiar al rebaño, ninguno de ellos está por encima de la ley o de la Palabra que Dios ha dado a Su pueblo.

  • Moisés, aunque fue un líder impresionante, no entró en la tierra prometida por causa de un acto reprochable de ira.
  • David, aunque fue un hombre conforme al corazón de Dios, no construyó casa para Él como consecuencia de un gran pecado.
  • Algunos jueces, aunque fueron héroes que liberaron al pueblo de los enemigos, fueron desechados al final de sus vidas por su rebeldía y pecado.
  • Entre los apóstoles, aunque fueron llamados por Dios, uno de ellos fue entregado a la condenación.

La idea está clara: ningún hombre está por encima del pueblo y mucho menos de la Palabra de Dios.

La relación Entre la iglesia y sus pastores

Continuando con el argumento sobre cómo debe ser la relación entre la iglesia y sus líderes o pastores, una de las cosas que vimos es que, si estos se conducen fielmente y trabajan duro en la enseñanza de la Palabra, entonces la iglesia debe corresponderles cuidando de sus necesidades para que sigan haciéndolo con libertad y dedicación.

Pero, ¿cómo debe relacionarse la iglesia con sus pastores cuando estos son descalificados o faltan a la Palabra de Dios?

Hay dos aspectos claros:

  1. La iglesia debe evitar seguir falsas acusaciones.
  2. La iglesia debe evitar que un líder en pecado grave sin arrepentimiento continúe en el liderazgo.

Argumento central: La iglesia debe evitar seguir falsas acusaciones contra sus líderes y también evitar que sigan en el liderazgo si están en pecado comprobado.

Desarrollaremos este argumento a la luz de los siguientes encabezados:

  1. Evaluar la veracidad de las acusaciones.
  2. Cómo actuar cuando las acusaciones son veraces.

1. Evaluar la Veracidad de las Acusaciones

Las acusaciones siempre vendrán a todo creyente, sea o no un líder; son parte de lo que el Señor dijo que vendría para aquellos que deciden vivir en obediencia a la Palabra de Dios. Pero estas deben tomarse con cuidado especial cuando están dirigidas contra un pastor.

Pablo instruye a Timoteo a tener cuidado de no admitir acusaciones contra un anciano, a menos que fueran comprobadas por dos o tres testigos. Tener dos o tres testigos era la forma en que, en el sistema judicial romano, se determinaba la culpabilidad de una persona.

Esto tiene mucho sentido. Si una persona estaba en desacuerdo con un pastor, no podía simplemente inventar un chisme y tener éxito en lograr que fuera quitado del ministerio. No es extraño que los que sirven al Señor reciban falsas acusaciones; el Señor mismo las recibió. Pero debemos asegurarnos cuidadosamente de evaluar con seriedad si las acusaciones son falsas o verdaderas.

El mismo Señor dijo:

«Bienaventurados serán cuando los insulten y persigan, y digan todo género de mal contra ustedes falsamente, por causa de Mí. Regocíjense y alégrense, porque la recompensa de ustedes en los cielos es grande; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes que ustedes.»
—Mateo 5:11-12

Y Pedro añade:

«Que de ninguna manera sufra alguien de ustedes como asesino, o ladrón, o malhechor, o por entrometido. Pero si alguien sufre como cristiano, que no se avergüence, sino que como tal glorifique a Dios.»
—1 Pedro 4:15-16

Reflexiones importantes:

  • Los pastores no son intocables. La idea de que son ungidos de Dios como si fueran reyes no es bíblica. Como vemos claramente, había un proceso establecido para levantar cargos contra un pastor, lo que indica que no tenían un fuero inquebrantable.
  • Evitar el chisme y la murmuración. Si hay algo que se deba decir ante una conducta presuntamente pecaminosa, es nuestro deber como iglesia actuar de frente y no convertirlo en comentarios que nada aprovechan.
  • Interdependencia de las iglesias locales. Es esencial que las iglesias no caminen solas, que puedan contar con la ayuda de otras iglesias que puedan ayudar cuando se presente una necesidad de abordar alguna acusación contra un pastor.

2. Cómo Actuar Cuando las Acusaciones Son Veraces

«A los que continúan en pecado, repréndelos en presencia de todos para que los demás tengan temor de pecar.»

Aquí, el apóstol Pablo continúa hablando de los ancianos o pastores. La expresión «a los que continúan en pecado» se refiere a pastores que, a pesar de haber sido advertidos sobre una conducta descalificante, perseveran en pecado sin arrepentimiento visible.

Procedimiento:

  • Reprensión pública. El texto dice claramente: «repréndelos en presencia de todos para que los demás teman». El propósito es que funcione como ejemplo de que la iglesia debe ser tomada en serio y que eso comienza con sus líderes.
  • Nadie está por encima de la iglesia. Esto comprueba que ningún líder o pastor está por encima de la iglesia y nadie puede salir airoso tras burlar su Palabra.
  • Facultad de la iglesia. Dios ha dado a la iglesia la facultad de confirmar y recibir a sus líderes, pero también le ha dado la misma facultad para disciplinarlos si han caído en pecados descalificantes.

¿Cuáles son los pecados descalificantes?

  • Pecados que comprometen la integridad del líder como alguien confiable.
  • Pecado sexual o adulterio. Descalifica a un pastor al no ser alguien que puede ser «marido de una sola mujer».
  • Pecados relacionados con el dinero y la avaricia. Malversación de fondos, fraudes, apuestas.
  • Iracundo y violento. Involucrado continuamente en peleas y pleitos, sin control de su ira.
  • Entregado al alcohol u otras adicciones. Borracho o con probadas adicciones, sin lucidez para liderar.

Consideraciones finales:

  • Evaluación cuidadosa. Cada caso debe ser evaluado y revisado, dando al líder o pastor todas las garantías para su defensa.
  • Apoyo de otras iglesias. Se requiere un proceso delicado en el que otras iglesias puedan dirigir y proveer cuidado durante el proceso de destitución.
  • Importancia de la membresía. Estas situaciones resaltan la necesidad de una membresía robusta, encargada de participar activamente en el proceso.

La iglesia debe proveer cuidado para su pastor y darle siempre el beneficio de la duda, pero eso no significa que deba mirar hacia otro lado cuando las evidencias de pecados graves salen a la luz. Frente al pecado de un líder, la iglesia debe anteponer la reputación de Cristo y del evangelio antes que los vínculos emocionales con el líder o su tiempo de servicio.

Debemos dar gracias a Dios porque no nos ha dejado ciegos para lidiar con cosas que pueden resultar tan difíciles como disciplinar a un pastor. Su Palabra es suficiente también para estas situaciones.

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