La justicia de los ciudadanos del Reino (Mateo 5:17-20)

imagen de un monte, con la palabra la justicia de los ciudadanos del reino, junto a la cita bíblica de Mateo 5:17-20.

Manuscrito

Texto bíblico: Mateo 5:17-20

En el contexto inmediatamente anterior (v. 13-16), el Señor revela el propósito principal de los ciudadanos del Reino de Dios en su estancia terrenal, que debe estar caracterizada por una vida que glorifique a Dios a través de su sazón e influencia positiva como Sal y Luz de la tierra. En los pasajes siguientes, Jesús se encarga de introducir la ley en relación a los líderes religiosos de la época.

El Sermón del Monte como un solo discurso, tiene unas implicaciones a la hora de interpretarse que están relacionadas con su unidad de pensamiento, audiencia y propósito del mensaje que se extiende a lo largo de los tres capítulos que conforman esta predicación dada por el Señor Jesucristo.

Argumento:

Jesús cumple plenamente la ley y enseña que los ciudadanos de su Reino deben obedecer sus mandamientos desde lo profundo del corazón.

1. JESÚS: EL CUMPLIMIENTO DE LA LEY (v.17)

¿Cuál es la justicia que Dios acepta? ¿En qué se relacionan las enseñanzas de Jesús con la ley?

El Señor tiene el propósito de contestar estas preguntas a sus oyentes principales. Como lo vimos en el sermón anterior, la meta de los creyentes es la de glorificar el nombre de Dios siendo sal y luz en este mundo; sin embargo, tal vez cumplir estos mandatos podría llegar a ser difícil para seres pecadores como nosotros.

En varios años de mi adolescencia llegué a amar el atletismo. En ese momento no tenía la altura que tengo ahora, pero sí una agilidad por mi contextura delgada para correr largos trayectos. A pesar de que gané muchas competencias y logré representar a mi colegio en juegos intercolegiados departamentales, veía que algo me faltaba en relación con otros jóvenes de mi edad, e incluso menores que yo. Recuerdo que en unos intercolegiados en Cúcuta, una niña que iba en mi comitiva arrasó con todas sus contrincantes sin ningún problema a pesar del intenso calor que me había apagado a mí todo sueño de ganar. Pero ¿qué era lo que a mí me faltaba para llegar a ese nivel? Tiempo después aprendí de un profesor que había por lo menos 3 técnicas en el atletismo que, si desarrollas, vas a triunfar como atleta:

Aprende a respirar, establece un paso constante, pero demoledor, y desarrolla una buena técnica (braseo). La historia terminó para mí porque por un problema médico, no pude continuar en la disciplina; sin embargo, esa enseñanza me quedó para la vida. Bueno, aquellos que estaban escuchando a Jesús hablar acerca de las bienaventuranzas y el papel de los ciudadanos de Su Reino en esta tierra probablemente se estaban preguntando: “¿Pero cómo podremos cumplir esos mandamientos?”. ¿Qué tiene este hombre que vive de manera perfecta? ¿Será que Jesús vino a abolir la ley actual y a establecer un nuevo pacto que sí nos permita ser perfectos? Basado en Jeremías 31:31: “Vienen días, declara el Señor, en que haré con la casa de Israel y con la casa de Judá un nuevo pacto”.

Jesús tenía la respuesta:

Mateo 5:17: “No piensen que he venido para poner fin a la ley o a los profetas; no he venido para poner fin, sino para cumplir”.

Lo primero que debemos comprender es a qué se refería Jesús con la ley: los profetas eran una manera de los judíos referirse a todas las escrituras hebreas (lo que para nosotros es el Antiguo Testamento). La ley judía tenía por lo menos 600 mandamientos.

La palabra destruir o (abrogar) significa: hacer pedazos, deshacer, anular. Jesús dejó claro que su propósito no fue ni dañar, ni abolir ni destruir la ley que todos aquellos hombres y mujeres habían aprendido desde muy pequeños. Pero que en su mayoría estaban obedeciendo de manera externa. Ejemplo: Varios de los espectadores (eran escribas y fariseos) y ellos estaban esperando algo así como una revolución encabezada por Jesús, que estableciera una nueva ley y a la cual ellos, que reverenciaban la ley y los profetas y la cumplían de manera externa pero radical, no se iban a someter. Solo esperaban algo así del Señor para ellos salir en defensa de su sistema religioso.

¿Pero entonces qué buscaba lograr Jesús? En realidad, dar una interpretación nueva y acertada de la ley. Y lo primero que el Señor hizo fue confirmar que Él vino fue a cumplir la palabra de Dios:

Comentario exegético y explicativo de la Biblia – tomo 2: El Nuevo Testamento, CAPÍTULO 5.

He venido para revelar estos preceptos, para revestirlos de una forma viviente y para consagrarlos en la reverencia, afecto y carácter de los hombres. Cuando Jesús dice que vino a cumplir la ley, esta afirmación tiene unas implicaciones enormes, y debe verse el AT como normativo y relevante solo para los seguidores de Jesús:

2 Timoteo 3:16: “Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia”.

Por lo tanto, nada del AT puede interpretarse si no se ve como el cumplimiento en Cristo Jesús. El AT tiene una línea que narra la historia de la redención, es decir, la historia que culmina en la venida de Jesús a la tierra y el desarrollo de su ministerio, muerte y resurrección.

Jesús, mis hermanos, puso fin a las leyes ceremoniales y rituales que se habían establecido en la ley por parte de Dios mismo. ¿Pero cómo Jesús cumplió estas leyes?

• Vemos a Jesús como cumplimiento de la ley moral al mantenerse perfecto.

Hebreos 5:8–9: “Aunque era Hijo, aprendió obediencia por lo que padeció; y habiendo sido hecho perfecto, vino a ser fuente de eterna salvación para todos los que le obedecen”.

• Vemos a Jesús como cumplimiento de la ley ceremonial al encarnarse en reemplazo de los símbolos que la ley establecía.

1 Pedro 1:19–20: “sino con sangre preciosa, como de un cordero sin tacha y sin mancha: la sangre de Cristo”.

Porque Él estaba preparado desde antes de la fundación del mundo, pero se ha manifestado en estos últimos tiempos por amor a ustedes.”

• Jesús como cumplimiento de la ley judicial al personificar la justicia perfecta de Dios.

Mateo 12:18–20: “Este es Mi Siervo, a quien he escogido; Mi Amado, en quien se agrada Mi Alma; sobre Él pondré Mi Espíritu, y a las naciones proclamará justicia. »No contenderá, ni gritará, Ni habrá quien en las calles oiga Su voz. »No quebrará la caña cascada, Ni apagará la mecha que humea, Hasta que lleve a la victoria la justicia”.

Jesús vino a cumplir la palabra dicha en el pasado, porque toda la palabra se trataba acerca de Él. Sin embargo, la palabra no solo ha sido cumplida por Cristo a través de su vida, sino que también la ley es Su palabra, expresada por Él y, por lo tanto, tiene una autoridad suprema.

2. LA LEY Y SU PLENO CUMPLIMIENTO (v. 18)

Jesús expresa por primera vez en el sermón el “porque de cierto os digo”. Esta frase revela la suprema autoridad legislativa:

Por ejemplo,

Juan 3:3: “Jesús le contestó: En verdad te digo que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios”.

Lucas 23:43: “En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso”.

Juan 14:12: “En verdad les digo: el que cree en Mí, las obras que Yo hago, él las hará también; y aún mayores que estas hará, porque Yo voy al Padre”.

Esa autoridad legislativa en relación a la ley moral que Jesús está pronunciando acá es la misma que la dada por Dios en:

Levítico 18:1–5: “El Señor también dijo a Moisés: «Di a los Israelitas: “Yo soy el Señor su Dios. “Ustedes no harán como hacen en la tierra de Egipto en la cual moraron, ni harán como hacen en la tierra de Canaán adonde Yo los llevo; no andarán en los estatutos de ellos. ”Habrán de cumplir Mis leyes y guardarán Mis estatutos para vivir según ellos. Yo soy el Señor su Dios. ”Por tanto, guardarán Mis estatutos y Mis leyes, por los cuales el hombre vivirá si los cumple. Yo soy el Señor”.

Si un hombre proclamaba algo así, sería totalmente inadecuado e incluso aborrecible, pero en este caso lo estaba expresando Dios mismo. Pero qué fue lo que Jesús declaró y que debía ser atendido por los oyentes primarios y también por nosotros en esta mañana. Dijo:

Mateo 5:18: “Porque en verdad les digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, no se perderá ni la letra más pequeña ni una tilde de la ley hasta que toda se cumpla”.

El Señor usa algo visible por los humanos, el cielo y la tierra, para expresar la permanencia de los principios morales y espirituales de la ley. Pero así mismo su cumplimiento; este mundo no dejará de existir hasta que lo más diminuto de ella se cumpla. ¿Y qué es lo más diminuto en la palabra de Dios?

La jota era la letra más pequeña del alfabeto hebreo y griego, algo así como nuestra letra “i”. Una tilde era la marca que se utilizaba para formar algunas letras del idioma hebreo, algo así como el acento en el castellano.

Un experto en gramática comparó la lengua con construir un puente: una letra mal colocada podría hacer que el puente se derrumbara, o una frase sin tilde o signos de puntuación podría cambiar el sentido por completo:

“Perdón imposible que cumpla su condena.” Es diferente a “Perdón, imposible que cumpla su condena”.

En este sentido, cada palabra, cada letra e incluso cada coma o tilde de la palabra de Dios se cumplirá. Pero mis hermanos, en el caso del AT, siempre debe aplicarse a nuestra vida como creyentes, teniendo en cuenta tanto las continuidades como las discontinuidades en el Nuevo Testamento.

¿A qué me refiero? Como creyentes, vivimos para agradar y glorificar a Dios hasta que Cristo venga por nosotros, su iglesia. Esa es la meta, pero mientras ese momento glorioso llega, existen doctrinas del AT que ya no son aplicables para nosotros, como por ejemplo, en nuestro tiempo ya no necesitamos de sacrificios para agradar a Dios (como lo vimos en el punto anterior), o de un intercesor humano como los sacerdotes o los profetas para acceder y conocer a Dios. Pero hay otros aspectos del AT que perdurarán hasta que Cristo venga, como por ejemplo el amor al prójimo o el amar a Dios sobre todas las cosas.

Usted se preguntará, pero entonces, ¿cuáles son esas continuidades del AT que aplican para nosotros? Bueno, el Señor dará seis ejemplos de la adecuada interpretación de la ley para nuestras vidas.

• El homicidio

• El adulterio

• El divorcio

• El juramento

• La venganza

• El amor a los enemigos

Cada palabra plasmada en este libro sagrado se cumplirá; tarde o temprano el Señor traerá cumplimiento a lo dicho en sus sagradas escrituras. No es la palabra de un hombre que puede fallar o equivocarse, es la palabra del Dios soberano, el Dios Todopoderoso que creó los cielos y la tierra. La palabra que un día tú y yo escuchamos o leímos y que tuvo el poder de cambiar nuestro corazón de piedra por uno de carne que amara a Dios y le obedeciera.

Pero, tal vez nos preguntaremos, ¿cómo podremos ser justos y vivir rectamente como Jesús? Bueno, Cristo mismo lo explica en los versículos 19 y 20.

3. UNA JUSTICIA CELESTIAL (v. 19 – 20)

Primero se estudia pedagogía o licenciatura en algún área de aprendizaje, para luego enseñarle a otros. Imaginemos que las cosas cambiaran y para enseñar a otros en un aula de clases no se necesita SER y PRACTICAR para dictar clases.

¿Cómo saldrían los estudiantes? Sería un desastre, ¿verdad?

Algo así trata el Señor de comunicar en los versículos 19 y 20. Este era un mensaje directo para los fariseos que se encontraban como espectadores: primero se cumple la ley para luego enseñarla a otros. Sin embargo, tal parece que estos personajes no practicaban lo que enseñaban. Los judíos vivían basados en unas justicias de meritocracia que lo único que reflejaban era que no habían comprendido correctamente la ley.

• Llegaron a desarrollar 613 preceptos de la Ley mosaica, con prohibiciones que iban desde la cantidad de pasos que se podía dar en sábado hasta la mezcla de animales o tejidos.

• Antes de comer o incluso al entrar en la casa, los fariseos imponían complejos rituales de lavado, detallando qué mano debía lavarse primero y cómo hacerlo, además de lavar vasos y utensilios para evitar la impureza.

• Incluían reglas absurdas como que una mujer judía no podía ayudar a una mujer gentil a dar a luz, porque se consideraba que se ayudaba a nacer a un hijo para la idolatría, o que no se podía dejar ganado en una posada gentil.

• Los fariseos enseñaron que el esposo no podía acercarse ni siquiera hablar con su esposa en lugares públicos para evitar alguna contaminación ritual, basándose en la ley contra el incesto, pero llevada a un extremo irrazonable.

Como nos damos cuenta, los fariseos habían desarrollado una religión paralela basada en la verdad de la ley dada por Dios. Entonces el Señor ataca el anular o desvirtuar la obligación de cumplirla, a través de un sistema de interpretación que era defectuoso y, peor aún, enseñarle a otros a hacerlo así también.

Acá la amenaza no consistía en quién era llamado el más pequeño en el reino de los cielos (que si no se arrepentían, así sería), sino en el hecho de que hacer dichas cosas era una posición degradante y que menospreciaba la época presente del Reino de Dios. Es algo como que llegar a esa condición ya es en sí mismo un deshonor.

Sin embargo, ese era el ejemplo de lo que no deben ser los ciudadanos del Reino de Dios.

Mateo (1) Declaración (5:17–20)

…aquí Jesús se preocupa más por sus discípulos como maestros, ya que contrasta la grandeza y la oscuridad dentro del reino. La variación de rango dentro de la comunidad del pueblo de Dios se entiende mejor como una referencia a aquellos a los que Dios honrará realmente en la época actual.

Nuestra justicia no proviene de nuestras obras, proviene de Cristo, quien cumplió la ley y nos ha capacitado para ser sus discípulos. Nuestras obras siempre serán insuficientes ante la justicia de Dios:

Santiago 2:10: “Porque cualquiera que guarda toda la ley, pero falla en un punto, se ha hecho culpable de todos”.

El solo hecho, mis hermanos, de ser llamados por el Eterno a servirle en esta tierra es uno de los regalos más gloriosos que puede un ser humano recibir en su estancia terrenal.

Esa justicia la explica claramente Matthew Henry:

Comentario de la Biblia Matthew Henry CAPÍTULO V

La justicia de Cristo, que nos es imputada por la sola fe, es necesaria para todos los que entran al reino de la gracia o de la gloria, pero la nueva creación del corazón para santidad produce un cambio radical en el temperamento y la conducta del hombre.

El justo es aquel a quien Dios mismo ha renovado para que sea su siervo (esa es una justicia que proviene del corazón). Y esta no puede ser aparentada; cada uno de nosotros sabe si nuestro corazón le pertenece a Dios y su justicia gobierna nuestros actos o solo vivimos sumergidos en la hipocresía de aparentar lo que no es. Allí es donde Jesús está direccionando su mensaje, en las motivaciones del corazón.

En realidad, Jesús les estaba pidiendo a sus discípulos una santidad más profunda y radical que la de los fariseos, ¿por qué? Los fariseos eran conocidos por ablandar la ley para hacer un énfasis solamente en lo externo. Es así como Jesús prepara el escenario para mostrar el significado moral de la ley y evidenciar que la rectitud que la ley solicita es interna, más allá de una simple complacencia externa y vacía.

Aplicaciones:

Algunas implicaciones prácticas para nosotros, los ciudadanos del Reino:

• La Biblia debe interpretarse a la luz de o por medio de los lentes de Jesús. Él es el centro de la palabra de Dios.

• Al Cristo ser el cumplimiento de las leyes ceremoniales establecidas en el AT, ya nosotros no necesitamos de dichos rituales y ceremonias para llegar delante del trono de la Gracia.

• Jesús, como varón perfecto, que cumplió toda la palabra de manera perfecta, nos ha capacitado para obedecer Su palabra.

• Muchas doctrinas de AT son aplicables en nuestras vidas todavía. Nosotros tenemos la fortuna o (infortunio para los desobedientes) de conocer el verdadero enfoque del corazón.

• Como creyentes podemos caer fácilmente en el fariseísmo de las obras como medio para ser grandes delante de Dios. • Amigo que estás aquí, la única justicia por la cual puedes ser salvo no es a través de tu propia justicia llena de rituales o buenas obras, sino a través de la perfecta rectitud que es dada por Dios a aquellos que creen en Él. Isaías 64:6 “Todos nosotros somos como el inmundo, Y como trapo de inmundicia todas nuestras obras justas. Todos nos marchitamos como una hoja, Y nuestras iniquidades, como el viento, nos arrastran

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