¿Qué relevancia tiene un curso sobre un idioma que se hablaba hace dos mil años? ¿Cómo nos podría ayudar este curso en pleno siglo XXI? ¿Valdría la pena el esfuerzo de aprender este idioma? Obviamente nosotros creemos que sí. Pero permíteme explicarte por qué quizás tú debes invertir el tiempo y el esfuerzo para aprender el griego bíblico.
Primero, aprender el griego bíblico te pone en contacto directo con la palabra inspirada de
Dios.
Como el dicho en italiano, «traduttore, traditore» (traductor, traidor) indica, siempre
se pierde algito al traducir. Aunque muchas de las versiones que tenemos en español son
buenas, el original es siempre superior a una traducción. Poder leer y meditar en las
mismísimas palabras que Dios inspiró es hermoso.
Segundo, aprender otro idioma es entrar en otro mundo.
Al empezar a estudiar el griego,entenderás mejor el mundo del primer siglo. Por ejemplo, en 1 Timoteo, Pablo le da instrucciones a su amado Timoteo:
Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza. No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio. Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos. (1 Ti 4:13-15)
Esa palabra traducida «Ocúpate» tiene mucho sentido en español, pero más aun cuando
vemos que es la palabra μελετάω (meletáo). Esta es la única vez que Pablo usa esta palabra, pero fue usada en dos pasajes muy importantes de la versión griego del Antiguo Testamento (la Septuaginta), a saber en Josué 1:8 y Salmo 1:2. En estos dos pasajes, que son los primeros capítulos de las secciones de los Profetas y los Escritos según el orden hebreo, vemos la exhortación de meditar (μελετάω) en la ley de Jehová. Seguramente Timoteo pensaría en estos dos pasajes clásicos del AT al leer las instrucciones de Pablo de ocuparse en la lectura, la exhortación y la enseñanza de la Palabra de Dios. De la misma forma que Josué y el lector de los salmos debían meditar u ocuparse en la ley de Jehová, Timoteo lo debía hacer.
Tercero, aprender el griego bíblico te ayudará a tener más equilibrio en tu fe.
Después deestudiar este idioma, será más difícil tildar de herejes a los traductores de ciertas versiones bíblicas. Te darás cuenta de que hay diferencias de filosofía de traducción odiferentes puntos de vista sobre la crítica textual, pero estas diferencias son entendibles
después de haber estudiado el idioma original. Hay pasajes difíciles también, en donde decidir entre dos traducciones no es fácil. Entender esta realidad nos ayuda a tener más
humildad cuando sentimos la tentación de criticar a otro intérprete.
Cuarto, estudiar el griego bíblico te dará más criterio para leer los comentarios bíblicos.
Si no conoces el idioma, cualquiera que hable del aoristo o el subjuntivo o el aspecto
imperfectivo en cierto versículo te parecerá inteligentísimo, pero la verdad es que algunos
comentaristas abusan de estos términos o les dan demasiada importancia a los términos
gramaticales en vez de leer el versículo cuidadosamente en su contexto literario e
histórico. Podrás evaluar si un autor conoce de qué habla o si está simplemente usando
términos elegantes.
Finalmente, estudiar el griego bíblico te ayudará a preparar ciertos elementos de los
estudios bíblicos o los sermones con más facilidad.
Este punto va dirigido especialmente a los pastores. Después de poder leer el griego, uno puede entender más rápidamente la estructura del pensamiento de los autores bíblicos del Nuevo Testamento. En muchos casos, podrás bosquejar la estructura de un pasaje en 15 o 20 minutos con precisión. Hay excepciones, pero poder leer el griego facilita la tarea (difícil) de entender el flujo del pensamiento de los autores.
Un ejemplo clásico de esto, sería Efesios 5:21: «Someteos unos a otros en el temor de
Dios». Pareciera un mandato, pero gramaticalmente es un participio que depende de la
cláusula arriba «sed llenos del Espíritu» en el v. 18. Es decir, para captar el sentido de
Pablo debemos ver que el verbo principal que rige en esta sección es «sed llenos» y los
participios que siguen (hablando, cantando, alabando, dando gracias y sometiéndose) son
resultados de esta llenura del Espíritu. Entender esto nos ayuda a no desvincular la
enseñanza sobre la familia de la obra del Espíritu Santo en la iglesia local.
Estos son algunas de las razones por las cuales creo que estudiar el griego bíblico resulta
una buena inversión.
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