Devocional para el 06 de octubre

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Versículo base: «Por lo demás, fortalézcanse en el Señor y en el poder de Su fuerza. Revístanse con toda la armadura de Dios para que puedan estar firmes contra las insidias del diablo» (Efesios 6:10-11, NBLA)

La guerra que no podemos ignorar

Mucho se oye hablar de la guerra espiritual. Es vista en muchas ocasiones como una especie de lucha de poderes invisibles que los creyentes impulsamos con mucha oración o lo que llaman “actos proféticos”. Pero aunque la guerra espiritual es real y vigente para el creyente, no debemos pensar más allá de lo que está escrito. En este caso particular, el contexto de toda la carta nos ayuda mucho a entender de qué se trata. Después de todo, no puede ser que Pablo esté hilando un argumento tan coherente durante cinco capítulos y de repente salte a un tema completamente desconectado de todo lo que ha dicho hasta ahora.

Entendiendo el pasaje

Pablo ha estado desarrollando durante toda la carta a los Efesios un tema central: quiénes somos en Cristo y cómo debemos vivir a la luz de esa identidad. En los primeros tres capítulos expuso las riquezas espirituales que tenemos: fuimos escogidos, adoptados, redimidos, sellados con el Espíritu. Luego, desde el capítulo 4 hasta ahora, ha estado mostrando cómo se ve una vida digna del llamado. Andar en humildad, en amor, en luz. Vivir como hijos de Dios en el matrimonio, en la familia, en el trabajo.

Pero aquí, al final de la carta, Pablo reconoce algo crucial: vivir dignamente no es tan lineal. La vida cristiana no es un camino recto sin obstáculos. Hay un elemento perturbador, una realidad que no podemos ignorar: las fuerzas del enemigo que quieren evitar que vivamos imitando a Cristo y de manera que agrade a Dios. Es por eso que debemos enfrentar esta guerra.

Ahora bien, fíjate en el orden. Pablo no empieza la carta hablando de guerra espiritual. Primero establece quiénes somos en Cristo, luego cómo debemos vivir, y solo entonces habla de la batalla. Porque la guerra espiritual no es el punto de partida, es la realidad que enfrentamos cuando intentamos vivir todo lo que Pablo ha estado enseñando.

La idea considerando la aplicación es más o menos así: cuando decides vivir como hijo de Dios, cuando decides andar en amor sacrificial, cuando decides someterte a Cristo en tu matrimonio, cuando decides criar a tus hijos en el temor del Señor, cuando decides trabajar con integridad como para el Señor, vas a encontrar resistencia. Y esa resistencia no es solo humana. Pablo es enfático: “nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los poderes de este mundo de tinieblas, contra las huestes espirituales de maldad en las regiones celestiales”.

Por eso Dios nos ha dado los medios para pelear. La armadura de Dios. El cinturón de la verdad, la coraza de justicia, el calzado del evangelio de la paz, el escudo de la fe, el yelmo de la salvación, la espada del Espíritu que es la palabra de Dios, y la oración en todo tiempo. Estos no son símbolos místicos, son realidades espirituales que nos equipan para mantenernos firmes.

Y hay algo más. Pablo reconoce que esta misma guerra espiritual que vivimos internamente para agradar al Señor se ve en la dimensión más amplia, oponiéndose a la expansión del evangelio. Por eso termina pidiendo oración por él: “oren… por mí, para que me sea dada palabra al abrir mi boca, a fin de dar a conocer sin temor el misterio del evangelio”. Pablo sabe que su ministerio enfrenta la misma oposición espiritual. No es solo una batalla personal, es una batalla por el avance del Reino de Dios.

Tres verdades bíblicas

1. Si queremos vivir como Cristo, debemos saber que enfrentaremos oposición

Esto no es opcional. No es que tal vez enfrentes oposición si decides seguir a Cristo. Es seguro. Pablo no dice “por si acaso hay una batalla”, dice “revístanse con toda la armadura”. Es un mandato porque la guerra es inevitable.

Y aquí está la conexión con todo lo que Pablo ha estado diciendo. Cuando en el capítulo 4 decide dejar la mentira y hablar verdad, va a haber resistencia. Cuando en el capítulo 5 decides andar en amor y no en inmoralidad, va a haber oposición. Cuando decides someterte en tu matrimonio o criar a tus hijos en disciplina del Señor, vas a encontrar resistencia, tanto interna como externa.

El enemigo no quiere que vivas como Cristo. Punto. Quiere mantenerte esclavo del pecado, atrapado en la mediocridad espiritual, conformado a este mundo. Y va a usar todo lo que pueda: tus propios deseos, la presión social, las circunstancias difíciles, el desánimo, la duda. Por eso necesitas saber esto desde ya: si decides vivir de verdad para Cristo, vas a pelear.

En tu trabajo, cuando decides ser íntegro aunque todos tomen atajos, vas a sentir la tentación fuerte de ceder. En tu matrimonio, cuando decides amar sacrificialmente aunque no recibas lo mismo, vas a enfrentar la voz que te dice que te mereces más. En tu vida devocional, cuando intentas ser constante en la oración y la lectura, vas a encontrar mil razones para dejarlo. Esa es la guerra.

2. El Señor nos ha dado los medios para obtener la victoria

Pero escucha esto: no estamos desarmados. Dios no nos envió a una guerra sin equipamiento. Pablo describe la armadura de Dios, y cada pieza tiene un propósito específico conectado con todo lo que ha enseñado en la carta.

El cinturón de la verdad: porque en el capítulo 4 dijo que dejemos la mentira. La verdad nos sostiene, nos mantiene firmes. La coraza de justicia: porque fuimos hechos justicia de Dios en Cristo, y ahora vivimos en santidad práctica. El calzado del evangelio de la paz: porque somos embajadores de reconciliación, llevamos paz donde hay guerra. El escudo de la fe: porque confiamos en las promesas de Dios, no en nuestras circunstancias. El yelmo de la salvación: porque nuestra identidad como hijos salvos nos protege de los ataques mentales del enemigo. La espada del Espíritu: la Palabra de Dios, que es viva y eficaz.

Y todo esto se activa en la oración. Pablo dice que debemos orar en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu. La oración no es un añadido opcional, es el campo de batalla donde se pelea la guerra. Es donde reconocemos nuestra dependencia de Dios, donde pedimos su fuerza, donde intercedemos por otros, donde clamamos por avance del Reino.

Estos medios no son mágicos. Son prácticos. Cuando estás tentado a mentir, te ciñes con la verdad recordando quién eres en Cristo. Cuando enfrentas acusación, te proteges con la justicia que Cristo te dio. Cuando el miedo te paraliza, levantas el escudo de la fe recordando las promesas de Dios. Cuando la duda ataca tu mente, te pones el yelmo de la salvación recordando que eres hijo de Dios. Y cuando necesitas defenderte del engaño, usas la espada del Espíritu, la Palabra de Dios.

3. Tenemos una guerra espiritual real en nuestra vida y que también impide el avance del Reino

Pablo termina esta sección pidiendo oración por su ministerio. Y aquí vemos la dimensión más amplia de la guerra espiritual. No es solo tu batalla personal contra el pecado. Es la batalla por el avance del evangelio en el mundo.

Cuando Pablo pide que oren para que le sea dada palabra al abrir su boca, para dar a conocer sin temor el misterio del evangelio, está reconociendo que hay fuerzas espirituales que se oponen a la proclamación del evangelio. El enemigo no solo quiere arruinar tu vida personal, quiere detener la expansión del Reino de Dios.

Por eso la oración por los misioneros, por los pastores, por los evangelistas, por los que están en la primera línea de la proclamación del evangelio no es un asunto menor. Es guerra espiritual. Estamos peleando para que el evangelio avance, para que las cadenas se rompan, para que los ciegos vean, para que los cautivos sean liberados.

Y tú eres parte de esa batalla. Cuando oras por el avance del evangelio en tu ciudad, estás peleando. Cuando compartes el evangelio con tu compañero de trabajo, estás en guerra. Cuando apoyas económicamente la obra misionera, estás combatiendo. Cuando crías a tus hijos en el temor del Señor, estás luchando contra las tinieblas. Esta es la guerra espiritual real, no trucos ni fórmulas, sino una vida comprometida con Cristo y su Reino.

Reflexión y oración

La vida cristiana es una guerra. Pero no estamos solos ni desarmados. Dios nos ha equipado con todo lo necesario para mantenernos firmes. Y la batalla no es solo personal, es por el avance del Reino.

Padre, gracias por equiparme para la batalla. Ayúdame a no ser ingenuo pensando que la vida cristiana será fácil. Dame fuerzas para pelear, sabiduría para usar la armadura que me has dado, y valentía para no rendirme. Que mi vida sea una vida de oración constante, dependiendo de Ti en todo. Ayúdame a pelear no solo por mi santidad sino por el avance de tu Reino. Úsame para que el evangelio avance en mi ciudad, en mi trabajo, en mi familia. Y cuando esté cansado, recuérdame que la victoria ya está asegurada en Cristo. En su nombre, amén.

*Lecturas del plan para hoy:

1 Reyes 9, Efesios 6, Ezequiel 39, Salmo 90

*Este devocional está basado en el plan de lecturas de Robert Murray M'Cheyne

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Jacobis Aldana, pastor Iglesia Bíblica Soberana Gracia

Sobre el autor de este devocional diario

Este devocional es escrito y narrado por el pastor Jacobis Aldana. Es licenciado en Artes Teológicas del Miami International Seminary (Mints) y cursa una Maestría en Divinidades en Midwestern Baptist Theological Seminary; ha servido en el ministerio pastoral desde 2011, está casado con Keila Lara y es padre de Santiago y Jacobo.