Devocional para el 12 de abril

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Versículo base: «Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día, y una noche a otra noche declara sabiduría.» (Salmo 19:1-2, NBLA)

La triple revelación de Dios

El amanecer de hoy no fue un accidente del universo. Cada destello de luz entre las nubes, cada gota de rocío sobre la hierba, cada sonido de ave despertando tiene un propósito: declarar la gloria del Creador. Quizás el ritmo acelerado de la vida moderna nos ha robado la capacidad de asombro ante lo cotidiano, pero el mensaje sigue ahí, proclamándose constantemente.

Entendiendo el pasaje

El Salmo 19 presenta las formas en que Dios se revela a la humanidad. En los versículos 1-6, David describe la revelación natural o general: cómo la creación misma testifica de la existencia y poder de Dios. Esta revelación es universal, continua y trascendente a las barreras lingüísticas. Como Pablo ampliaría posteriormente en Romanos 1:20, las cualidades invisibles de Dios -su poder eterno y divinidad- se hacen claramente visibles a través de lo creado.

En los versículos 7-11, David pasa a la revelación especial: la Palabra de Dios. Mientras la creación muestra que hay un Creador, las Escrituras revelan quién es ese Creador y cuál es su voluntad. David utiliza seis términos diferentes para referirse a esta revelación (ley, testimonio, preceptos, mandamiento, temor, juicios) y le atribuye seis cualidades diferentes. Esta revelación no solo informa sino que transforma: convierte el alma, hace sabio al sencillo, alegra el corazón, alumbra los ojos.

Tres verdades bíblicas

  1. La creación te habla todos los días
    Cada amanecer es un sermón. Cada puesta de sol es un recordatorio. La complejidad del cuerpo humano, la precisión de las órbitas planetarias, la interdependencia de los ecosistemas: todos proclaman la gloria de Dios. Al contemplar la creación con ojos espirituales, descubres una adoración continua que nunca descansa. Tómate tiempo hoy para observar algo aparentemente común -una flor, una nube, un insecto- y considera el mensaje que transmite sobre su Creador. La capacidad de asombro es el primer paso hacia la adoración.
  2. La Escritura perfecciona lo que la creación comienza
    Mientras la naturaleza revela el poder de Dios, las Escrituras revelan su corazón. La creación puede mostrarte que existe un ser supremo, pero solo la Palabra puede enseñarte que ese ser te ama. Cuando abres la Biblia, estás escuchando la voz del Creador del universo dirigida personalmente a ti. Su Palabra es perfecta, confiable, recta, pura, limpia y verdadera. Más que oro y más dulce que la miel, la Escritura ofrece la sabiduría que ninguna universidad puede proporcionar y promete una recompensa que ningún salario puede igualar.
  3. Cristo es la revelación definitiva de Dios
    La creación muestra el poder de Dios. La Escritura revela la voluntad de Dios. Pero en Cristo, vemos el rostro de Dios. Jesús mismo dijo: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Juan 14:9). Él es la Palabra hecha carne, la expresión perfecta del ser divino. Mientras que la creación puede ser mal interpretada y las Escrituras pueden ser malentendidas, Cristo presenta una imagen inequívoca de quién es Dios. En su vida, muerte y resurrección, vemos la perfecta armonía entre la justicia y la misericordia divinas, la resolución del dilema que el salmista presenta en la oración final del salmo.

Reflexión y oración

Dios nunca ha dejado de comunicarse. Desde el libro abierto de la naturaleza hasta las páginas sagradas de la Escritura, y finalmente en la persona de Jesucristo, ha estado revelando quién es y qué desea para nosotros. El problema no ha sido un Dios silencioso, sino oyentes distraídos. La triple revelación nos invita a una respuesta triple: asombro ante su creación, obediencia a su Palabra, y rendición completa a su Hijo.

Padre celestial, abre mis ojos para ver tu gloria revelada en la creación que me rodea. Perdona mi falta de asombro ante las maravillas que has puesto delante de mí cada día. Abre mi mente para entender tu Palabra que me transforma, y mi corazón para recibir a tu Hijo que me redime. Que las palabras de mi boca y la meditación de mi corazón sean agradables a tus ojos, oh Señor, mi roca y mi redentor. Que la triple declaración de tu gloria produzca en mí una respuesta de adoración, obediencia y amor. Amén.

*Lecturas del plan para hoy:

Levítico 16, Salmos 19, Proverbios 30, 1 Timoteo 1

*Este devocional está basado en el plan de lecturas de Robert Murray M'Cheyne

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Jacobis Aldana, pastor Iglesia Bíblica Soberana Gracia

Sobre el autor de este devocional diario

Este devocional es escrito y narrado por el pastor Jacobis Aldana. Es licenciado en Artes Teológicas del Miami International Seminary (Mints) y cursa una Maestría en Divinidades en Midwestern Baptist Theological Seminary; ha servido en el ministerio pastoral desde 2011, está casado con Keila Lara y es padre de Santiago y Jacobo.