Devocional para el 24 de mayo

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Versículo base: «Pero el que tiene bienes de este mundo, y ve a su hermano en necesidad y cierra su corazón contra él, ¿cómo puede morar el amor de Dios en él? Hijos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.» (1 Juan 3:17-18)

El amor auténtico se demuestra con acciones

No he vivido mucho en comparación con algunos que me escuchan, pero creo ha sido suficiente para notar que con el tiempo las palabras han perdido mucho de su peso. Las redes sociales han democratizado las declaraciones de amor, apoyo y solidaridad. Con un simple clic o ponerle un filtro a nuestra foto de perfil, podemos expresar nuestra “preocupación” por cualquier causa mundial. Sin embargo, existe una brecha enorme entre lo que declaramos sentir y lo que realmente hacemos. Juan, el apóstol del amor, nos confronta con una pregunta incómoda: ¿cómo puede el amor de Dios morar en alguien que cierra su corazón ante la necesidad tangible de su hermano? Esta no es una pregunta retórica; es un examen de la autenticidad de nuestra fe.

Entendiendo el pasaje

En el contexto inmediato de 1 Juan 3, el apóstol ha estado desarrollando el tema del amor fraternal como evidencia de haber nacido de Dios. Acaba de contrastar a los hijos de Dios con los hijos del diablo, usando el ejemplo de Caín y Abel (v.12). Caín mató a su hermano por envidia, pero Juan hace un llamado a un amor que da la vida por otros (v.16). El pasaje que consideramos es la aplicación práctica de este principio: si Cristo dio su vida por nosotros, ¿cómo podemos negarnos a compartir nuestros bienes con un hermano en necesidad?

Cuando la biblia se refiere a “bienes” (bios),está hablando de los medios de subsistencia, todo aquello necesario para vivir. Juan no está hablando de lujos, sino de lo esencial. La frase “cierra su corazón” utiliza una expresión muy gráfica en el original: literalmente significa “cerrar las entrañas de compasión”. En la cultura antigua, las entrañas (eran consideradas el asiento de las emociones profundas. Juan está describiendo a alguien que endurece deliberadamente su compasión natural ante el sufrimiento ajeno. El contraste que establece entre amor “de palabra” y amor “de hecho y en verdad” era particularmente relevante para una comunidad que enfrentaba falsos maestros que hablaban mucho pero vivían egoístamente.

Tres verdades bíblicas

  1. El amor genuino demanda acción tangible Juan no está sugiriendo que las palabras no importan, sino que son insuficientes cuando están divorciadas de la acción. Tu amor por Dios y por otros debe tener expresiones concretas, especialmente cuando tienes la capacidad de ayudar. Esto va más allá de la caridad ocasional o las donaciones de fin de año para deducir impuestos. Juan habla de un estilo de vida donde tus recursos están disponibles para las necesidades de tu comunidad de fe y fuera de ella. ¿Cuándo fue la última vez que tu amor costó algo real? No se trata de dar desde la abundancia, sino de compartir desde la conciencia de que todo lo que tienes pertenece a Dios. El creyente auténtico no puede permanecer indiferente ante la necesidad material de un hermano cuando tiene medios para ayudar.
  2. La indiferencia ante la necesidad revela ausencia del amor divino Mira esta pregunta de Juan “¿cómo puede morar el amor de Dios en él?” Nota que no está preguntando si es posible amar a Dios mientras se es egoísta; está afirmando que es imposible. La presencia del amor divino en nosotros se evidencia inevitablemente en compasión activa hacia otros. Si puedes ver a un hermano pasar hambre, no poder pagar el alquiler, o luchar con necesidades básicas, y tu respuesta es cerrar tu corazón y continuar con tu vida normal, Juan cuestiona seriamente si el amor de Dios realmente habita en ti. Esto no es legalismo; es la evidencia natural de que algo ha ocurrido en el interior. Como un árbol se conoce por sus frutos, la presencia del amor divino se conoce por actos de misericordia. La apatía sistemática ante el sufrimiento ajeno, cuando tienes poder para aliviarlo, es incompatible con el evangelio.
  3. Cristo es nuestro modelo supremo de amor en activo “En esto conocemos el amor: en que él puso su vida por nosotros” (v.16). El fundamento de todo amor cristiano es la cruz. Cristo no amó con palabras bonitas desde la distancia; bajó del cielo, se despojó de su gloria, y literalmente dio su vida por enemigos ingratos. Este es el estándar que Juan establece para nosotros. No podemos amar como Cristo amó si nuestro amor nunca nos cuesta nada. El evangelio no solo nos salva; nos capacita para amar como fuimos amados. Cuando entiendes verdaderamente lo que Cristo hizo por ti cuando eras su enemigo, compartir tus recursos con un hermano necesitado deja de ser una obligación y se convierte en un privilegio, en un gozo. El amor de Cristo en nosotros nos impulsa hacia otros, especialmente hacia aquellos en nuestra comunidad de fe que luchan con necesidades materiales.

Reflexión y oración

Juan nos presenta una prueba sencilla de la autenticidad de nuestra fe: cómo respondemos a la necesidad material de nuestros hermanos cuando tenemos la capacidad de ayudar. Es claro que no vamos a resolver todos los problemas del mundo pero podemos estar atentos a abrir nuestros ojos y nuestros corazones a las necesidades específicas que Dios pone frente a nosotros. El amor auténtico es una decisión práctica de poner los intereses de otros por encima de nuestros deseos de acumulación.

Padre celestial, confesamos que muchas veces hemos amado más con palabras que con hechos. Hemos sido rápidos para expresar compasión pero lentos para abrir nuestras manos y corazones cuando realmente cuesta algo. Perdónanos por las veces que hemos cerrado nuestros corazones ante las necesidades de nuestros hermanos, justificando nuestra inacción con excusas o racionalizaciones. Te agradecemos porque en Cristo vemos el amor perfecto en acción: él no se limitó a declarar su amor por nosotros, sino que lo demostró entregando su vida. Ayúdanos a amar como fuimos amados. Abre nuestros ojos para ver las necesidades reales en nuestra comunidad de fe. Danos corazones generosos que reflejen tu propio carácter dadivoso. Que nuestro amor sea evidente no solo en nuestras palabras, sino en nuestras acciones tangibles hacia aquellos que luchan. En el nombre de Jesús, quien nos amó y se entregó por nosotros. Amén

*Lecturas del plan para hoy:

Números 33, Salmos 78:1-39, Isaías 25, 1 Juan 3

*Este devocional está basado en el plan de lecturas de Robert Murray M'Cheyne

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Jacobis Aldana, pastor Iglesia Bíblica Soberana Gracia

Sobre el autor de este devocional diario

Este devocional es escrito y narrado por el pastor Jacobis Aldana. Es licenciado en Artes Teológicas del Miami International Seminary (Mints) y cursa una Maestría en Divinidades en Midwestern Baptist Theological Seminary; ha servido en el ministerio pastoral desde 2011, está casado con Keila Lara y es padre de Santiago y Jacobo.