Devocional para el 25 de julio

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Versículo base: «Este pueblo Me honra con los labios, pero su corazón está muy lejos de Mí» (Marcos 7:6, NBLA)

La máscara que nadie necesita usar

La palabra “hipocresía” tiene una connotación fuerte en nuestra época, todos sabemos a lo que se refiere; su origen se remonta a las obras teatrales griegas donde se usaban máscaras que le permitían al actor asumir una personalidad diferente. Con el tiempo, este término asociado a las artes se acuñó a la actitud de asumir una forma que no se corresponde con la realidad.

Nadie enfrentó tan duramente este pecado como el Señor Jesucristo. La hipocresía es absurda porque es un intento por engañar a un Dios que todo lo ve. La hipocresía es egoísta, es arrogante, es inútil y por eso debemos evitarla quienes realmente queremos agradar al Señor.

Entendiendo el pasaje

Los fariseos y escribas habían venido desde Jerusalén para confrontar a Jesús porque sus discípulos comían sin lavarse las manos según la tradición de los ancianos. Era el momento perfecto para que Cristo expusiera la raíz del problema y era que estos líderes religiosos habían desarrollado un sistema elaborado de reglas externas mientras sus corazones permanecían corruptos. Pretendían hacer su propia justicia mientras escondían pecados graves.

La respuesta del Señor es una confrontación directa porque cita Isaías 29:13, conectando a estos fariseos con la misma actitud que Dios había condenado siglos antes en Israel. Veamos que no era un problema nuevo: el pueblo de Dios siempre había luchado con la tentación de sustituir la devoción genuina del corazón por rituales externos impresionantes.

Lo que Cristo denuncia aquí es el corazón del problema religioso: es posible adorar a Dios con palabras hermosas, participar en ceremonias elaboradas, cumplir con tradiciones ancestrales, y sin embargo tener el corazón completamente alejado de él. Esta desconexión entre lo externo y lo interno, entre lo que mostramos y lo que realmente somos, es precisamente lo que define la hipocresía religiosa.

Tres verdades bíblicas

  1. La hipocresía pone una carga innecesaria sobre nuestros hombros Lo curioso de la hipocresía es que, al menos en lo religioso, no es obligatoria, pero la ponemos como una pesada carga sobre nuestros hombros sin necesidad alguna. Si ya de por sí es difícil tener una vida cristiana genuina, imagínate fingirla. Todo con el propósito de impresionar a quién o a qué. La persona que practica la hipocresía religiosa en cualquier ámbito no es feliz nunca porque no puede ser quien es realmente, y eso es trágico. El Señor nos llama a libertad. Él nos conoce, sabe nuestras debilidades, por lo que no tenemos nada que demostrar más que la realidad de nuestro pecado y la profunda necesidad del Señor. No tienes que actuar como si fueras perfecto delante de Dios. Él ya sabe que no lo eres.
  2. La hipocresía sobreestima la aprobación de los hombres ¿Te has dado cuenta que la hipocresía religiosa no busca engañar a Dios sino a los hombres? En el fondo, el que practica una religión externa está convencido de que Dios no necesita eso, pero no le importa. Él busca solo el favor de los hombres y lo peor es que es justo eso lo que obtendrá y nada más. Ser visto de los hombres será toda su recompensa, pero luego qué. ¿Acaso son las personas las que nos justifican? Debemos vivir de cara a Dios y delante de él nuestras almas están desnudas. La aprobación humana es temporal, superficial y finalmente vacía. Cuando vives para impresionar a otros, te conviertes en esclavo de sus opiniones y pierdes la libertad que Cristo te ofrece.
  3. La hipocresía deshonra a Dios La hipocresía revela un desconocimiento de la naturaleza de Dios o una visión empobrecida de él. Dios es omnisciente y omnipresente. Él habita en todo lugar y nadie puede escapar de su presencia. Sus ojos están en todas partes. Esa es una realidad que debería gobernarnos, no esa visión pequeña de un Dios al que le fallan los ojos, que no discierne o que no se da cuenta. Cuando actúas de manera hipócrita, estás tratando a Dios como si fuera un ser humano limitado que puede ser engañado. Esa es la razón por la que la hipocresía es una ofensa tan grande al Señor. No solo miente sobre quién eres, sino que miente sobre quién es él.

Reflexión y oración

Dios prefiere un corazón quebrantado y sincero antes que una actuación perfecta. No necesitas máscaras delante de él. Tu honestidad es más valiosa que tu apariencia de santidad. La vida cristiana genuina nace de un corazón transformado, no de una performance religiosa.

Señor, pido perdón por las veces que he usado máscaras delante de ti y de otros. Libérame de la carga innecesaria de pretender ser lo que no soy. Ayúdame a venir a ti con honestidad, reconociendo mi pecado y mi necesidad de tu gracia. Que mi adoración brote de un corazón sincero que realmente te ama, no de un deseo de impresionar a otros. Enséñame a valorar tu aprobación por encima de la de los hombres. En el nombre de Jesús, amén.

*Lecturas del plan para hoy:

Jueces 8, Hechos 12, Jeremías 21, Marcos 7

*Este devocional está basado en el plan de lecturas de Robert Murray M'Cheyne

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Jacobis Aldana, pastor Iglesia Bíblica Soberana Gracia

Sobre el autor de este devocional diario

Este devocional es escrito y narrado por el pastor Jacobis Aldana. Es licenciado en Artes Teológicas del Miami International Seminary (Mints) y cursa una Maestría en Divinidades en Midwestern Baptist Theological Seminary; ha servido en el ministerio pastoral desde 2011, está casado con Keila Lara y es padre de Santiago y Jacobo.