Devocional para el 26 de mayo

Compartir devocional

Versículo base: «Hijos, aléjense de los ídolos» (1 Juan 5:21, NBLA)

El peligro silencioso que acecha nuestro corazón

Cuando hablamos de idolatría es común que pensemos en imágenes de yeso típicas de la edad media y toda la iconografía de los santos de la Biblia; pero la idolatría no siempre es tan obvia, de hecho, la mayoría de veces es sutil y eso es lo que la hace particularmente peligrosa. Es un pecado grande con cara de inocencia en el que podemos estar involucrados a veces sin siquiera darnos cuenta o incluso hasta defenderla.

Entendiendo el pasaje

A lo largo de toda su carta, Juan ha estado combatiendo las enseñanzas de falsos maestros que habían infiltrado las iglesias. Estos hombres negaban que Jesús hubiera venido en carne, promovían un conocimiento especial que supuestamente los hacía superiores, y vivían en pecado mientras proclamaban tener comunión con Dios. Juan les ha recordado a sus lectores las marcas de la vida genuina: obediencia a los mandamientos, amor fraternal, y confesión correcta de Cristo.

Ahora, al final de su carta, Juan hace una advertencia final que parece casi abrupta: «Hijos, aléjense de los ídolos». Pero no es casual. Juan llama con amor «hijitos» y los previene del peligro con la urgencia que caracteriza el amor paternal. La idolatría no es un pecadito, es la advertencia más enérgica que Dios hace a los que ama. Todo el contexto de la carta apunta a esta verdad fundamental: Dios no comparte su gloria con nadie. Los falsos maestros, en el fondo, estaban promoviendo una forma sutil de idolatría al elevar el conocimiento humano por encima de la revelación de Cristo.

Tres verdades bíblicas

  • La idolatría no siempre es fácil de ver, pero sabemos cuándo está ahí Definimos como idolatría todo aquello que desplaza a Dios como nuestra principal prioridad y adoración. No necesariamente implica que Dios no está en el escenario, pero no es la principal prioridad. Eso no siempre es fácil de determinar cuando no hay madurez espiritual, pero una buena forma de hacerlo es preguntarte: ¿A qué dedicas tus mayores esfuerzos, recursos, tiempo y pensamientos? ¿Es Dios solo un medio para alcanzar otros fines o usas todo para poder servir y glorificar a Dios en cada área de tu vida?
  • El problema de la idolatría está en el corazón La mayoría de cosas que idolatramos no son un problema en sí mismo. Nadie se levanta un día con la intención de cortar un árbol y construir una imagen tallada porque quiere un dios personal; pero nuestro corazón caído tiene la facultad de convertir incluso los regalos de Dios en ídolos funcionales: el trabajo, el dinero, los hijos, el matrimonio y hasta los predicadores o pastores. Lo cierto es que aunque todas estas cosas son buenas y regalos para disfrutar, debes vigilar de cerca que tu corazón no esté usándolas como un insumo para buscar satisfacción en ellos en lugar de dirigirte a Dios.
  • La idolatría es mentirosa Los ídolos venden un espejismo, una satisfacción temporal. Nos dan identidad. Los preferimos porque a menudo los podemos abrazar, ver, tocar, besar. No necesitas fe para la idolatría, al menos no fe bíblica. En comparación con el Dios invisible es un competidor para el corazón y por eso Juan dice: huyan, aléjense. Esos dioses fallan y lo hacen de la peor manera. No pueden cumplir promesas, no pueden dar esperanza y peor aún, no pueden salvar por mucho que nos hagan sentir bien: solo en Cristo hay salvación.

Reflexión y oración

La idolatría es el pecado más natural del corazón humano. Nacemos inclinados a buscar dioses que podamos controlar. Juan nos advierte como un padre amoroso: aléjense. Los ídolos prometen lo que solo Cristo puede dar. Solo en él encontramos identidad verdadera, propósito eterno y satisfacción que perdura.

Señor, reconozco que mi corazón es una fábrica de ídolos. Confieso que muchas veces he puesto mi esperanza en cosas buenas que tú me has dado, pero las he convertido en dioses funcionales. Perdóname por buscar en el trabajo, en las relaciones, en el dinero o en mis logros lo que solo tú puedes darme. Ayúdame a vigilar mi corazón, a detectar cuando algo está compitiendo contigo por mi adoración. Que mi vida entera sea para tu gloria, no para la mía. Gracias porque en Cristo tengo todo lo que necesito para la vida y la piedad.

*Lecturas del plan para hoy:

Números 35, Salmos 79, Isaías 27, 1 Juan 5

*Este devocional está basado en el plan de lecturas de Robert Murray M'Cheyne

¿Dónde quieres recibir los devocionales?

Jacobis Aldana, pastor Iglesia Bíblica Soberana Gracia

Sobre el autor de este devocional diario

Este devocional es escrito y narrado por el pastor Jacobis Aldana. Es licenciado en Artes Teológicas del Miami International Seminary (Mints) y cursa una Maestría en Divinidades en Midwestern Baptist Theological Seminary; ha servido en el ministerio pastoral desde 2011, está casado con Keila Lara y es padre de Santiago y Jacobo.