Versículo base: “Pero hágase todo decentemente y con orden.” (1 Corintios 14:40)
Decentemente y con orden
En 1965, el compositor estadounidense John Cage presentó una pieza musical titulada “4’33″” donde los músicos simplemente se sentaban en silencio durante cuatro minutos y treinta y tres segundos. El público quedó desconcertado. ¿Era esto música? ¿Era arte? La controversia que generó planteó importantes preguntas sobre qué constituye verdaderamente la música y el propósito de una interpretación. Parece que ese era el propósito del artista, generar debate y confusión y sobra decir que lo logró.
De manera similar, la iglesia en Corinto enfrentaba una crisis sobre el propósito y la forma de sus reuniones. Lo que debía ser un encuentro edificante se había convertido en un caótico espectáculo donde cada uno buscaba destacarse. Pablo aborda esta situación con un principio sencillo pero profundo: “Pero hágase todo decentemente y con orden.” Aquí, desviar la mirada del propósito principal de la reunión de adoración si era un problema. La confusión y la controversia no son algo que debemos perseguir cuando se trata de las cosas del Señor.
Entendiendo el pasaje
La iglesia de Corinto estaba atravesando serios problemas de desorden en sus reuniones. Pablo dedica tres capítulos enteros (12-14) a abordar los dones espirituales y su uso apropiado. El capítulo 12 establece que todos los dones provienen del mismo Espíritu y deben usarse para el bien común. El capítulo 13 enfatiza que sin amor, ningún don tiene valor. Finalmente, en el capítulo 14, Pablo da instrucciones prácticas sobre cómo ejercer estos dones en la congregación.
El contexto inmediato del versículo 40 muestra a Pablo confrontando una situación donde las reuniones se habían vuelto caóticas. Varios miembros hablaban simultáneamente en lenguas sin interpretación, los profetas interrumpían a otros, y las mujeres planteaban preguntas disruptivas durante el servicio. El resultado era confusión, no edificación. La frase “decentemente” se refiere a lo que es apropiado y honorable, mientras que “orden” habla de una disposición organizada, opuesta al caos. Pablo no está imponiendo un ritualismo rígido, sino recordando que Dios no es autor de confusión (v. 33). El propósito de las reuniones no era la autoexpresión individual sino la edificación mutua, y esto requería un orden que facilitara la comprensión y el crecimiento espiritual.
3 verdades bíblicas
El orden en la adoración refleja el carácter de Dios Pablo afirma que “Dios no es Dios de confusión, sino de paz” (v. 33). El desorden en nuestras reuniones comunica una idea errónea sobre quién es Dios. Cuando priorizamos nuestras preferencias personales por encima del bienestar de la comunidad, contradecimos el carácter ordenado de nuestro Creador. Esto no significa que los servicios deban ser rígidos o carecer de emoción, sino que deben reflejar la naturaleza de Dios. Piensa en cómo participas en tu comunidad de fe. ¿Tus acciones promueven un ambiente de paz donde todos pueden encontrarse con Dios, o contribuyen a la distracción y confusión? Cada decisión que tomas en el contexto de la adoración comunica algo sobre el Dios que adoras.
La edificación mutua es el propósito de nuestras reuniones Pablo enfatiza repetidamente que el criterio para evaluar cualquier práctica en la iglesia es si edifica a los demás: “procurad abundar en ellos para edificación de la iglesia” (v. 12). La palabra “edificación” significa literalmente “construcción” – estamos construyendo juntos el cuerpo de Cristo. Cuando vas a la iglesia, ¿lo haces principalmente para recibir o también para dar? La tendencia actual a consumir experiencias religiosas como si fueran productos contradice esta enseñanza bíblica. Pregúntate: ¿Cómo puedo contribuir hoy al crecimiento espiritual de mi comunidad? Podría ser a través de una palabra de aliento, un servicio humilde, o simplemente tu atención respetuosa durante la enseñanza.
El amor debe gobernar nuestro ejercicio de los dones espirituales Esta verdad conecta directamente con Cristo, quien siendo la suprema expresión del poder divino, ejerció ese poder siempre con amor y para beneficio de otros. Pablo coloca el capítulo del amor (13) precisamente entre sus enseñanzas sobre los dones, indicando que el amor debe ser el principio regulador en su ejercicio. Sin amor, incluso los dones más impresionantes se vuelven “címbalo que retiñe” (13:1). Los corintios estaban más preocupados por la manifestación de dones espectaculares que por expresar amor práctico. ¿Estás utilizando tus talentos y habilidades para llamar la atención sobre ti mismo o para servir genuinamente a otros? El orden que Pablo prescribe no es meramente procedimiento; es amor en acción, siguiendo el ejemplo de Cristo quien “no vino para ser servido, sino para servir” (Marcos 10:45).
Reflexión y oración
El principio de “decentemente y con orden” trasciende el contexto de los servicios religiosos y habla a cada aspecto de nuestra vida cristiana. No se trata de rigidez legalista sino de una disposición que honra a Dios y facilita el crecimiento espiritual comunitario. Es notable que esta instrucción venga después del “capítulo del amor”, recordándonos que el verdadero orden cristiano siempre está motivado por el amor, no por el control o la tradición por sí misma. En una era donde la autenticidad a menudo se confunde con espontaneidad desordenada, y donde lo espectacular frecuentemente eclipsa lo sustancial, este principio nos llama a evaluar nuestras prácticas no por su capacidad para impresionar, sino por su poder para edificar.
Padre celestial, confieso que muchas veces me acerco a ti y a tu pueblo con mis propias agendas. A veces busco experiencias religiosas que me satisfagan emocionalmente pero que no necesariamente te honran o edifican a otros. Ayúdame a entender que el orden en mi adoración y en mi vida no es una restricción a mi libertad sino una expresión de amor hacia los demás. Enséñame a usar los dones que me has dado no para destacarme, sino para construir tu iglesia. Que mi participación en la comunidad de fe refleje el carácter ordenado y amoroso de Cristo. Dame sabiduría para discernir entre tradiciones humanas innecesarias y principios divinos eternos. En el nombre de Jesús, quien sirvió con perfecta humildad y orden. Amén.
Lecturas del plan para hoy:
Éxodo 10, Lucas 13, Job 28, 1 Corintios 14