Devocional para el 27 de marzo

Devocional para el 27 de marzo

Versículo base: «No te ruego que los saques del mundo, sino que los guardes del maligno. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad.» (Juan 17:15-17, NBLA)

Las últimas palabras de Jesús: una oración por nosotros

¿Has notado que prestamos especial atención a las últimas palabras de alguien antes de partir? Lo que una persona dice cuando sabe que no la veremos por mucho tiempo, o quizás nunca más, suele tener un peso diferente. Esas palabras finales revelan lo que realmente importa, lo que queda cuando todo lo superficial se desvanece. El pasaje de hoy nos permite escuchar la conversación más íntima entre el Hijo y el Padre, justo antes de que Jesús enfrentara la cruz. Es como si nos dejaran escuchar a través de la puerta entreabierta de la habitación donde el destino del mundo está siendo discutido.

Entendiendo el pasaje

Juan 17 contiene la oración más larga de Jesús registrada en las Escrituras, conocida tradicionalmente como la “Oración Sacerdotal”. Jesús la pronuncia después de la Última Cena, habiendo ya anunciado su partida inminente. Este momento se ubica entre sus enseñanzas finales a los discípulos y su arresto en Getsemaní. En estas palabras, Jesús ejerce su rol como Sumo Sacerdote, intercediendo ante el Padre por aquellos que le han sido dados.

La estructura de la oración revela el corazón de Cristo: primero ora por sí mismo (v.1-5), luego por sus discípulos inmediatos (v.6-19), y finalmente por todos los futuros creyentes (v.20-26). El versículo que nos ocupa se encuentra en la segunda sección, donde Jesús reconoce la tensión fundamental de la vida cristiana: estar en el mundo sin ser del mundo. No pide que sus seguidores sean removidos de un entorno hostil, sino que sean protegidos mientras permanecen en él como testigos. La verdad—específicamente la Palabra de Dios—es presentada como el instrumento de santificación que los capacitará para esta misión.

Tres verdades bíblicas

  1. Nuestra permanencia en el mundo es intencional, no accidental Jesús no pidió que fuéramos sacados del mundo. Esto es crucial para entender nuestra misión. No estamos aquí por error o por una especie de retraso cósmico en el plan divino. Estamos aquí porque Dios quiere que estemos aquí, en este tiempo específico, en este lugar específico. Cuando enfrentas dificultades por ser cristiano en tu trabajo, cuando te sientes incómodo con los valores que ves a tu alrededor, recuerda: no estás donde estás por accidente. Tu presencia en ese entorno hostil es parte del plan divino. No se trata de escapar del mundo, sino de ser sal y luz en medio de él.
  2. La protección espiritual no es automática, requiere intercesión Jesús sabía que sus discípulos necesitarían protección sobrenatural contra el maligno, y por eso oró específicamente por ello. Esto nos muestra algo fundamental: nuestra fortaleza espiritual no es automática ni viene principalmente de nuestros esfuerzos. El mismo Hijo de Dios, sabiendo que partiría, consideró necesario interceder por la protección de los suyos. Si Jesús, conociendo el corazón del Padre, vio necesario orar por esto, ¿cuánto más nosotros? La buena noticia es que esta intercesión no se detuvo en el aposento alto. Hebreos 7:25 nos dice que Jesús “vive siempre para interceder” por nosotros. Tu perseverancia en la fe no depende solo de tu determinación, sino de la intercesión continua de Cristo.
  3. La santificación viene a través de la verdad, no de nuestros esfuerzos “Santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad.” Aquí Jesús revela el método divino de santificación. Mucho antes de que existieran programas de autoayuda espiritual o “cinco pasos para superar el pecado”, Jesús dejó claro que la santificación ocurre por medio de la verdad. La palabra griega para “santificar” (hagiazō) significa “apartar para uso sagrado”. No se trata principalmente de reglas morales, sino de ser moldeados por una realidad diferente. La santificación no es principalmente lo que tú haces por Dios, sino lo que Su verdad hace en ti cuando te expones a ella. Y esta verdad no es abstracta o filosófica, sino concreta: “tu palabra es verdad”. Cuando pasas tiempo genuino con las Escrituras, no estás simplemente adquiriendo información religiosa; estás participando en el proceso divino de santificación.

Reflexión y oración

Las últimas palabras de Jesús antes de la cruz no fueron instrucciones tácticas o estratégicas para sus discípulos. Fueron una oración. Esto revela algo profundo: más que nuestros planes, métodos o estrategias, necesitamos la intervención divina para permanecer fieles en un mundo hostil. Jesús sabía que sin la protección del Padre y sin el poder santificador de la verdad, los discípulos no podrían cumplir su misión. Lo mismo aplica para nosotros. Nuestra fidelidad no descansa en nuestra fuerza de voluntad, sino en la intercesión de Cristo y en el poder de la verdad divina para transformarnos desde adentro hacia afuera.

Padre, gracias porque Jesús pensó en mí antes de ir a la cruz. Me conmueve profundamente saber que mi nombre estaba en su corazón mientras oraba. Reconozco que la tensión de vivir en este mundo sin ser parte de sus sistemas me sobrepasa muchas veces. Los valores, las presiones, y las tentaciones a menudo parecen demasiado fuertes. Te pido que, así como Jesús intercedió, me guardes del maligno hoy. Protege mi mente de las mentiras, mi corazón de la dureza, y mis acciones de la conformidad con este mundo. Usa tu Palabra para santificarme. Que cada vez que abro las Escrituras no sea un ejercicio religioso, sino un encuentro transformador con la verdad que me libera y me capacita para representarte fielmente. En el nombre de Jesús, quien intercede por mí, amén.

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*Lecturas del plan para hoy:

Éxodo 38, Juan 17, Proverbios 14, Filipenses 1

*Este devocional está basado en el plan de lecturas de Robert Murray M'Cheyne

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Jacobis Aldana, pastor Iglesia Bíblica Soberana Gracia

Sobre el autor de este devocional diario

Este devocional es escrito y narrado por el pastor Jacobis Aldana. Es licenciado en Artes Teológicas del Miami International Seminary (Mints) y cursa una Maestría en Divinidades en Midwestern Baptist Theological Seminary; ha servido en el ministerio pastoral desde 2011, está casado con Keila Lara y es padre de Santiago y Jacobo.