Versículo base: «Pero ustedes, amados, edifíquense en su santísima fe, orando en el Espíritu Santo» (Judas 1:20, NBLA)
Construyendo sobre fundamentos sólidos
En el mundo de la construcción existe una regla innegociable: la calidad de una estructura depende directamente de la solidez de sus cimientos. Un edificio puede tener los materiales más costosos y el diseño más elegante, pero si sus fundamentos son débiles, eventualmente colapsará. Los ingenieros saben que la parte más importante de cualquier construcción es la que nadie ve: lo que está bajo tierra, lo que sostiene todo lo demás.
Entendiendo el pasaje
La carta de Judas es un llamado urgente de alerta. Judas había planeado escribir una carta más general sobre la salvación que compartían todos los creyentes, pero tuvo que cambiar el enfoque debido a una crisis que había surgido, falsos maestros se habían infiltrado en las iglesias. Estos hombres pervertían la gracia de Dios, vivían en inmoralidad, y negaban el señorío de Cristo. Eran como rocas ocultas en los ágapes de amor, manchando la comunión y poniendo en peligro la fe de otros.
En medio de esta advertencia severa, Judas los denuncia y ofrece la solución. Después de describir el destino de estos falsos maestros y recordar ejemplos bíblicos del juicio de Dios, el apóstol se dirige a los creyentes fieles con un “pero ustedes, amados”. Es un contraste marcado: mientras los falsos maestros destruyen, los verdaderos creyentes deben edificar. La palabra “edificar” aquí es arquitectónica; se refiere a construir deliberadamente, capa sobre capa, con materiales que perduren. La fe no es algo estático que recibimos una vez, es algo dinámico que debe crecer y fortalecerse constantemente.
Tres verdades bíblicas
- Tu fe necesita mantenimiento constante La fe cristiana no es como un diploma que obtienes y cuelgas en la pared para siempre. Es como un músculo que se fortalece con el ejercicio o se atrofia por la inactividad. Judas usa el término “edificar” porque sabe que los vientos de la falsa enseñanza y las tormentas de la vida pueden debilitar estructuras mal construidas. Necesitas ser intencional en fortalecer tu fe a través del estudio de la Palabra, la oración, y la comunión con otros creyentes. No puedes vivir de la fe prestada de otros o de experiencias del pasado.
- La oración en el Espíritu es tu línea de comunicación directa Judas no habla de cualquier tipo de oración, sino de “orar en el Espíritu Santo”. Esto significa orar bajo la dirección y el poder del Espíritu, alineando nuestros deseos con la voluntad de Dios. Es el tipo de oración que trasciende nuestras limitaciones humanas, nuestra debilidad que se convierte en un clamor intenso. Cuando oras en el Espíritu, no solo pides cosas a Dios, sino que te dispones para que Él trabaje, te cambie mientras oras. Estas no son las oraciones que hacemos rápido antes de cada comida o a las que recurrimos al borde de a la cama antes de acostarnos. Es oración fervorosa, intensa
- La santidad es el resultado natural de una fe sólida Judas llama a la fe “santísima” no porque sea inalcanzable, sino porque produce santidad en quienes la abrazan genuinamente. Los falsos maestros de los que habla Judas usaban la gracia como excusa para pecar, pero la verdadera fe produce el efecto opuesto: un deseo creciente de agradar a Dios. Cuando tu fe está bien cimentada en Cristo y su obra redentora, naturalmente produces frutos de justicia. No es perfección instantánea, pero sí es progreso constante hacia la imagen de Cristo.
Reflexión y oración
La fe sólida no es accidental, es intencional. Mientras otros destruyen con falsas enseñanzas y vidas impías, tú estás llamado a edificar. Cada día de oración, cada momento en la Palabra, cada acto de obediencia es un ladrillo más en la estructura de tu fe. El Espíritu Santo es tu arquitecto y tu fuerza.
Señor, reconozco que a veces he sido negligente con mi fe, esperando que crezca por sí sola sin mi participación activa. Perdóname por los momentos en que he permitido que se debilite por falta de cuidado. Ayúdame a ser diligente en edificar mi fe cada día. Enséñame a orar en tu Espíritu, no solo con mis propias palabras sino bajo tu dirección. Que mi fe no sea solo una creencia mental sino una fuerza viviente que produzca santidad en mi vida. Fortaléceme para resistir las falsas enseñanzas y mantenerme firme en la verdad de tu Palabra.