Devocional para el 4 de junio

Versículo base: “Vi cuando el Cordero abrió uno de los sellos, y oí a uno de los cuatro seres vivientes decir con voz de trueno: Ven y mira.” (Apocalipsis 6:1, RVR1960)

Cuando la historia se parte en siete

Llegamos a la parte que más expectativa genera en quienes se acercan al libro de Apocalipsis. Hasta aquí, todo parece manejable: cartas, visiones celestiales, cánticos gloriosos. Pero ahora empiezan los sellos, los jinetes, las trompetas, las copas… símbolos por todas partes, imágenes que provocan temor y debates sin fin. No es exagerado decir que el mayor contenido visual y dramático del libro se concentra en esta sección. Y también es donde muchos se pierden.

Esto importante, desde el principio: no se trata de decodificar cada símbolo como si esto fuera un acertijo apocalíptico. Nuestro llamado no es especular sobre eventos futuros con precisión matemática, sino leer como leyeron los primeros cristianos perseguidos. Este libro fue escrito para ellos, con un mensaje claro: el Cordero tiene el control, y el juicio que viene no es aleatorio, sino justo. Así que hoy, más que buscar una cronología, busquemos lo que ellos encontraron: consuelo, advertencia y esperanza.

Entendiendo el pasaje

El capítulo 6 marca el inicio del primer ciclo de juicios en Apocalipsis: la apertura de los siete sellos. A lo largo del libro, veremos tres ciclos principales de juicio: los sellos (cap. 6–8), las trompetas (cap. 8–11) y las copas (cap. 15–16). Estos no deben entenderse como eventos consecutivos, sino como visiones cíclicas que muestran desde distintos ángulos cómo Dios responde al pecado y vindica a su pueblo.

Cada ciclo se intensifica. Lo que comienza como advertencia, progresa hacia juicio más severo. Pero hay un patrón: al final de cada uno, hay una pausa, un respiro, como si el cielo esperara que la tierra escuche. Es gracia en medio del juicio.

Lo primero que Juan ve es que es el Cordero quien abre los sellos. No es un accidente. No es Satanás ni el caos. Es Cristo administrando la historia. Y cada sello desata algo: conquista, guerra, hambre, muerte, martirio, caos cósmico. Es la historia del mundo en símbolos. Y es la historia que vivían los cristianos perseguidos del siglo I.

Para ellos, esto no era ciencia ficción. Era su realidad: emperadores que conquistaban, guerras que destruían ciudades, hambre en las calles, amigos ejecutados por la fe. Lo que Juan les muestra es que todo esto, por terrible que parezca, no escapa al control del cielo. El Cordero reina. Y vendrá el día en que cada lágrima y cada herida serán respondidas con justicia.

Tres verdades bíblicas

Dios no ha perdido el control del mundo
Es fácil pensar que los juicios en Apocalipsis muestran un mundo fuera de control. Pero lo primero que debemos notar es esto: cada juicio empieza con un sello abierto por el Cordero. No hay caos autónomo, hay soberanía. Cristo no está reaccionando; está reinando. Y si eso era cierto para ellos, también lo es para ti hoy. Aunque no entiendas todo lo que pasa, puedes confiar en quién lo está permitiendo.

El juicio de Dios revela la gravedad del pecado
Los cuatro jinetes son una galería del sufrimiento humano: violencia, injusticia, hambre, muerte. No son caricaturas ni fantasía. Son el rostro del mundo roto por el pecado. Y Dios permite que lo veamos para que no lo ignoremos. Cada juicio es un megáfono de Dios diciéndole a la humanidad: “Esto no puede seguir así”. Y también es un llamado a ti: no te acostumbres al mal. Clama por redención.

Los mártires no son olvidados: su sangre será vindicada
El quinto sello nos muestra una escena conmovedora: almas bajo el altar clamando por justicia. No piden venganza. Piden que Dios actúe. Y Dios responde: aún no. Porque su justicia es paciente, pero segura. Esta es una verdad poderosa para quienes han sufrido por la fe. Dios ve. Dios escucha. Y Dios responderá.

Reflexión y oración

Los juicios del Apocalipsis no son un espectáculo de horror. Son el eco del cielo que grita: “Cristo reina, y el pecado será juzgado”. Lo que para el mundo es terror, para la iglesia es anuncio. La historia no se desborda, se desenrolla. Sello a sello. Voz a voz. Hasta que veamos su rostro.

Señor, cuando la tierra tiembla y los símbolos me abruman, ayúdame a recordar que tú estás abriendo los sellos. Que cada juicio es parte de tu justicia, y cada silencio, parte de tu paciencia. Dame fe para esperar, ojos para ver, y valentía para vivir en tu verdad. Amén.

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Jacobis Aldana, pastor Iglesia Bíblica Soberana Gracia

Sobre el autor de este devocional diario

Este devocional es escrito y narrado por el pastor Jacobis Aldana. Es licenciado en Artes Teológicas del Miami International Seminary (Mints) y cursa una Maestría en Divinidades en Midwestern Baptist Theological Seminary; ha servido en el ministerio pastoral desde 2011, está casado con Keila Lara y es padre de Santiago y Jacobo.