Devocional para el 6 de junio

Versículo base: «Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos sobre el altar de oro que estaba delante del trono. Y de la mano del ángel subió a la presencia de Dios el humo del incienso con las oraciones de los santos.» (Apocalipsis 8:3-4, NBLA)

Cuando las oraciones encienden la justicia

Media hora de silencio en el cielo. En un lugar donde siempre hay criaturas proclamando la gloria de Dios, donde los cánticos resuenan eternamente, ese silencio dice algo profundo. Es el momento justo antes de que comience algo grande. El cielo entero detiene su voz porque algo santo está por suceder.

Entendiendo el pasaje

El capítulo 8 conecta dos ciclos importantes en Apocalipsis. Los sellos han llegado a su cierre y ahora vienen las trompetas. Pero esta transición es más que técnica, es revelacional. Un ángel se acerca al altar celestial con un incensario de oro. Recibe incienso abundante y lo mezcla con algo fundamental: las oraciones del pueblo de Dios. Las mismas súplicas que escuchamos en el capítulo 6, cuando los mártires clamaban «¿Hasta cuándo, Señor santo y verdadero?» Esas oraciones han sido llevadas al altar y ahora son parte activa del plan divino.

Este gesto cambia todo. Lo que viene después —las trompetas que sacuden la creación— está directamente conectado con las súplicas de los santos. El incensario se llena con fuego del altar y es arrojado a la tierra. Las trompetas suenan una tras otra, afectando la tierra, el mar, los ríos y la luz. Cada trompeta toca un tercio de la creación. Hay límites, hay intención. Este juicio está controlado y responde al clamor de justicia que ha subido delante del trono de Dios.

Tres verdades bíblicas

  1. Dios mezcla tus oraciones con su plan El ángel toma las oraciones de los santos y las añade al incienso. Esto significa que tus súplicas están integradas en lo que Dios decide hacer en la historia. Cuando clamas por justicia, cuando pides que intervenga en situaciones que te desbordan, esas oraciones llegan al altar celestial y se convierten en parte de su respuesta. Tu oración no es un eco que se pierde en el vacío.
  2. La justicia de Dios responde al clamor de su pueblo Los juicios que siguen surgen porque el pueblo clamó por justicia. Dios actúa con fidelidad a lo que prometió: que el mal será juzgado. Cuando ves la injusticia campear y te preguntas si Dios está viendo, recuerda este pasaje. Él escucha cada clamor y responde en su tiempo perfecto. Su justicia llegará porque es fiel a sus promesas.
  3. El juicio de Dios alcanza lo que creemos controlar Las trompetas tocan el mundo físico: tierra, mar, agua dulce, luz solar. Dios está llamando la atención con cosas visibles, tocando lo que el ser humano cree que puede manejar. A veces necesitamos que tiemble lo que parecía fijo para mirar hacia arriba. Cristo mismo vino para ser juzgado en nuestro lugar, llevando sobre sí la ira que merecíamos, para que quienes creemos en él tengamos paz con Dios.

Reflexión y oración

Nuestras oraciones llegan al altar de Dios y se convierten en parte de su plan. Ningún clamor sincero se pierde cuando está dirigido a él. El salmo 10, versículo 17, declara: “El deseo de los humildes oíste, oh Jehová; tú dispones su corazón, y haces atento tu oído, para juzgar al huérfano y al oprimido, a fin de que no vuelva más a hacer violencia el hombre de la tierra

Padre, gracias porque escuchas cada una de mis oraciones. Gracias porque tus respuestas son justas y perfectas. Te pido que me enseñes a orar confiando en que mis palabras llegan a tu altar. Ayúdame a clamar con fe y a esperar tu justicia sabiendo que actuarás en tu tiempo perfecto. Amén.

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*Lecturas del plan para hoy:

Deuteronomio 10, Salmos 94, Isaías 38, Apocalipsis 8

*Este devocional está basado en el plan de lecturas de Robert Murray M'Cheyne

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Jacobis Aldana, pastor Iglesia Bíblica Soberana Gracia

Sobre el autor de este devocional diario

Este devocional es escrito y narrado por el pastor Jacobis Aldana. Es licenciado en Artes Teológicas del Miami International Seminary (Mints) y cursa una Maestría en Divinidades en Midwestern Baptist Theological Seminary; ha servido en el ministerio pastoral desde 2011, está casado con Keila Lara y es padre de Santiago y Jacobo.