Como muchos de ustedes, yo inicié el nuevo año con un plan para leer la Biblia completa en este 2017. Me he retrasado varias veces y hoy por fin pude hacer el tiempo de sentarme tranquila a leer y meditar en los muchos capítulos pendientes.
Al llegar al capítulo 22 de Génesis me topé con la legendaria historia de Abraham y el fallido sacrificio de Isaac. He leído esta historia muchas veces en mi vida, pero quiero compartirte algo que aprendí hoy de ella.
Un pedido inusual
Abraham había esperado nada más y nada menos que cien años para cargar un hijo suyo y de Sara su esposa, esperó unos veinticinco años desde que Dios le prometió este hijo y hasta que nació, ¿y ahora quiere que lo sacrifique? Esto no tenía sentido. Pero Abraham y Dios eran amigos (Santiago 2:23), por lo que él obedece y hace exactamente lo que Dios le ordena:
“Aconteció que después de estas cosas, Dios probó a Abraham, y le dijo: ¡Abraham! Y él respondió: Heme aquí. Y Dios dijo: Toma ahora a tu hijo, tu único, a quien amas, a Isaac, y ve a la tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré. Abraham se levantó muy de mañana, aparejó su asno y tomó con él a dos de sus mozos y a su hijo Isaac; y partió leña para el holocausto, y se levantó y fue al lugar que Dios le había dicho.”
Génesis 22:1-3 LBLA
Tambieín puedes leer Jeohvá Jireh, ¿Proveedor de qué?
Ciertas condiciones aplican
Sabemos que Dios no permitió que Abraham le ofreciera sacrificio humano, sino que el ángel del Señor lo detuvo. Pero algo llamó mi atención poderosamente en este versículo:
“Y llamó Abraham aquel lugar con el nombre de El Señor Proveerá, como se dice hasta hoy: En el monte del Señor se proveerá.”
Génesis 22:14 LBLA
Nunca me había fijado que, Jehová Jireh que es como se traduce del hebreo Jehová Proveerá, viene acompañado de: En el monte del Señor.
Es decir, Dios ha prometido proveer nuestras necesidades pero solo cuando obedecemos y estamos en el lugar que el nos ha indicado estar y haciendo lo que nos ordenó hacer.
Muchos de nosotros tenemos peticiones delante del Señor, oramos por ellas de día y de noche. Pero a lo mejor muchas de nuestras oraciones no reciben respuesta porque hemos hecho caso omiso al mandato de Dios en primer lugar.
Quizá Dios te ha ordenado dejar una relación, abandonar un negocio, mudarte del lugar donde vives, participar activamente en un Ministerio o usar ese talento que El te ha dado en Su reino, pero no has “subido al monte”, no le has obedecido.
La historia registra que el lugar de compromiso de Dios para proveernos lo que necesitamos, es estando en el monte que El ha ordenado que estemos.
Es probable que si estuviéramos donde Dios nos ha ordenado estar e hiciéramos lo que El ha dicho claramente que hagamos, no tuviéramos que sacrificar nuestro Isaac. El proveería cordero, igual que como lo hizo con Abraham… porque obedeció.