Jonás no le hizo caso a la palabra de Dios.
Por eso, al mar profundo la gente lo tiró;
y vino un pez muy grande y ¡pum! Se lo tragó
porque no le hizo caso a la Palabra de Dios.
No sé cuánto tiempo tengas en la fe, pero estoy seguro de que por algún lado habrás escuchado ese sonsonete pegajoso, clásico de las escuelas dominicales para niños. Tampoco quiero sonar pretensioso, pero puede ser que esta inocente composición haya contribuido en gran medida a la idea de que el gran tema de Jonás es que hay que obedecer para no ser castigados.
La historia de Jonás es lo que podríamos llamar una obra de arte de la literatura antigua. El arco narrativo, la progresión, las transiciones de escena a escena, agregan un drama que es común que veamos en un estado más maduro de la literatura, pero no en escritos de cinco siglos antes de Cristo.
Sin embargo, el propósito de este escrito es aportar una visión un poco más amplia del libro de este peculiar profeta de Dios y remarcar algunas lecciones o principios prácticos que se pueden extraer y que es posible que queden eclipsados ante la nube de popularidad del tema de la desobediencia como el punto principal del libro.
A continuación, haremos un recorrido a través del libro de Jonás para ver 7 lecciones que podemos aprender de esta historia:
Tabla de contenido:
Lección 1: La desobediencia en la historia de Jonás
Sí; tenemos que empezar por aquí, porque la historia de Jonás comienza aquí, con la desobediencia.
En el capítulo 1 de Jonás, abre con una instrucción directa de parte de Dios para el profeta:
«Levántate, ve a Nínive, la gran ciudad, y proclama contra ella, porque su maldad ha subido hasta Mí». (Jonás 1:2)
No es una instrucción ambigua o que ameritaba algún margen de discusión. Aunque todavía no conocemos el final de esta historia, en principio el propósito de Dios es enviar a un profeta, quien está supuesto a ser el portavoz de Dios, a llevar un mensaje a un pueblo específico.
Pero el problema para Jonás no estaba en el acto mismo de ser encomendado en una misión, sino en a quién debía ir. Por alguna razón, él creía que no era una buena idea ir a Nínive a llamarlos al arrepentimiento, después de todo, eran la nación con peor reputación en la época y autores de barbaries.
La respuesta de Jonás fue completamente opuesta a lo que Dios esperaba. Jonás se levantó para huir del llamado que Dios le estaba haciendo.
El profeta que debía ir a donde Dios le decía y debía decir lo que Dios mandaba, estaba yéndose a donde quería y rehusándose a hablar el mensaje de Dios.
Es una necedad pensar que podemos rehusarnos a la voluntad de Dios o que podemos emprender nuestra propia ruta y tener éxito. Nadie podrá escapar jamás de la responsabilidad de estar un día delante del Señor para rendir cuentas.
En ocasiones, Dios trae consecuencias a la desobediencia en esta vida, pero las mayores repercusiones están reservadas para el día del juicio.
Toda desobediencia al final será castigada y nadie se saldrá con las suyas. Puede ser que por algún momento pensemos que ir en contra de lo que Dios demanda nos está saliendo bien, pero eso no será para siempre. A menos que vayamos a Cristo en arrepentimiento, todas nuestras desobediencias estarán un día delante de nosotros como cargos en contra.
Obedecer a Dios no es opcional, pero tampoco es gravoso. Él dijo que su yugo es fácil y su carga ligera; por lo que obedecer no es algo que debemos hacer porque Dios lo pide, sino porque es bueno para nosotros.
Sin embargo, como Jonás, no solo habla de desobediencia; veamos una segunda lección que podemos extraer de este libro:
Lección 2: La paz humana no siempre coincide con la paz de Dios
Uno de los pasajes más llamativos para mí en este pasaje es el que muestra a Jonás después de tomar un barco para ir en una dirección contraria a la de Dios. Se encuentra con una tormenta feroz. Esto es lo que dice el relato:
«Los marineros tuvieron miedo, y cada uno clamaba a su dios; y arrojaron al mar la carga que estaba en el barco para aligerarlo. Pero Jonás había bajado a la bodega del barco, se había acostado y dormía profundamente». (Jonás 1:5)
También puedes escuchar el sermón: No se turbe vuestro corazón
¿Lo pueden ver? Mientras había una tormenta que atemorizaba a los marineros más expertos; ¡Jonás dormía! Alguien podría hasta componer una canción: “Puedes tener paz en la tormenta…”
Estoy seguro de que has escuchado esto antes: no importa el camino que tomes, si sientes paz en tu corazón, es porque es Dios. Y aunque es cierto que hacer la voluntad de Dios produce gozo y paz, es un error trágico pensar que si hay paz, entonces es porque estamos en la voluntad de Dios.
Este es un camino peligroso. Una joven creyente podría llegar a decir que está segura de casarse con un no creyente porque cuando están juntos ella siente mucha paz en su corazón; aunque sea evidente que va en contra del mandato expreso del Señor de no unirse en yugo desigual con los incrédulos.
A veces hacer la voluntad de Dios puede traer agonía, como la que experimentó Jesús en el Getsemaní, pero podemos tener una disposición resuelta a que no se haga nuestra voluntad sino la de Dios (Lucas 22:42).
Así que, no seas llevado de la “paz de tu corazón” o del poder “dormir en medio de la tormenta” para determinar que estás siendo obediente. Esta es una medida muy subjetiva. Fíate del Señor, pues engañoso es el corazón más que todas las cosas (Jeremías 17:9).
Lección 3: Podemos huir de los hombres, pero nunca de Dios
En la primera lección vimos que tarde o temprano tendremos que dar cuentas a Dios por nuestra desobediencia, pero es muy probable que nuestras desobediencias tengan también consecuencias en esta tierra.
A veces pensamos que podemos desobedecer a Dios como desobedecemos a nuestros padres o alguna autoridad, pero olvidamos que a diferencia de cualquier autoridad terrenal, el Señor es dueño de todo y controla todas las cosas según su poder. Dios no puede ser burlado de ninguna manera.
Podemos pensar que si tan solo podemos alejarnos de las personas, entonces de Dios también lo haremos; pero eso no es más que pura necedad.
El salmista David lo puso en estas palabras:
«¿Adónde me iré de Tu Espíritu, o adónde huiré de Tu presencia? Si subo a los cielos, allí estás Tú; si en el Seol preparo mi lecho, allí Tú estás». (Salmo 139:7-8)
No hay un lugar en este universo en el que podamos escondernos o en el que pretendamos que las consecuencias de nuestras decisiones pecaminosas no nos alcancen.
Lección 4: Uno tiene que ser sacrificado para que la ira de Dios sea aplacada
Tal vez la imagen que más rápido asociamos al libro de Jonás es la de un profeta en túnicas cayendo en un mar profundo y un gran pez al acecho con su boca abierta.
- Puede ser que lo extraordinario del relato nos haga perder de vista el sentido que hay detrás de los elementos que están en la escena. Piénselo bien:
- Un hombre desobedece a Dios.
- La ira del Señor se desata contra todos, en una gran tormenta, incluso los que no tenían nada que ver con la decisión del hombre.
- Los hombres intentan desesperadamente y por sus propios medios aplacar la ira del que ha levantado la tormenta contra ellos.
- En algún momento entienden que para que la ira sea aplacada, el culpable debe ser levantado y arrojado a las aguas furiosas del mar.
- Ellos toman a un hombre, lo levantan y cuando es sepultado en las aguas, la ira de la tormenta se aplaca.
- Pero Dios tenía preparado un plan: ese hombre no morirá, sino que estaría tres días y tres noches en el vientre de un pez, y por medio de ese acto milagroso volvería a tierra firme una vez más.
¿Lo pudiste ver? ¡Sí! La historia de Jonás es una recreación asombrosa del gran plan redentor. Porque, sin entrar en el peligro de alegorizar los detalles, ahí está presente el pecado, el juicio, el sacrificio y la ira siendo aplacada.
Y antes de que pienses en que esto es una ocurrencia imaginaria producto de la coincidencia, mira lo que dijo el Señor al respecto:
«Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre tres días y tres noches en el corazón de la tierra». (Mateo 12:40)
El Señor usó la historia de Jonás para hablar de la señal milagrosa de la resurrección como un equivalente del relato.
Y no sé a ti, pero esto es asombroso y nos hace ver la Biblia no como una colección de libros sueltos, sino como una sola historia que apunta a una misma realidad: Cristo, el hijo de Dios, llevando los pecados de los hombres para librarlos de la condenación y hacerlos Su pueblo.
Lección 5: Siempre hay tiempo para el arrepentimiento
Jonás es también un libro de arrepentimiento y puede ser algo que pasamos por alto.
- Los marineros se arrepintieron de su idolatría cuando vieron que la tormenta se aplacó y ofrecieron sacrificios al Señor (Jonás 1:16).
- Jonás se arrepintió desde el vientre de un gran pez y reconoció que la salvación es del Señor y que él, como profeta, no decidía quién vivía y quién moría (Jonás 2:9).
- Y también los habitantes de Nínive se arrepintieron después que Jonás les predicó el mensaje de Dios (Jonás 3:5).
Así que, ya fuere por ver el gran poder de Dios, como en el caso de los marineros idólatras; por experimentar la aflicción y el dolor, como en el caso de Jonás; o por el mero hecho de exponernos al mensaje de Dios, como en el caso de los ninivitas, Dios trae salvación por medio del arrepentimiento.
Él usa muchas maneras para confrontar nuestro pecado y no siempre son las mismas. Puede ser que en ocasiones use el asombro por su grandeza, el dolor de una prueba o una predicación; el Espíritu Santo siempre está presto para convencernos de pecado, justicia y juicio. ¡Alabado sea su nombre!
Lección 6: El poder de un mensaje sencillo
El inicio del capítulo 3 es un detalle de fina coquetería literaria. Empieza exactamente con las mismas palabras del Capítulo 1. Como si se tratara de un reinicio de la historia, pero esta vez con un Jonás renovado por la experiencia. El verso 3 añade: «Y Jonás se levantó y fue a Nínive».
Ahora bien, la misión de Jonás no era nada complicada; de hecho, se limitó a cumplirla al pie de la letra. Como si se tratara de un lunático, su mensaje era una repetición monótona y breve: dentro de cuarenta días, Nínive será destruida.
No había una disertación amplia en términos teológicos, no había una complejidad retórica; pero sí había lo esencial de un mensaje sencillo, pero poderoso: sus pecados son graves y uno más poderoso que ustedes los destruirá; aun así, pudiéndolo hacer ahora, les ha dado cuarenta días para ver si quizás se arrepienten.
Justicia y misericordia en un mismo mensaje. No es extraño que Dios haya usado esto para traer arrepentimiento a los bárbaros habitantes de Nínive.
Así es el poder del evangelio, es el mensaje de Cristo crucificado para llevar la ira de Dios que debía caer sobre los hombres, a fin de concederles perdón y misericordia.
Por supuesto, esto no significa que no se deba hacer un esfuerzo por enseñar claramente. Algunos pasajes de la Biblia son difíciles, pero el mensaje del evangelio, el que tiene en sí mismo el poder para cambiar el corazón de piedra en carne, es un mensaje sencillo. Para algunos, tropiezo; para otros, locura; sin embargo, para los que creen, Cristo, poder y sabiduría de Dios.
Puede ser que la mayoría de los que leen esto no sean predicadores regulares y ni siquiera lleguen a serlo; pero debemos estar en la capacidad de predicar el evangelio a toda criatura con todas sus implicaciones y confiar en que Dios es poderoso para salvar, porque a Él y solo a Él pertenece la salvación.
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Y si eres un predicador regular, ten cuidado, podemos intentar hablar mensajes que traigan mucho ánimo a las personas y motivación, pero si el mensaje sencillo del evangelio no está presente, les estamos negando lo que es necesario para la vida eterna. No te avergüences ni menosprecies el poder que hay en la proclamación del Evangelio (Romanos 1:16).
Lección 7: Perdón para todo el que lo pide
Finalmente, y esto es solo para terminar este artículo, qué bueno es saber que el Señor no hace excepción de personas.
Qué bueno es saber que la salvación no es algo exclusivo de tal o cual etnia, lengua o región; Él es el Salvador del mundo y no hay nadie a quien Dios no esté llamando por medio del evangelio para perdonar sus pecados.
No nos cansemos de predicar a Cristo a todo aquel que tengamos la oportunidad.
Jonás es un libro que estimula la evangelización. No tenemos que tener estudios teológicos avanzados; si tan solo hemos experimentado como Jonás, que en nuestras angustias el Señor fue nuestro socorro, entonces tenemos lo necesario para ir a otros y hablarles de ese mismo Dios y esa misma salvación.
Espero que ahora puedas seguir cantando el sonsonete de “Jonás no le hizo caso…” pero ahora pensando también en las múltiples maneras en las que Dios nos ha hablado por medio de Su Palabra en este precioso libro, pero sobre todo como nos apunta hacia el glorioso evangelio y la necesidad de compartirlo a otros.
Que así sea.
Si estás interesado en más Aquí puedes ver un resumen completo y gráfico del libro de Jonás