Después de clavar las 95 tesis en la puerta de la catedral de Wittenberg, una serie de acontecimientos siguieron pronunciando el inminente distanciamiento entre Martín Lutero y la Iglesia Católica.
La publicación de al menos 3 obras contra el papado, y otros escritos contra las indulgencias, llevaron a Roma a declararlo como hereje al mismo tiempo que fue excomulgado.
Fue así como Lutero tuvo que comparecer ante ante la asamblea (Dieta) convocada por el recién emperador Carlos V, en donde se le pidió retractarse de todos sus escritos, evidenciando que probablemente no los conocían, al incluir dentro de esas obras escritos sobre la fe y la piedad. La Dieta fue un intento del sacro imperio romano por reivindicar la imagen del papado y la iglesia alemana.
La reunión se llevó a cabo en la ciudad de Worm, Alemania y el 21 de Enero de 1521, Lutero tuvo que hacer su defensa ante el emperador y ante 6 electores, 28 duques, 11 marqueses, 30 obispos, 200 príncipes y unas 5,000 personas más para ser juzgado*.
Su defensa se ha resumido así:
«Si no se me convence mediante testimonios de la Escritura y claros argumentos de la razón – porque no le creo ni al papa ni a los concilios ya que está demostrado que a menudo han errado, contradiciéndose a si mismos -, por los textos de la Sagrada Escritura que he citado, estoy sometido a mi conciencia y ligado a la palabra de Dios. Por eso no puedo ni quiero retractarme de nada, porque hacer algo en contra de la conciencia no es seguro ni saludable. ¡Dios me ayude, amén!»
Lutero fue afirmado como un hereje y se emitió una orden donde cualquiera que le matare sería libre de culpa. Así mismo se ordenó la quema de sus obras, sin embargo, así como se encendía la llama de sus libros, también se encendía la llama de la reforma protestante, ya no solo en Alemania, sino en todo el continente y posteriormente al mundo entero. La Dieta de Worms se erige hoy como un memorial de la defensa de la fe, digno de recordar.
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