Este es el primer sermón de la serie de 1 Timoteo, basado en 1 Timoteo 1:1-11 y donde se abordan las causas del desorden en la iglesia.
Iniciamos una nueva serie de reflexiones en torno a la primera carta a Timoteo, titulada «La casa puesta en orden«. Aunque el título pueda sonar familiar, cobra sentido desde uno de los pasajes centrales de la carta: «Para que si tardo, sepas cómo comportarte en la casa de Dios, que es columna y baluarte de la verdad».
En algún momento de la historia, la iglesia fundada por Pablo en Éfeso, donde él pastoreó durante al menos tres años, se vio desafiada por falsos maestros. Estos, influenciados por malas motivaciones, se apartaron completamente del evangelio, llevando a la iglesia hacia doctrinas erróneas y alejándola de la verdad.
Ante este peligro, Pablo encomienda a su fiel seguidor, Timoteo, la tarea de corregir las conductas que corrompen la salud de la iglesia. Las instrucciones son precisas: corregir, enseñar y establecer líderes piadosos.
Tabla de contenido 1 Timoteo 1:1-11
Los encargados de traer orden
Pablo, identificándose como apóstol de Jesucristo, establece su autoridad para encomendar a Timoteo la misión de poner en orden la iglesia. Este mandato se origina en un llamado imperativo e ineludible, respaldado por la experiencia de su largo camino en el evangelio.
Timoteo, el destinatario de la carta, es descrito como un fiel seguidor que fue criado en las Escrituras. Su cercanía con Pablo lo convierte en la elección adecuada para la desafiante tarea de restaurar la iglesia de Éfeso.
Los responsables del caos
La iglesia de Éfeso, fundada por Pablo, enfrentó desafíos cuando algunos, como Himeneo y Alejandro, se apartaron de la verdad. Estos falsos maestros, en algún momento, se desviaron hacia doctrinas engañosas, perdiendo la pureza del evangelio.
Estos agentes del caos buscaban la gloria personal, queriendo ser admirados como maestros de la ley sin comprender lo que decían. Su motivación era errónea, enfocándose en obtener reconocimiento, poder y riqueza.
Hay varias cosas que podemos ver de estos agentes del caos
No siempre fueron falsos maestros
Estos en algún momento se apartaron de la verdad y siguieron fábulas y doctrinas engañosas. Es por eso mis amados, que el que de nosotros piense estar firme, tiene que ver que no caiga.
Estos no fueron hombres que vinieron de afuera, sino que desde dentro fueron desviándose de la verdad y de la sincera fidelidad a Cristo.
Mientras la enseñanza de Pablo, en la que Timoteo fue enseñado, siempre fue impulsada por el amor nacido de un corazón puro, de una buena conciencia y de una fe sincera, estos se desviaron de estas cosas, se han apartado hacia una vana palabrería. Dos de ellos son mencionados en el verso 20: Himeneo y Alejandro, a quienes Pablo ya había entregado a Satanás por causa de su blasfemia.
La vida cristiana no se trata de creer lo correcto, sino de continuar creyendo lo correcto.
Su motivación era la gloria personal
De estos agentes del caos nuestro texto dice que quieren ser maestros de la ley, aunque no saben lo que dicen ni entienden las cosas acerca de las cuales hacen declaraciones categóricas. Solo hablan por hablar, porque quieren ser admirados por estar enseñando cosas nuevas.
Mientras el discipulado de Pablo era servir con limpia conciencia y con fe no fingida, estos habían convertido el evangelio en un espectáculo de palabrería y de cosas de las que ni siquiera tenían conocimiento. No se nos dice exactamente de qué se trataban estas enseñanzas, pero a juzgar por el énfasis en las genealogías y mitos, parecen las ideas precursoras del gnosticismo, el cual estuvo caracterizado por esas ideas místicas sobre los ancestros y el origen del mundo.
Detrás de todo desvío de doctrina siempre hay un deseo por gloria personal o un culto al hombre.
La sana doctrina no exalta a ningún hombre o sistema religioso, sino que conduce a Cristo y a amar a nuestro prójimo.
Su enseñanza era desviada del evangelio
El otro aspecto que se puede ver de estos agentes del caos, es que enfatizaban la ley por encima del evangelio. Pretendían que los creyentes observan reglas y normas humanas como un agregado de la salvación, no entendiendo que el propósito de la ley es mostrar al pecador su pecado para impulsarnos a Cristo y luego devolvernos a ella redimidos y más para que ella nos sirva como deleite, no para juzgarnos de nuevo.
Estos estaban diciendo a los creyentes que no eran salvos porque todavía les faltaba guardar las obras de la ley.
Este es el mismo problema que Pablo enfrentó en Gálatas. Fue lo que Él se empeñó en comunicar cuando hizo su primer viaje misionero, incluso Timoteo lo acompañaba en su misión: Cristo + nada = todo.
Una de las cosas que hace la falsa doctrina, es llevar a las personas a la necesidad de que aún falta algo, de que Cristo no es suficiente, con el fin de mantenerlos alrededor de una religión de obras que no traen descanso el alma.
Dios nos ha dado en Cristo toda la justicia necesaria para la salvación, ese es el mensaje principal de la sana doctrina.
Este pasaje de 1 Timoteo enfatiza la importancia de un liderazgo íntegro y una enseñanza centrada en el evangelio para mantener la iglesia en el camino correcto. La desviación de estos principios lleva al caos y la pérdida de la verdad. Los líderes y maestros deben permanecer vigilantes, enfocados en Cristo, para guiar a la iglesia hacia la sana doctrina y la verdadera adoración.
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