El evangelio y la nueva vida

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¿Qué es en esencia ser libre? Esta pregunta pudiera parecer simple o el inicio de una controversia existencialista, dependiendo de donde se le mire.

En términos políticos, un hombre es libre cuando tiene la capacidad de tomar sus propias decisiones sin ser coerciendo, pero en términos sociológicos alguien diría, como Rousseau que la libertad se trata más de hacer la voluntad de otro que la voluntad de los demás. Comoquiera que sea, una cosa es segura: la libertad no es la idea equivocada de que alguien puede hacer lo que quiera sin ninguna restricción.

Es a eso a lo que algunos han llamado “la paradoja de la libertad”. Desde la perspectiva del evangelio, no somos libres para vivir ahora en los deseos de nuestra carne sino para que por medio del Espíritu nos sometamos al Señor mientras servimos a nuestro prójimo.

Este es el tema de Pablo en esta porción que nos corresponde. Luego de probar que el creyente que ha abaratado la fe en Cristo es libre en verdad, Pablo ha estado dando algunas exhortaciones prácticas:

La primera es acerca de no volver a atrás a la vieja vida de esclavitud. La segunda, que vimos la semana pasada, es a confiar en el Señor y resistir a los falsos maestros en la verdad, y hoy, tal vez la más enérgica de estas tres exhortaciones, que hagan uso de su libertad para la gloria de Dios y no para satisfacer los deseos de su propia carne.

Es posible que algunos hermanos en Galacia estuvieran viendo las continuas referencias de Pablo a que no hay que guardar las obras de la ley, como un llamado a vivir al otro extremo de la balanza. En efecto, los seres humanos tendemos a tener reacciones pendulares. Nos vemos fácilmente de un extremo al otro y mucho temo que eso es algo que pudiera estar pasando entre nosotros incluso, al exponernos a esta carta.

Ser creyentes, ser libres, implica una nueva vida, una en la que no vivimos para nosotros, sino para Dios por medio de amar y servir al prójimo. En efecto, la alternativa al legalismo no es la mundanalidad, es el cumplimiento del espíritu de la ley: amar a Dios, sobre todo, amar al prójimo como a ti mismo.

Este es el argumento que vamos a desarrollar en la mañana de hoy y lo veremos a la luz de los siguientes puntos:

  1. La premisa: la libertad impulsa al amor
  2. La base: el amor cumple la ley
  3. La implicación: el amor no produce enemistad

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