El pueblo especial de Cristo (Tito 2:14)

Estas son las notas de uno de los sermones de la serie de sermones escogidos que nos habla acerca de que es lo que hace que los creyentes sean el pueblo especial de Cristo, de como Él compró a este pueblo para sí por un valor incalculable, para que sea especial y diferente.

En el noroeste de España, cerca de la frontera con Portugal, se encuentra Salto de Castro, un pueblo abandonado que ahora está en venta por US$265,000. A pesar de sus 44 viviendas, hotel, iglesia y otros servicios, la crisis económica ha dejado a Salto de Castro en un estado de abandono, a pesar del interés de más de 300 personas en comprarlo. Este ejemplo de un pueblo sin habitantes, pero con potencial, nos lleva a reflexionar sobre el concepto de pertenencia y especialidad en el contexto de la fe cristiana.

En el texto bíblico de Tito 2:14, se nos habla de cómo Cristo Jesús adquirió un pueblo para sí mismo. Pablo, al escribir esta carta a Tito, destaca la importancia de predicar la sana doctrina y vivir una vida coherente con ella. En este pasaje, veremos tres aspectos fundamentales:

El pueblo de Cristo Jesús por el que Él se entregó (14a)

En este versículo, se destaca a entrega de Cristo por su pueblo como un acto de amor inigualable. El sacrificio voluntario de Jesús en la cruz es el pináculo de este amor divino, demostrando una entrega completa y total por aquellos a quienes llama su pueblo. Este acto no solo revela la profundidad de su amor, sino también la naturaleza sacrificial de su carácter. Jesús no solo vino a habitar entre nosotros, sino que también se humilló hasta la muerte en la cruz, sin haber cometido pecado alguno. Su entrega no fue forzada, sino voluntaria, lo que añade un significado aún más profundo a su sacrificio.

El pueblo de Cristo Jesús redimido (14b)

La redención que Cristo ofrece a su pueblo es un acto de liberación y salvación. Al pagar el precio de nuestros pecados con su propia sangre, Jesús nos rescata de la esclavitud del pecado y nos restaura a una relación correcta con Dios. La palabra «redención» implica un rescate mediante el pago de un precio, y en el caso de la humanidad, este precio fue la sangre preciosa de Jesucristo derramada en la cruz. Esta redención no solo nos libera de la condenación del pecado, sino que también nos capacita para vivir una vida transformada por el poder del evangelio.

El pueblo de Cristo Jesús purificado y celoso de buenas obras (14c)

La purificación es un proceso esencial en la formación del pueblo de Dios. A través del sacrificio de Jesús, somos purificados de toda mancha de pecado y nos convertimos en una iglesia santa y sin mancha. Esta purificación no es un evento estático, sino un proceso continuo en el que somos transformados a la imagen de Cristo. Como pueblo redimido, estamos llamados a vivir vidas que reflejen la santidad de Dios, siendo celosos de hacer buenas obras y glorificar su nombre en todo lo que hacemos.

En conclusión, el pueblo que Cristo compró con su propia vida es un pueblo especial, marcado por su sacrificio, redención y purificación. Como creyentes, estamos llamados a vivir de manera coherente con esta identidad, reflejando la luz de Cristo en un mundo que tanto lo necesita.

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