El Señor ha sacado al pueblo de Israel de la esclavitud egipcia! Por medio de muchas señales poderosas ha demostrado vez tras vez, que no hay otro que sea digno de ser llamado “Dios”; ahora el Señor ha encaminado a Israel por el desierto, en una peregrinación rumbo a Canaán, a la tierra que prometió siglos atrás a Abraham, Isaac y Jacob, a aquella tierra donde fluye leche y miel, y donde el los consolidará como una nación y un reino que le pertenece.
En su peregrinaje, y antes de llegar a la tierra de la promesa, ellos deben aprender cuál es el resultado de conocer a Jehová y de haber sido rescatados por Él. Ellos deben saber cuál es la vida que deben llevar como pueblo de Dios, como un pueblo Santo, es decir como un pueblo que ha sido apartado de entre las demás, para ser un pueblo especial para Dios.
El señor entonces los lleva al pie del Sinaí. Ellos ven ahora con sus propios ojos algunos reflejos del poder y la gloria de Dios. Ven y escuchan los truenos, ven el humo que sale del monte, y escuchan la poderosa voz del señor, el Dios que tiene autoridad para mandar a su pueblo como vivir.
Entonces Dios, como una muestra más de su amor, comienza a hablarles lo que conocemos como “los diez mandamientos” o lo que también se conoce como “las diez palabras”. Dios comienza estos mandatos hablando del tipo de relación que Dios quiere que su pueblo tenga con él (v.1 – LOS MANDAMIENTOS SOBRE LA BASE QUE ÉL ES EL DIOS QUE LOS SACÓ DE EGIPTO). Entonces habla al pueblo y le dice: “no tendrás dioses ajenos delante de mí”, recordándoles que el Señor es el único Dios; igualmente los protege de su corazón pecaminoso e idólatra y les dice: “no te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra”, El señor les muestra que su nombre es digno de honra, y que ellos deben tener cuidado en cuanto a la forma de adoración, y por lo tanto les dice “no tomarás el nombre de Jehová en vano; porque no dará por inocente jehová al que tomare su nombre en vano”.
El señor entonces, con estos tres mandatos está hablando de la relación que el pueblo debe tener con Él, es importante que ellos recuerden que antes de tener a un prójimo para amar, ellos tienen a un Dios para honrar y adorar, y que no es posible amar al prójimo, si tienen una relación errada con su Dios. Ahora, a estos tres, el señor añade un cuarto mandamiento, el cual da fin a lo que algunos han llamado como “la primera tabla” o los mandamientos “verticales”. Este mandamiento, tal vez es el más controversial para los creyentes, algunos tristemente niegan su importancia, y no guardan en ninguna manera el mandato, y por el otro lado, se encuentra una postura legalista, similar a la judaica, en el cual se ha buscado añadir cosas al mandato para “protegerlo” y así asegurar que los creyentes lo guarden. Muchos han centrado la discusión en ¿qué puedo y no puedo hacer el día de reposo?, sin embargo la pregunta válida que debemos hacernos es ¿qué es, y cuál es el propósito del día de reposo?. Mi deseo hoy mis hermanos es que podamos ver el mandato de guardar este día como un distintivo y deleite, reservado para un pueblo que ha sido rescatado. He titulado mi mensaje: EL REPOSO DE UN PUEBLO LIBRE
El señor entonces dice al pueblo: Leer ex 20:8-11.
- La descripción del mandato.
- El fundamento del mandato.
- El mandato para la nueva creación, para el pueblo libre del Señor.