A principios de los años 60, la pareja de misioneros canadienses Don y Carol Richardson fueron enviados a predicar las buenas nuevas a la tribu Sawi en Nueva Guinea. Este pueblo está compuesto por las aldeas Kamur y Hinam, quienes por décadas habían librado batallas entre sí, y donde nativos de todas las edades fallecían indiscriminadamente en virtud a sus costumbres caníbales. Acostumbraban a asesinar y comerse a sus enemigos (extranjeros). Sin embargo, esto no sucedió con los esposos Richardson, quienes lograron comunicarse en un principio a través de las señas, y luego entablar relaciones mucho más íntimas con los Kamur. La misionera a través de servicios médicos a los más pequeños y su esposo enseñándole a los varones a manejar el hacha. Luego de aprender el idioma, lograron predicar el evangelio de Jesús, pero la atención de la tribu se concentró en Judas. Para los Kamur, la traición era la mejor de las virtudes.
Mientras conviven con ellos, los misioneros Richardson presenciaron una oleada de violencia. Finalmente, los Hinam les advirtieron que si no dejaban la guerra entre sí, ellos se irían de la aldea. El portal bautistas.org.ar cita lo siguiente: ‘Convocaron a una solemne ceremonia. Ambos pueblos estaban presentes y en silencio. El cacique Kamur arrancó de los brazos de su mujer a su único hijo, y se lo entregó al cacique Hinam, quien lo aceptó como el “hijo de la paz”. El ambiente se llenó de los desgarradores gritos de una madre que había perdido a su hijo para siempre. Todos los guerreros pusieron sus manos sobre el bebé y concertaron un acuerdo que según la ética de los Sawi no podía ser violado por la traición: mientras el hijo viviera, habría paz entre ambos pueblos.
Asombrados, los misioneros vieron la oportunidad de comunicar el evangelio. Les contaron que, tendiendo un puente sobre el inmenso abismo que los hombres habían puesto entre ellos y Dios, Él envió a Jesús, su amado Hijo, a fin de ofrecer la paz a sus enemigos. Pero el ser humano lo rechazó y mató al Hijo de Dios en una cruz. Según los Sawi, cualquier
posibilidad de paz habría sido anulada. Pero el amor de Dios logró triunfar: en virtud de la muerte y resurrección de Jesús, Él ofrece perdón y salvación. A diferencia del mortal hijo de paz, Cristo vive eternamente’.
Este capítulo de la historia de la iglesia moderna es apenas un pequeño ejemplo de la verdad del evangelio, una verdad que estudiaremos a través del relato de Moisés en Génesis 22.¿Por qué Dios probó a Abraham a través del sacrificio de su hijo? ¿Qué nos enseña la obediencia de Abraham a nuestra vida como creyentes? ¿Estaba Dios dando un mensaje que conducía al cumplimiento de su plan eterno? Estas y otras preguntas trataremos de responder a través del presente sermón.