La integridad del creyente

Estamos frente a una obra maestra de la literatura bíblica, el famoso salmo 119. El capítulo más extenso de toda la Biblia. Para ubicarnos en el pasaje que estudiaremos en esta mañana, quiero introducirlos un poco en los datos que se conocen acerca del mismo. Es un acróstico de 22 estrofas, organizadas de acuerdo al orden del alfabeto griego, cada una de ellas organizada en 8 líneas poéticas que inician con la misma letra del alfabeto hebreo.

El corazón de este salmo es el versículo 97 que dice:

¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación.

Que nos muestra el gran amor que tenía el salmista (desconocido) por la ley, la Palabra de Dios. Magistralmente, el capítulo más largo de las escrituras tiene como objetivo exaltar la Palabra de Dios. El extracto que estudiaremos entre los versículos 9-16, corresponden a las estrofas de la segunda letra del alfabeto hebreo: BET.

En esta sección, el salmista nos tiene un objetivo y es demostrarnos que el vivir conforme a la Palabra de Dios garantizará que el creyente camine en integridad.

Es así, como a través de este sermón veremos las implicaciones que tiene someterse a la Palabra de Dios en la vida diaria como una muestra de santificación del creyente que lo formará a la imagen de la persona de Cristo.

El pasaje en el versículo 9 nos dice:

 ¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu Palabra.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), determina que la juventud corresponde a personas entre los 15 y 24 años de edad. La mayoría en este lugar dirá entonces: Este pasaje no es para mí, ya tengo muchos más años. Sin embargo, el sentido del pasaje es el siguiente:

Esta pregunta es el cuestionamiento más importante que un ser humano puede hacerse en su vida, y la mejor edad para ello es cuando se es joven. Pero, la tendencia del ser humano es corromperse en su propio pecado, desgastar su vida y luego venir al Señor. El Señor nos ha dado a pocos la bendición de conocerle a temprana edad, sin embargo, para todos el pecado ha sido igual de ofensivo contra Dios y se nos ha aplicado el mismo perdón.

Por tal razón, la pregunta del salmista nos atañe a todos ¿Con qué limpiará el creyente su camino? Dice la NVI: ¿Cómo puede el joven llevar una vida integra?

Esta es la pregunta que de alguna manera y en algún momento todos nos hemos hecho, muchos a pesar de haber conocido al Señor y servirle. Otros tantos, que han visto y escuchado que hay esperanza de santificación en Cristo pero que todavía no han venido a sus pies.

La respuesta es intrínseca en el pasaje, la solución es inmediata, sin rodeos: Con guardar tu palabra.

¿Quieres ser integro? ¿Tienes el deseo de agradar a Dios? ¿El Señor te ha apartado para que le sirvas? ¿Te desanimas porque crees que no logras la medida de integridad que Dios demanda?

Es claro que el salmista tiene un deseo profundo de agradar a Dios con su vida, pero también es consciente que se ha desviado y ha infringido la ley de Dios en varias ocasiones. Quiero ser claro en este momento, esta palabra no es para perfectos, es para imperfectos, pecadores, hombres y mujeres que luchan diariamente contra el pecado, contra la carne y el diablo. Este mensaje es un llamado de esperanza, de ánimo, de valentía a levantarnos a vivir una vida conforme Dios nos manda en su palabra.

¿Cómo lo lograremos? Vamos a estudiar lo que nos dice este pasaje a la luz de 3 puntos:

  1. La integridad del creyente: un corazón que busca y memoriza la palabra de Dios. (10-11)
  2. La integridad del creyente: aprende y proclama la palabra de Dios. (12-13)
  3. La integridad del creyente: se regocija, medita y no olvida la palabra de Dios. (14-16)

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