En economía existen dos conceptos que son fundamentales para entender la relación que hay entre los bienes y las necesidades de consumir tales bienes. Estos conceptos son: oferta y demanda.
La demanda es entendida como la necesidad que existe de cierto bien o servicio, mientras que la oferta, como su nombre lo indica, es la disponibilidad de dicho bien en el mercado y cuando la oferta escasea se crea lo que se conoce como “exceso de necesidad o exceso de demanda” lo cual hace que el costo de los bienes se eleve, generando inflación, hasta que de nuevo las cosas, idealmente, encuentren un punto de equilibrio.
Gran parte del estudio de las ciencias económicas lo que busca es encontrar las causas que alteran ese equilibrio y proponer soluciones para alcanzarlo.
Sin embargo, si usamos esta analogía para hablar de cómo funciona el Reino de Dios, diríamos que, de acuerdo con la Biblia siempre encontraremos un constante desequilibrio entre la demanda (las personas con necesidad del evangelio) y la oferta (las personas que presentan el evangelio); pero ¿cuál es la razón por la que esto es así? ¿Cómo pudiéramos acercarnos a un punto de equilibrio si es que esto fuere posible? ¿Cuál debe ser nuestra actitud frente a la necesidad que impera en el mundo de Cristo y de Su evangelio?
Espero que hoy podamos acercarnos con respuestas a algunos de estos interrogantes a partir del texto que consideraremos.
Y este es el argumento que quiero proponerles:
Hay una gran necesidad en el mundo para la que solo Dios tiene una solución.
Y lo desarrollaremos a la luz de los siguientes puntos:
- La necesidad: La mies es mucha
- El desafío: Los obreros son pocos
- La solución: Orar al Señor de la mies