Este es un sermón basado en la conocida Parábola del hijo pródigo narrada por Jesús en Lucas 15:11-32 y que contiene el corazón del evangelio.
En 1994 se publicó el libro “El regreso del hijo pródigo” un comentario del sacerdote holandés Henri J. Nouwen sobre la encumbrada obra de Rembrandt; un cuadro de óleo sobre lienzo de estilo barroco que es una representación impresionante de la escena del regreso del hijo pródigo a la que se refiere Lucas el Evangelista. Nouwen viajó a San Petersburgo donde consiguió un permiso exclusivo del personal del museo para poder sentarse frente al cuadro original horas y horas y analizar sus detalles.
Esto es lo que dijo resumiendo su experiencia: “Me acerqué a “El regreso del hijo pródigo” de Rembrandt, como si se tratara de mi propia obra; un cuadro que contenía no solo lo esencial de la historia que Dios quería que yo contara a los demás, sino también lo que yo mismo quería contar a los hombres y mujeres de Dios. En él está todo el Evangelio. En él está toda mi vida y la de mis amigos. Este cuadro se ha convertido en una hermosa ventana a través de la cual puedo poner un pie en el Reino de Dios.” (énfasis añadido).
Y si esta es lo que transmite lo que un muy dotado pintor terrenal pudo capturar de este precioso relato, ¿cuánta más gloriosa crees que pueda ver en el relato mismo de los labios del más glorioso de los maestros: ¿Nuestro amado Salvador?
Estoy parado frente a ustedes con temor y temblor debido a la responsabilidad de predicar un pasaje tan significativo como este. Aquí está condensado el Evangelio, pero también la belleza de un Dios al que le plació dejarnos el testimonio de su obra en letras que ahora puedan ser leídas e interpretadas.
Tabla de contenido
Contexto Literario de la parábola del hijo pródigo
Luego de recorrer aldeas y ciudades obrando milagros y enseñando el Evangelio
del Reino, el Señor se encamina hacia la ciudad de Jerusalén, donde llevaría a cabo la
consumación de su plan; sin embargo, en el camino se encuentra con toda clase de
personas, entre ellos publicanos, hombres pecadores que se acercaban para oírle y Jesús los
recibía y es en ese contexto que los fariseos comienzan murmuraran diciendo: “este a los
pecadores recibe y con ellos come”.
Los fariseos estaban verdaderamente molestos de que Jesús enseñara a publicanos cuando ellos, según los fariseos, no tenían el derecho moral de escuchar nada acerca de Dios. Ellos querían con esto desvirtuar el ministerio de Jesús.
Así que, en vista de esta situación, Jesús les declara un grupo de parábolas que tienen un
mensaje común:
La primera es la de un hombre que pierde una oveja y deja las 99 para ir a buscar la
pérdida y cuando la encuentra llama a sus amigos y vecinos para celebrar que la oveja
pérdida ha regresado.
La segunda es la de una mujer que pierde una dracma (moneda) y busca con
diligencia hasta encontrarla y cuando la encuentra reúne a sus amigas y les dice que se
gocen con ella porque había encontrado la dracma perdida.
En la tercera, vemos el mismo patrón: un Padre con dos hijos, uno de ellos se pierde y al
regresar hace una fiesta por encontrarlo.
La enseñanza central de estas parábolas es: Hay fiesta en los cielos cuando un
pecador se arrepiente, por lo que, es inexplicable que los fariseos no pudieran, gozarse de
que incluso los publicanos estaban escuchando la Palabra de Dios para arrepentirse.
Así que en esta tercera parábola, la del padre de dos Hijos, Jesús añade algunos
detalles, de hecho se extiende y en el mensaje y el propósito es llamar la atención de los
fariseos acerca de su conducta y que pudieran también arrepentirse.
Con ese contexto en mente, vamos a ver esta conocida palabra como si de una recreación cinematográfica se tratara, una que esta compuesta por tres actos o escenas:
Acto 1: El Hijo Contumaz y Rebelde
Petición Insolente (v12)
La historia comienza con la petición del hijo menor, solicitando su herencia en vida, una acción considerada gravemente irrespetuosa en la sociedad judía. Su deseo implícito de que su padre muriera revela su rebelión.
La Partida (v13)
El hijo menor abandona la casa paterna hacia una provincia lejana, buscando gratificar sus deseos mundanos. Este acto no solo deshonra al padre sino también a la tierra bendecida por Dios.
Consecuencias de Vivir Perdidamente (v14)
Su vida licenciosa lleva a la pérdida de todo, dejándolo en la miseria y desesperación. El pecado, una vez atrayente, lo sumerge en la más profunda bancarrota espiritual.
Su Deplorable Condición (v 15-16)
El hijo se encuentra cuidando cerdos, un trabajo deshonroso para un judío. Su situación revela la decadencia de un pecador alejado de Dios, hundiéndose en la inmundicia.
Arrepentimiento y Regreso (17 -20)
El momento clave llega cuando el hijo «vuelve en sí». Reconociendo su condición, decide regresar, iniciando un proceso de arrepentimiento. Su regreso, aunque difícil, refleja la gracia y misericordia del padre.
Acto 2: El Padre Amoroso
Clemencia y Generosidad (v12)
A pesar del dolor causado por la partida del hijo, el padre sufre en silencio y espera su regreso. Su paciencia y amor son evidentes al no impedir la decisión del hijo.
Su Paciente Espera (20)
El padre, viendo a lo lejos, corre hacia su hijo en un acto de humildad y amor. Su acción, rompiendo las normas sociales, muestra la compasión y la disposición de soportar la vergüenza por su hijo.
El Gozo por Recibir a su Hijo con Vida (22 -24)
La fiesta y el gozo del padre al recibir a su hijo perdido destacan el tema central de la parábola: la alegría en el cielo por el arrepentimiento del pecador.
Acto 3: El Hijo Moralista e Hipócrita
El Hijo Mayor (Hipócrita y Religioso)
Representando a los fariseos, el hijo mayor se enfurece al ver la celebración por la vuelta del hijo menor. Su actitud revela el moralismo y la religiosidad que impiden reconocer la gracia de Dios.
Su Servicio Interesado (v 29c)
El hijo mayor revela que su amor y servicio al padre son impulsados por intereses. Su reclamo de falta de recompensas demuestra el enfoque equivocado del legalismo.
Su Moralismo (Religiosidad) (v31)
A pesar de estar siempre con el padre, el hijo mayor no comprende el amor del Padre ni experimenta su misericordia. Su enfoque legalista lo deja ciego a la gracia y la compasión divina.
Un Llamado a la Reflexión y el Arrepentimiento
Esta parábola de Jesús no solo revela la gracia abundante del Padre, sino que también confronta el moralismo y la religiosidad de los fariseos. Nos insta a reflexionar sobre nuestro propio arrepentimiento y a reconocer la necesidad de la gracia divina en lugar de depender de nuestros propios méritos.
En última instancia, la historia queda en suspenso, dejando la elección abierta para el hijo mayor. Del mismo modo, Jesús invita a los fariseos y a todos nosotros a decidir cómo responderemos al amor incondicional y la gracia que ofrece el Padre celestial.
En esta narrativa atemporal, el Evangelio resuena: la puerta está abierta, el banquete está preparado, y la gracia de Dios espera a aquellos dispuestos a arrepentirse y regresar al amor del Padre. ¿Qué tipo de pecador eres: el moralista necesitado de arrepentimiento o el perdido que necesita ser alcanzado por el Padre? La gracia de Dios está disponible para ambos, abundante y suficiente.
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