El nombre y los milagros de Jesús son de las cosas más conocidas en el mundo, sin embargo, no todos tienen la misma respuesta ante él. Algunos podrán asombrarse por la compasión de Jesús o por su poder, pero pocos responden con la fe que él demanda.
En el sermón pasado vimos como Marcos introduce un nuevo concepto a su Evangelio: La fe que requerimos tener en el Hijo de Dios.
Jesús es el Señor que tiene autoridad y poder, por tanto, pongan su fe en el. Vimos como esa fe es una respuesta al asombro. Lo vimos en los discípulos y en un hombre endemoniado, pero hoy continuaremos desarrollando misma idea, esta vez a la luz de los relatos más, tan o más impresionantes que los dos primeros, los cuales serán nuestros siguientes dos encabezados:
La fe de una mujer que la llevó a salvación y la fe de un hombre que lo llevó a la resurrección.
Al igual que en los dos milagros anteriores, vemos aquí los mismos elementos involucrados, solo que con una ligera variación: el obstáculo, la fe, el milagro y la respuesta de asombro.
En los primeros dos milagros (el viento en el mar y el endemoniado) la respuesta de fe siguió a los milagros, pero aquí la fe los antecede, como quiera que sea, lo esencial es que en todos, la fe es en el objeto correcto, Jesús el hijo de Dios.
Veamos nuestro primer encabezado.
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