Alguien dijo acerca de Jesús que pueden seguirle para servirle o alejarse para aborrecerle, pero nadie puede permanecer indiferente.
Parte de la razón por la que esta frase es cierta, no es solo porque Jesús hiciera muchos milagros que no pueden siquiera pasar desapercibido, la razón recae en el hecho de que él es el Hijo de Dios, él es todo lo que dijo de sí mismo que era.
Hemos estado estudiando los eventos provistos por el evangelista Marcos del inicio del ministerio de Jesucristo. Sin duda su presentación al mundo es contundente. Ha recibido el testimonio de ser el hijo de Dios, ha venido a predicar el mensaje del Reino y ha mostrado que tiene autoridad para eso sanando multitudes de enfermos y endemoniados. A estas alturas, los hechos de Jesús no pueden ser ignorados, él hijo de Dios, el Mesías ha venido al mundo.
Esta serie de eventos han hecho que muchos sigan a Jesús, pero al mismo tiempo ha hecho que otros reaccionen queriendo destruirle. El mensaje de Jesús y su popularidad ha encontrado lugar en una multitud necesitada, pero también en una religión falsa que ve amenazados sus intereses.
Marcos termina la primera sección del ministerio del Mesías y su actividad en Capernaum donde es amenazado por fariseos que ya quieren matarlo. Ahora, a partir del versículo 7 del capítulo 3 y hasta el 6:13, Marcos presenta una nueva etapa del ministerio de Jesús, una que se desarrolla ya no en Capernaum sino en Galilea, donde comenzará a experimentar no solo el asedio de las multitudes necesitadas, sino la persecución de la ofendida religión de los fariseos y los escribas de la época.
Vamos a ver entonces nuestro texto, acerca de estas multitudes que reaccionan a los hechos de Jesús, a la luz de tres encabezados:
- Una multitud necesitada (Mc 3:7-12),
- Unos discípulos escogidos (Mc 3: 13-19) y
- Unos opositores ofendidos (Mr 3:20-35).
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