Un libertador escogido, enseñado y comisionado por Dios

Dios no siempre opera con los medios esperados o de forma predecible y en ningún libro esto es tan claro como en el libro de los jueces, es como si nos diera un banquete de los medios, las formas y las maneras en las que Dios interviene sobre en su pueblo.

Nosotros hemos visto como el pueblo de Israel a perseverado en el pecado una y otra vez, cayendo en un círculo viciosos de maldad y abandono de la voluntad de Dios, es la constante del libro; sin embargo, también hemos visto la manera en que Dios permanece fiel a su pacto y es fiel a su promesa hacer benditas todas las naciones de la tierra en la simiente de Abraham.

Este es un episodio más de la lamentable historia, solo que con algunos matices que nos dejan ver más de la gravedad del pecado de Israel, pero sobre todo del carácter paciente y misericordioso de Dios.

El ciclo de pecado y el clamor : Los hijos de Israel volvieron a hacer lo malo ante los ojos del Señor, se apartaron una vez más y no le desobedecieron, como consecuencia Dios los entrega en manos de los madianitas, un pueblo relativamente pequeño pero que Dios fortaleció para que afligiera a Israel por su extravío.

Esta vez la opresión no era militar, tampoco política y no tenía que ver tampoco con algún tributo que los hijos de Israel tuvieran que rendir; esta vez la opresión es económica, tiene que ver con la comida, el pueblo estaba a punto de morir de hambre.

Ahora, esto es interesante y lo será en el resto de la narración; los israerlitas se habían alejado de Dios para apartarse y servir a un dios falso llamado Baal y sus asociados (Asera y Astarté) quienes se suponía eran los dioses de la fertilidad y de la agricultura y la provisión, sin embargo, esta vez estos ídolos parecen estar del lado de sus enemigos y no del lado de ellos.
Esto muestra el lamentable estado de necedad de Israel y la futilidad de los ídolos. Nunca un ídolo cumplirá lo que en teoría prometen y en esos fallan todos aquellos que se entrega a la adoración de ellos como lo declara el salmo 115.

Pero los judíos claman y Dios los oye, pero esta vez Dios no responde como siempre, enviando a un libertador que inmediatamente va, pelea y los hace ibres. No, esta vez Dios tiene un proceder ligeramente distinto pero significativo, veremos la manera en que Dios procede esta vez en cuatro puntos los cuales serán los cuatro encabezados de nuestro sermón esta mañana:

Un llamado al arrepentimiento antes del libertador (6:7-10)

El llamado del libertador (11-24)

La preparación del libertador (25-32)

La confirmación del libertador (33-40)

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