«Coram Deo» es una expresión latina que se hizo conocida durante la Reforma Protestante europea. Significa vivir «delante del rostro de Dios», «bajo la autoridad de Dios» y «ante la gloria de Dios». Esta expresión resume el gran ideal de la vida cristiana: que todo lo que hacemos, la forma en que adoramos y cómo vivimos, debe enmarcarse en el gran propósito de que Dios sea conocido y que Su gloria sea extendida.
Es una tragedia cuando la iglesia olvida esta realidad y levanta una pared entre lo que hacemos en el contexto de la iglesia y cómo vivimos en el mundo, creando una brecha entre lo secular y lo espiritual.
El apóstol Pablo, en su primera carta a Timoteo, continúa dando instrucciones en el contexto de las relaciones. En el capítulo 5, vimos las relaciones dentro de la iglesia: los distintos grupos, los necesitados, las relaciones con el liderazgo y las relaciones de Timoteo con la congregación. Ahora, hemos llegado a un punto crucial: cómo se ven las relaciones en el contexto particular de amos y siervos, tanto si ambos son creyentes como si no lo son.
Aunque la esclavitud no es parte de nuestro contexto actual, los principios que Pablo aborda son aplicables a nuestras relaciones laborales hoy en día. Todas nuestras interacciones deben perseguir una misma meta: que el nombre de Dios y nuestra doctrina no sean blasfemados, sino que Su nombre sea glorificado.
Idea central: Los creyentes deben dar gloria a Dios en la forma de relacionarse laboralmente con sus superiores.
Tabla de contenido
Relaciones con superiores no creyentes
Contexto Histórico
Para entender mejor las enseñanzas de Pablo, es importante conocer el contexto de la Roma del primer siglo. Algunos historiadores estiman que una tercera parte de la población del imperio eran esclavos. Se llegaba a esta condición por diversas razones:
- Deudas
- Prisioneros de guerra
- Secuestro
- Venta por parte de padres
- Nacer en cautividad
Aunque algunos esclavos podían obtener una posición digna e incluso ahorrar para comprar su libertad, la realidad general era de trato inhumano. Sin embargo, la Biblia nos muestra que algunos creyentes vivían en esta condición y se dan instrucciones sobre cómo relacionarse con sus amos. Un ejemplo notable es el de Onésimo y Filemón, donde Pablo interviene para restaurar su relación.
Aplicación en el contexto actual
Aunque hoy no existe la esclavitud en ese sentido, las relaciones laborales entre jefes y empleados reflejan dinámicas similares. Veamos algunos principios aplicables:
El Trabajo en un Mundo Caído
- Dificultad Laboral: Debido al pecado, el trabajo se ha vuelto arduo y, a menudo, debemos enfrentar entornos laborales difíciles para proveer nuestras necesidades básicas.
- Injusticias Actuales: Algunos empleadores abusan de su posición, reteniendo salarios, ofreciendo pagos injustos o asignando tareas fuera de los acuerdos establecidos.
¿Cómo debemos responder como creyentes ante estas situaciones?
El apóstol Pedro nos instruye:
«Siervos, estén sujetos a sus amos con todo respeto, no solo a los que son buenos y afables, sino también a los que son insoportables. Porque esto halla gracia, si por causa de la conciencia ante Dios, alguien sobrelleva penalidades sufriendo injustamente.»
—1 Pedro 2:18-19
Principios a Seguir:
- Mostrar un Testimonio Ejemplar: Nuestra conducta debe reflejar el evangelio, especialmente ante jefes difíciles.
- Proteger la Reputación del Evangelio: Evitar actitudes conflictivas que puedan blasfemar el nombre de Dios y nuestra doctrina.
- Amor y Paciencia: El amor es el camino más excelente y contra él no hay ley.
- Buscar Soluciones Pacíficas: Si las condiciones son insostenibles, es válido buscar otras oportunidades de manera pacífica.
- Coherencia entre Fe y Trabajo: No separar nuestra vida cristiana de nuestro entorno laboral.
Seguir el Ejemplo de Cristo
«Porque para este propósito han sido llamados, pues también Cristo sufrió por ustedes, dejándoles ejemplo para que sigan Sus pasos.»
—1 Pedro 2:21
- No Responder con mal: Jesús no respondió con insultos ni amenazas, sino que confió en Dios.
- Encomendarse a Dios: Dejar la justicia en manos de Aquel que juzga con rectitud.
Relaciones con superiores creyentes
Cuando nuestro superior en el trabajo es un hermano en la fe, nuestra actitud debe reflejar aún más los principios cristianos.
Actitud hacia superiores creyentes
- Mayor Respeto y Disposición: Reconociendo que servimos a alguien que es parte del cuerpo de Cristo.
- Servicio con Excelencia: El éxito y bienestar de nuestro hermano también es nuestro.
- Comunión en el Trabajo: Nuestro servicio es una extensión de la comunión que tenemos en Cristo.
Consideraciones prácticas
Evitar la Familiaridad Excesiva
- Mantener el Respeto: No abusar de la confianza por compartir la misma fe.
- Honra Mutua: El respeto y la cortesía deben profundizarse, no disminuir.
Apoyo Espiritual
- Oración e Intercesión: Ser soporte en oración por las decisiones y cargas de nuestro hermano.
- Amor Fraternal en Acción: Mostrar interés genuino en su bienestar y éxito.
Testimonio al Mundo
- Demostrar Unidad: Al trabajar en armonía, mostramos el poder transformador del evangelio.
- Ejemplo para Otros: Nuestra conducta puede inspirar a otros y glorificar a Dios.
Nuestro trabajo no es solo un medio de sustento; es un campo de misión. Como creyentes, somos llamados a ser embajadores de Cristo en todas nuestras relaciones laborales, ya sea con superiores creyentes o no creyentes.
- Con Superiores No Creyentes: Mostrar paciencia, respeto y ser reflejo de la gracia de Dios.
- Con Superiores Creyentes: Ser testimonio de unidad y amor fraternal, evitando favoritismos o excesos de confianza.
Vivir «Coram Deo»
Trabajamos «delante del rostro de Dios». Cada acción, palabra y actitud en nuestro entorno laboral es una oportunidad para glorificar Su nombre y proclamar Su evangelio con nuestras vidas.
Oremos para que, en cada relación laboral, el Señor nos capacite para ser testigos fieles de Su amor, viviendo con integridad y haciendo que Su luz brille a través de nosotros en cualquier situación.