Un siervo que enseña la Palabra (1 Timoteo 4:13-16)

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El liderazgo dentro de la iglesia es un llamado divino que requiere no solo carácter, sino un compromiso inquebrantable con la enseñanza fiel de la Palabra de Dios. En la carta de Pablo a Timoteo, se nos presenta un ejemplo claro de cómo un líder, además de ser un modelo de carácter, debe ser un maestro diligente de la Escritura.

El equilibrio en el liderazgo cristiano

Uno de los problemas que enfrentamos al definir el liderazgo en la iglesia es la tendencia a caer en los extremos. Algunos creen que el carácter de un líder es todo lo que importa, mientras que otros priorizan su habilidad para enseñar, sin importar su vida personal. Sin embargo, el liderazgo bíblico ideal combina ambos aspectos: un carácter digno y la capacidad de enseñar fielmente la Palabra de Dios. Pablo resalta este equilibrio cuando insta a Timoteo a cuidar tanto de su carácter como de su enseñanza.

El compromiso con la enseñanza de la Palabra de Dios

Pablo deja claro que un líder cristiano debe tener una prioridad fundamental: la enseñanza de la Palabra. En 1 Timoteo 4:13, Pablo menciona tres aspectos claves de la enseñanza bíblica que Timoteo debía practicar:

  1. Lectura Pública de las Escrituras: La lectura de la Biblia, especialmente en público, era esencial porque las personas no tenían acceso a las Escrituras como hoy. La lectura pública aseguraba que todos pudieran escuchar la Palabra de Dios.
  2. Exhortación: Involucra tanto la corrección como el ánimo, ayudando a aplicar las enseñanzas bíblicas a la vida de los creyentes. Esta es una parte fundamental del liderazgo pastoral.
  3. Enseñanza: El líder debe ser capaz de explicar las Escrituras de manera clara, ayudando a los miembros de la iglesia a entender su significado y aplicación en la vida diaria.

Este modelo de predicación es un legado de los apóstoles, quienes se dedicaban a la oración y al ministerio de la Palabra, priorizando la enseñanza bíblica sobre cualquier otra actividad. Hoy en día, los líderes de la iglesia deben seguir este ejemplo, asegurándose de que la predicación y la enseñanza de la Biblia sean el centro de la vida de la iglesia.

El cuidado del mensajero: la responsabilidad del líder

No solo es importante cuidar el mensaje que se predica, sino también al mensajero. Pablo recuerda a Timoteo que debe avivar el don que Dios le ha dado, haciendo referencia a la responsabilidad personal que cada líder tiene de no dejar que sus dones se desvanezcan por negligencia. El ministerio pastoral requiere un esfuerzo constante, estudio diligente y crecimiento continuo en la fe.

Un líder que descuida sus dones es un líder que está fallando en su llamado. La enseñanza y el liderazgo no pueden funcionar en piloto automático; requieren esfuerzo consciente y constante para asegurar que los dones que Dios ha dado sean usados para el crecimiento de la iglesia.

El impacto en la congregación: cuidando de los receptores del mensaje

Finalmente, Pablo llama a Timoteo a tener cuidado de sí mismo y de su doctrina, porque su vida y enseñanza afectarían a quienes lo escuchaban. El líder cristiano debe ser consciente de que su enseñanza tiene el poder de moldear vidas, y por eso es crucial que mantenga un alto estándar tanto en su vida personal como en su enseñanza pública.

El cuidado que los líderes tienen en su vida y doctrina puede salvar a otros de errores doctrinales y desviaciones en la fe. Este es un llamado serio para todos los que lideran en la iglesia: no solo predicar el Evangelio, sino vivirlo de manera que otros puedan ser edificados y guiados hacia Cristo.

Conclusión

Un líder digno de Cristo es aquel que se compromete a enseñar fielmente la Palabra de Dios y a vivir conforme a lo que enseña. No se trata solo de tener conocimiento, sino de ser un ejemplo para la congregación. La enseñanza bíblica, junto con el carácter piadoso, es el modelo de liderazgo que Dios ha establecido para Su iglesia.

Los líderes cristianos de hoy deben imitar este modelo, dedicándose a la lectura, exhortación y enseñanza de las Escrituras, mientras mantienen un cuidado constante sobre su vida y dones. Así, tanto ellos como sus congregaciones podrán experimentar el poder transformador del Evangelio en sus vidas.


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