“Si vas en un vehículo en movimiento debes mirar al frente, de lo contrario Te vas a marear”. Esa perfectamente podría ser una instrucción convencional para viajes terrestres; con la excepción de una generación evolucionada que puede viajar por horas mirando la pantalla del teléfono sin que se mueva una sola fibra de su cabeza.
Hay un pasaje asombroso en el Nuevo Testamento (Heb 11:27) hablando de los Moisés, dice que él salió de Egipto despreciando los tesoros del palacio porque se mantuvo con la mirada puesta en la recompensa, como viendo al invisible.
Yo estoy convencido que hoy; si nosotros no ponemos la mirada en aquel que se ha revelado claramente a nosotros y miramos a otro lado, perderemos el rumbo. Si no encontramos nuestra identidad plena en Cristo Jesús, cualquier cosa terminará tomando su lugar. En el caso de los de Corinto la sabiduría del mundo en lugar de la Cruz, la identidad con los hombres en lugar que en Cristo Jesús. Es de esto último de lo que hablaremos hoy. De cómo no poner nuestra mirada en Jesús puede hacer que terminemos mirando a los hombres trayendo así una fe superficial, inmadurez y divisiones por supuesto.
En el capítulo anterior Pablo presentó un contraste entre los que viven según la sabiduría del mundo u cómo eso los lleva a la inmadurez y los que viven según la sabiduría del evangelio lo que los lleva a una vida espiritual y madura. Después de llamar a los de Corinto a examinarse si es que acaso estaban pensando como
carnales él deja en evidencia que sí, en efecto ellos se conducen como carnales, entiéndase como cristianos inmaduros y no como espirituales y la prueba de eso eran las mismas divisiones que había y disputas sobre a quien pertenecía cada uno.
Pablo se refiere a esta inmadurez como la de un niño que todavía toma leche aún cuando ha pasado el tiempo y debería comer alimento sólido, a que debían ser la más maduros espirituales, algo decepcionante por cierto. La contiendas y los partidos y las divisiones internas no era más que mera niñería, mundanalidad,
inmadurez. Esta inmadurez era el resultado de quitar la mirada de Cristo para ponerla en el mundo, olvidar la sabiduría del evangelio para buscarla en el mundo, olvidar que pertenecen a Cristo para buscar su identidad en los hombres.
En los versículos siguientes Pablo va a mostrar por qué es sin sentido tal actitud de inmadurez que ellos habían asumido y lo hace usando dos metáforas. Una es tomada de la agricultura y la otra tomada de la construcción y lo que el apóstol Pablo dice es algo como esto: Ustedes se comportan todavía como niños teniendo divisiones entre ustedes diciendo que pertenecen a tal o cual líder; pero eso no tiene sentido porque ustedes no pertenecen a los hombres sino a Dios quien es finalmente el que los plantó.
Ustedes no pertenecen a los hombres porque fue Dios quien los construyó como un edificio y finalmente, ustedes no pertenecen a los hombres porque ustedes son de Cristo, pertenecen a él, son Su posición y es eso lo que da nombre a nuestros tres encabezados de hoy:
• No somos de los hombres porque somos sembradío de Dios (1-9)
• No somos de los hombres porque somos edificó de Dios (10-17)
• No somos de los hombres porque somos posesión de Dios (18-23)