Un acercamiento a la crítica textual (Parte II)

En nuestro primer artículo en esta serie, empezamos a examinar la crítica textual. Vimos un par de definiciones y datos importantes. Terminamos el primer artículo con el principio de que debemos pesar la evidencia y no simplemente contarla. Si no has leído la primera parte, sería importante hacerlo antes de seguir.

Para comenzar, quiero hacerte una pregunta: ¿Cómo supiste de la existencia de la crítica textual y las diferencias entre los 5800 manuscritos griegos que están disponibles? ¿Cómo ha sido planteado el tema en lo que has escuchado o leído? Quizás para algunos lo escuchan por primera vez aquí, pero seguramente para muchos no es la primera vez que se encuentran con este tema. Hago estas preguntas porque hay varias formas de abordar el tema que no ayudan en la comprensión del mismo.

Por ejemplo, miremos algunas posturas que no ayudan con una corta respuesta mía entre corchetes:

  • Una postura incrédula – “Hay tantas diferencias entre los manuscritos que nunca podríamos llegar al texto original. Lo que tenemos es un registro de lo que los copistas creían más bien”.

[Vamos a ver más adelante que la gran mayoría de los errores en la transcripción de los manuscritos no afectan en absoluto el significado. Sí hay algunas variantes introducidas por copistas pero las podemos detectar.]

  • Una postura de certidumbre incuestionable – “Tenemos el texto perfecto. No hay necesidad de la crítica textual”.

[Esta actitud se puede ver en un creyente que se aferra a una versión dada. Algunos usan la Reina-Valera 1960, la King James Version en inglés o el Textus Receptus en griego para evaluar todas las demás versiones. Aunque estas versiones son buenas y han sido usadas por Dios a lo largo de muchos años, ninguna es perfecta. Si Dios permite, miraremos este tema en más detalle en otro artículo de esta serie. Tristemente esta actitud puede llevar a un creyente a juzgar los motivos de otros que no usan la misma versión (ver artículo ). También muchos leen sobre este tema y su reacción es decir, “¡Quieren cambiar mi Biblia! ¡Quieren quitarle cosas o añadirle cosas!” Con este artículo pretendo mostrar que la idea no es quitarle o añadirle nada a la Biblia, sino encontrar el texto original de la Biblia.]

“Para mí, tratar este tema de la crítica textual es sembrar dudas en el corazón de los creyentes. Es mejor no averiguar sobre todo esto”.

[Entiendo el temor de hablar de este tema. De hecho, cuando lo enseño en la iglesia o el seminario, oro mucho para poder presentar todo de la forma más edificante para los estudiantes. Antes de la existencia de Internet, quizás los cristianos tenían el lujo de hacer caso omiso del tema, pero hoy día la Iglesia necesita enseñar sobre la crítica textual porque hay mucha información falsa o que proviene de la incredulidad. Es mejor que nosotros instruyamos a los creyentes desde una orientación de fe a que otros les enseñen desde su incredulidad.]

Evidencia interna y externa

¿Qué hacemos cuando hay una diferencia, una variante textual, entre los manuscritos griegos? En las respuestas posibles a esta pregunta, cualquier método necesita valorar la evidencia interna y la externa. Por evidencia interna, quiero decir la evidencia del texto como tal sin tomar en cuenta la evidencia física de los manuscritos.  Por evidencia externa, me refiero a la evidencia física que tenemos y sobre la cual podemos hacer varias preguntas: ¿En cuáles manuscritos está la variante? ¿Qué tan cuidadosa es la transcripción de cada manuscrito? ¿De cuál región vienen los manuscritos que apoyan cada lectura? ¿Muestra el copista de cada manuscrito una tendencia hacia cierto tipo de errores?

Aquí están los principios básicos de evaluar la evidencia interna:

1) Preferir la lectura más corta.

Esta pauta se debe a que los copistas tendían a añadir notas o palabras a los manuscritos   en vez de quitarlas.

2) Preferir la lectura más difícil.

Los copistas tendían a “mejorar” o hacer más fáciles las lecturas más difíciles. Solían reemplazar palabras menos comunes con palabras más comunes. P. ej. si el apóstol Juan suele hablar de Jesús como “unigénito Hijo” y usa el término “unigénito Dios” en un lugar (una variante en Jn 1:18), los copistas estarían más propensos a cambiar “unigénito Dios” a “unigénito Hijo” porque es mucho más común.

3) Preferir la lectura que más concuerde con el estilo del autor o su vocabulario.

En esta pauta hay algo de tensión con la pauta sobre la lectura más difícil, pero esto nos ayuda a entender que la crítica textual requiere sabiduría para pesar la evidencia.

4) Preferir la lectura que mejor encaje en el contexto y la teología del autor.

5) Preferir la lectura que menos armonice con las lecturas de los pasajes paralelos.

Esto es debido al hábito de los copistas de querer armonizar los pasajes paralelos y se ve especialmente en los evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas).

[Esta lista es representativa y viene de David Alan Black, New Testament Textual Criticism: A Concise Guide (Grand Rapids: Baker, 1994), 35-36]

Con respecto a la evidencia externa, el campo de la crítica textual ha cambiado en los últimos años porque las computadoras pueden ayudar a averiguar mejor las “genealogías” de los manuscritos con un método que se llama “el método genealógico”  (Coherence-Based Geneological Method en inglés: Ver la explicación de Peter Gurry en The CBGM in One Sentence ). Este método busca encontrar los “antepasados” y sus “descendientes” en la tradición de los manuscritos.

Tipos textuales

Otro elemento relacionado con la evidencia externa es la agrupación de los manuscritos en ciertas familias de manuscritos, que en términos técnicos se conocen como “tipos textuales”, de los cuales hay básicamente tres: el tipo textual alejandrino, el tipo textual occidental y el tipo textual bizantino (algunos incluyen un tipo textual de Cesarea en los evangelios también).

Los manuscritos de cada uno de estos tipos textuales comparten en general ciertos rasgos y lecturas similares. Como empezamos a explicar en la primera parte esto es debido a la distribución geográfica. Lógicamente la “polinización cruzada” entre los manuscritos de cierta región hace que sean más similares en sus lecturas. Así que, este mapa no es muy preciso, pero te dará la idea principal.

 

Para terminar este artículo, daré un resumen de cada tipo textual.

1) El tipo textual alejandrino: Los manuscritos y los testigos que conforman este tipo textual tienden a ser los más antiguos (la mayoría de los papiros están aquí) y suelen tener lecturas más cortas.

2) El tipo textual occidental: Este tipo textual incluye algunos papiros y escritos y traducciones en latín (p. ej. Agustín). Tienden a incluir lecturas más largas o paráfrasis

3) El tipo textual bizantino (o mayoritario): Este tipo textual tiene el número más grande de manuscritos y ellos son más recientes. La cantidad más grande se debe al uso continuo del griego en la iglesia en el Imperio bizantino. El Textus Receptus viene de algunos de los manuscritos de este tipo textual.

En los últimos dos artículos de esta serie, Dios mediante miraremos los tipos de variantes que están en los diferentes manuscritos y examinaremos brevemente qué tiene que ver la crítica textual con las Biblias que tenemos en español.

Comparte este artículo:

Picture of Jonathan Boyd

Jonathan Boyd

Jonathan Boyd es misionero con ABWE (Association of Baptists for World Evangelism) y uno de los pastores en la Iglesia Cristiana Bautista Impacto Bíblico, en Santa Marta, Colombia. Es casado y padre de cuatro hijos. Tiene dos maestrías de Faith Baptist Theological Seminary (Ankeny, Iowa, Estados Unidos) y una de la Universidad de Birmingham (Reino Unido).

Artículos del autor