La gracia que transforma tu vida diaria
Me gusta pensar en la idea de un evangelio suficiente que transforma cada cosa de nuestra vida. Soy consciente que puede sonar como un cliché, pero si realmente creemos que el evangelio es poderoso debemos entender que su poder no solo se manifiesta al salvarnos de nuestros pecados sino también transformándonos diariamente para ser conformados a Cristo. Ayer vimos cómo Pablo le pidió a Tito que estableciera líderes íntegros en medio de la cultura corrupta de Creta que sirvieran de modelo para el resto de la iglesia. Pero el problema iba más allá del liderazgo. Muchos hogares cristianos en esas iglesias eran un desastre total. Por causa de los falsos maestros, sus vidas personales y familiares estaban en caos. Y esto tenía una consecuencia grave. Pablo lo dice tres veces en este capítulo: el mensaje de Jesús estaba siendo desacreditado. Los vecinos no cristianos tenían razones para rechazar el evangelio porque la vida de los cristianos contradecía lo que predicaban.
Entendiendo el pasaje
En Creta el caos moral era lo normal. El sexo casual, la violencia, el alcoholismo, la codicia, todo esto era parte de la vida cotidiana. Los cretenses crecieron pensando que así funcionaba el mundo. Entonces, ¿cómo se supone que los cristianos vivieran de manera diferente sin aislarse completamente de la sociedad? Pablo no les dice que huyan al desierto ni que se escondan en sus casas. Les da una estrategia diferente. Participar completamente en la vida pública, pero con un sistema de valores radicalmente diferente.
Mira lo que Pablo describe. Los hombres y mujeres mayores deben ser ejemplos de integridad y dominio propio para los jóvenes. Las mujeres jóvenes no deben seguir la moda cretense de evitar el matrimonio y tener relaciones casuales. Deben buscar compañeros fieles y criar familias estables. Los hombres jóvenes deben ser ciudadanos productivos y sanos. Incluso los esclavos cristianos, que eran tratados como iguales en las reuniones de iglesia, no debían usar esa libertad como excusa para rebelarse contra sus amos. Todo esto sonaba extraño en Creta. Pero Pablo creía que cuando los vecinos miraran de cerca la vida de los cristianos, descubrirían algo hermoso. Un Dios diferente produce personas diferentes.
Pero ¿De dónde sacan los cristianos el poder para vivir así? El texto lo resume bellamente en los versículos 11 al 14. La gracia de Dios se manifestó trayendo salvación. Esa gracia apareció en la persona de Jesús y aparecerá de nuevo cuando él regrese. Y esta gracia hace dos cosas. Primero, te salva. Pero segundo, te enseña. La misma gracia que te rescató te entrena para vivir de manera diferente. Te enseña a decir no a la impiedad y los deseos mundanos. Y te capacita para vivir con sobriedad, justicia y piedad en este mundo presente.
Tres verdades bíblicas
1. La gracia no solo te salva, también te transforma. Este es un punto importante. Muchos piensan que la gracia es solo el perdón de pecados. Dios te salva y ya está. Pero Pablo dice que la gracia también te enseña. Te educa. Te entrena para una nueva manera de vivir. Cuando entiendes que Jesús entregó su vida por ti, que se humilló hasta la muerte de cruz para rescatarte, esa realidad cambia tu perspectiva. El amor generoso de Dios te motiva a rechazar todo lo que es inconsistente con ese amor. La gracia te da el deseo y el poder de vivir diferente. No por obligación, sino por gratitud.
2. Tu vida ordinaria es tu testimonio más poderoso. Pablo está obsesionado con una idea en este capítulo. Que el evangelio sea atractivo. Que la enseñanza de Dios nuestro Salvador sea persuasiva. Y la manera de lograr esto es viviendo bien tu vida diaria. Tu matrimonio. Tu relación con tus hijos. Tu trabajo. Tu manera de tratar a las personas. Los cretenses no se convertirían porque los cristianos les predicaran en las calles y estoy seguro que eso es importante. Se convertirían cuando vieran personas viviendo vidas nuevas, cambiadas completamente. Tu vida ordinaria, transformada por la gracia, hace que el evangelio sea creíble para quienes te rodean.
3. Cristo es quien hace posible esta vida transformada. Fíjate en el versículo 14. Jesús «se dio a sí mismo por nosotros, para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo para posesión suya, celoso de buenas obras». Esto es el evangelio completo. Jesús murió para redimirte. Para comprarte de vuelta de la esclavitud del pecado. Para purificarte. Y para hacer de ti parte de un pueblo que está apasionado por hacer el bien. Esta vida contracultural que se describe en la carta a Tito describe no es algo que logras por tu cuenta. Es el resultado de lo que Cristo ya hizo por ti. Su muerte te libera del poder del pecado. Su Espíritu te capacita para vivir de manera diferente. Y su regreso futuro te da la motivación para perseverar.
Reflexión y oración
La gracia de Dios apareció en Jesús. Esa gracia te salvó y ahora te está enseñando a vivir de una manera que refleja el amor generoso de Dios. Tu vida diaria, tus decisiones cotidianas, tu manera de relacionarte con otros, todo esto hace que el evangelio sea atractivo o no para quienes te rodean. Vive hoy con la confianza de que la misma gracia que te rescató te está transformando.
Padre generoso, gracias por tu gracia que me salvó. Gracias porque esa misma gracia me está enseñando a vivir de manera diferente. Ayúdame a rechazar lo que es inconsistente con tu amor. Dame el poder de vivir con sobriedad, justicia y piedad en medio de mi cultura. Que mi vida haga tu evangelio atractivo para quienes me rodean. Mientras espero el regreso de Cristo, capacítame para vivir como parte de tu pueblo. En el nombre de Jesús, amén.