El carácter del líder | Nehemías 2:11-20

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El 4 de junio de 1940 el primer ministro británico Winston Churchill, encomendado por el Rey Jorge VI, pronunció un discurso frente a la Cámara de los Comunes del parlamento del Reino Unido. Los nazis amenazaban con una invasión, habían vencido en Francia y Rusia y Estados Unidos habían firmado un acuerdo de no agresión por lo que habían decidido no intervenir; así que Hitler venía con todo su poderío destructor. Entonces, el señor Churchill se puso de pie con las siguientes palabras:

Digo a la Cámara como he dicho a los ministros que se han unido a este gobierno: no puedo ofrecer otra cosa más que sangre, esfuerzo, sudor y lágrimas. Tenemos ante nosotros una prueba de la especie más dolorosa. Tenemos ante nosotros muchos, muchos meses de lucha y sufrimiento.

Se me pregunta: ¿cuál es nuestra política? Respondo que es librar la guerra por tierra, mar y aire. La guerra con toda nuestra voluntad y toda la fuerza que Dios nos ha dado, y librar la guerra contra una monstruosa tiranía sin igual en el oscuro y lamentable catálogo del crimen humano. Ésta es nuestra política.

Se me pregunta: ¿cuál es nuestro objetivo? Puedo contestar con una palabra. Es la victoria. La victoria a toda costa, la victoria a pesar de todos los terrores, la victoria, por largo y duro que pueda ser el camino, porque sin victoria no hay supervivencia.

Emprendo mi tarea con optimismo y esperanza. Estoy seguro de que nuestra causa no sufrirá el fracaso entre los hombres.

Me considero con derecho en esta coyuntura, en este momento, a reclamar la ayuda de todos y decir: Vamos, avancemos juntos con nuestra fuerza”.

Estas palabras quedaron en la historia como uno de los discursos más memorables de todos los tiempos y varios especialistas coinciden en que la clave no estuvo tanto en la a palabras sino en la determinación y el estímulo que representaba para una nación que sentía derrotada antes de pelear y que había perdido el rumbo de su identidad. Churchill apeló al sentimiento británico, a lo que ellos representaban y eso los llevó a hacer frente al naciendo y vencer.

Esta clase de liderazgo que vemos en el mundo es inspirador son una especie de Gracia común que nos recuerda lo que un hombre caído puede transmitir; pero al mirar en la Escritura encontramos ejemplos de hombres que además de ser movidos por sus convicciones eran hombres de carácter, que iban más allá de las palabras y cuya determinación fue el estímulo para mover al pueblo hacia los planes de Dios, ellos no buscaban una gloria personal o ganar una guerra, ellos buscaban que el nombre Dios fuera exaltado.

Como bien señalan los hermanos Blackaby en su libro liderazgo espiritual: “El liderazgo es movilizar a las personas hacia los planes de Dios”1 y es de eso de lo que hablaremos hoy continuando con esta historia en el libro de Nehemías.

Veremos los rasgos del carácter de este hombre de Dios que siguen siendo exhibidos como algo que nosotros como creyentes somos llamados a imitar pues si bien no estamos en el proyecto de reconstruir las murallas de una ciudad, si estamos involucrados en la tarea de relacionarnos con otros y ser parte de construcción de un edificio que es cada vez más grande; la casa de Dios. Del mismo modo, ya sea en nuestra familia, en la iglesia o nuestros trabajos o estamos ejerciendo liderazgo estamos bajo uno, pero todos estamos involucrados de una u otra manera.

En el libro de Nehemías vemos varias etapas de su liderazgo al servicio del pueblo de Dios. En principio vemos al hombre y su motivación, el corazón movido por la angustia y la oración, a partir del versículo 11 y hasta el capítulo 7 vemos al ejecutor, el que lidera la obra y al final del libro, desde el capítulo 8 vemos al gobernador, al que preside política, social y religiosamente a Israel. Pero esta etapa es quizás la más amplia y la que más revela rasgos de su carácter, vamos a iniciar entonces nuestro acercamiento al texto que nos compete

Con eso en nuestras mentes veremos nuestro texto a la luz de los siguientes puntos:

  1. La prudencia del líder (11-16)
  2. La influencia del líder (17-18)
  3. La respuesta del líder a la crítica (19-20)

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